La gambeta descalza
El que juega descalzo al fútbol es porque sabe. Y la memoria y la historia, como ocurre casi siempre, tienen pruebas para demostrarlo. Un documental de la televisión brasileña, disponible en el sitio YouTube, relata las proezas del delantero brasileño Leonidas Da Silva, quien jugó para su selección los mundiales de 1934, en Italia, y de 1938, en Francia. Precisamente en esta competencia, el atacante hizo un gol descalzo, el único anotado de esta forma en la historia de los mundiales.

Aunque no hay registros televisivos de los partidos de aquella época -sólo fotográficos- los entrevistados que aparecen en el documental, entre ellos Pelé, afirman que el futbolista nacido en una favela de Río de Janeiro, era filoso, veloz y con una gambeta que no tenía explicación. En el Mundial de 1938, Brasil se convirtió en una de las revelaciones. Alcanzó la semifinal, pero perdió con Italia que se consagró campeón tras derrotar, en el encuentro decisivo, a Hungría. Sin embargo, fue el equipo sudamericano el que quedó en la historia, no por ganar la Copa del Mundo, sino porque tuvo en sus filas a un jugador sin vergüenza, como Leonidas.

Brasil enfrentaba a Polonia, en el choque por los octavos de final. La lluvia había embarrado el césped del estadio de Mienau, en Estrasburgo. El "Diamante negro", como apodaban a la estrella del equipo, hizo tres goles en la victoria por 6 a 5, pero en una de las conquistas no tenía puesto un botín. El barro, el agua, y seguramente las propias gambetas de Leonidas, habían despegado la suela del calzado. El jugador pidió ayuda al utilero, que no supo arreglar el percance. Sin embargo, al carioca no le importó, regresó a la cancha con un pie descalzo y anotó el gol del triunfo. El "Diamante negro", que murió en 2004, se consagró como uno de los mejores jugadores de Brasil.

Sin dudas, el fútbol nació y vivirá para siempre ahí, en las barriadas. La historia de Leonidas, y la de tantos desconocidos, lo demuestran. Hace unos años, en una cancha del barrio Oeste II, vi jugar a un tal "Loló". Nunca supe su nombre. Era flaco, morocho y pateaba descalzo. Jugué muchas veces contra él y nunca pude quitarle la pelota. Pienso en su parecido físico con el "Diamante negro", sin embargo estoy seguro de que tiene algo más en común con él: ambos juegan al fútbol con el corazón del barrio.

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