15 Agosto 2013
El crimen de "Dengue" fue mal investigado y por eso absolvieron a los cuatro imputados
Los jueces Prieto, Páez de la Torre y Freidenberg, se hicieron eco de un pedido de disculpas a dos imputados que estuvieron presos. El asesinato de Navarro ocurrió en diciembre de 2005. El juicio se suspendió dos veces y en la tercera se resolvió la absolución
No existe el crimen perfecto, pero una mala investigación puede hacer que un homicidio quede impune. Esa fue la conclusión a la que llegaron ayer los jueces María del Pilar Prieto, Emilio Páez de la Torre y Alicia Freidenberg, al absolver a los cuatro acusados por la muerte de Eduardo "Dengue" Navarro.
Las irregularidades que hubo en la investigación fueron varias, y las describieron durante los alegatos el fiscal de Cámara Daniel Marranzino y los abogados defensores. Los magistrados también se hicieron eco del pedido de disculpas a Franco Miguel Visuara y a Jorge Marino Díaz, por el tiempo que pasaron en la cárcel de Villa Urquiza a pesar de que no había pruebas en su contra.
El 21 de diciembre de 2005 a las 23, Navarro, Felipe Daniel Carabajal, Cristian Roberto Bringas, Visuara y Díaz, llegaron a la casa ubicada en Julio Prebisch 228. Comieron sándwiches de milanesa y tomaron cerveza y vino, según contaron los imputados.
Una novela
"Esto pareciera una novela de Agatha Christie. Alguno de los cuatro le quitó la vida a Navarro", comenzó su conclusión final Marranzino, y afirmó por qué consideraba que ni Visuara ni Díaz fueron los autores del crimen.
"Me cuesta creer que hayan estado presos y que llegaran acusados de participación criminal. Me da la sensación de pedir perdón por quienes se equivocaron tanto. El error con ellos fue tremendo. Esta fiscalía no va a formular acusación contra Díaz y Visuara", manifestó Marranzino.
Visuara tenía 18 años cuando ocurrió el crimen, y según declaró se marchó de la reunión a la 1 del 22 de diciembre. Unos minutos más tarde se fue Díaz. El primero de ellos estuvo ocho meses detenidos, en tanto que el segundo pasó cinco meses en prisión.
Tanto Visuara como Díaz afirmaron que se retiraron por las insinuaciones de Carabajal, y coincidieron en señalar que la víctima estaba muy borracha. De hecho, según la autopsia, Navarro habría recibido las cuatro puñaladas mortales cuando dormía en un sillón, de acuerdo al alegato del fiscal.
Carabajal aseguró que se había quedado dormido en una silla y que cuando se despertó ya se habían marchado Visuara y Díaz. Eran las 3.30, y le pidió a Bringas que se retirara, ya que era tarde. Al mediodía, cuando se despertó, encontró a Navarro tendido en un sillón.
Bringas optó por el silencio durante el debate oral, pero durante la instrucción había afirmado que mantuvo relaciones sexuales con Carabajal a cambio de dinero, y que se fue de la casa cuando este discutía con Navarro por esta situación.
Marranzino consideró que Bringas fue el autor de las cuatro puñaladas, por lo que tampoco acusó a Carabajal. "Pasó algo que no sabemos y que no vamos a saber; a esta Fiscalía no le interesa saber sobre la actividad sexual que hubo esa noche. El autor de este hecho fue Bringas y dado el tiempo transcurrido solicito la pena mínima de ocho años de prisión", argumentó el fiscal. Manuel Ruiz, defensor de Bringas, rechazó la acusación. "Mi defendido era un chico sin problemas, de barrio, que decidió para su mal intercambiar sexo por dinero. La valoración moral sólo corresponde a Dios", dijo el letrado y pidió la absolución.
La defensora Oficial Ana Rosa Nosetti hizo notar las deficiencias de la investigación. En el cuerpo de Navarro había restos de semen y vellos púbicos. Nunca se realizaron los exámenes de ADN. "La víctima tenía pruebas en su cuerpo que nunca se analizaron y se acusó a cuatro personas", sintetizó.
En la misma línea se expresaron la defensora Oficial Rosario Nougués (que asistió a Visuara) y el abogado Julio Serrano (codefensor de Ruiz con José Cajal).
Poco antes del mediodía, el secretario Miguel Flores leyó la sentencia de los jueces. Al no haber acusación fiscal, los jueces tuvieron que absolver a Carabajal, Visuara y Díaz. Bringas, por su parte, se vio beneficiado por la duda. Prieto, al dar una breve explicación del fallo, reprodujo las disculpas a Visuara y a Díaz por el tiempo que estuvieron presos. Siete años después, los cuatro acusados volvieron a sus casas, sin el peso de un crimen mal investigado sobre sus cabezas.
Las irregularidades que hubo en la investigación fueron varias, y las describieron durante los alegatos el fiscal de Cámara Daniel Marranzino y los abogados defensores. Los magistrados también se hicieron eco del pedido de disculpas a Franco Miguel Visuara y a Jorge Marino Díaz, por el tiempo que pasaron en la cárcel de Villa Urquiza a pesar de que no había pruebas en su contra.
El 21 de diciembre de 2005 a las 23, Navarro, Felipe Daniel Carabajal, Cristian Roberto Bringas, Visuara y Díaz, llegaron a la casa ubicada en Julio Prebisch 228. Comieron sándwiches de milanesa y tomaron cerveza y vino, según contaron los imputados.
Una novela
"Esto pareciera una novela de Agatha Christie. Alguno de los cuatro le quitó la vida a Navarro", comenzó su conclusión final Marranzino, y afirmó por qué consideraba que ni Visuara ni Díaz fueron los autores del crimen.
"Me cuesta creer que hayan estado presos y que llegaran acusados de participación criminal. Me da la sensación de pedir perdón por quienes se equivocaron tanto. El error con ellos fue tremendo. Esta fiscalía no va a formular acusación contra Díaz y Visuara", manifestó Marranzino.
Visuara tenía 18 años cuando ocurrió el crimen, y según declaró se marchó de la reunión a la 1 del 22 de diciembre. Unos minutos más tarde se fue Díaz. El primero de ellos estuvo ocho meses detenidos, en tanto que el segundo pasó cinco meses en prisión.
Tanto Visuara como Díaz afirmaron que se retiraron por las insinuaciones de Carabajal, y coincidieron en señalar que la víctima estaba muy borracha. De hecho, según la autopsia, Navarro habría recibido las cuatro puñaladas mortales cuando dormía en un sillón, de acuerdo al alegato del fiscal.
Carabajal aseguró que se había quedado dormido en una silla y que cuando se despertó ya se habían marchado Visuara y Díaz. Eran las 3.30, y le pidió a Bringas que se retirara, ya que era tarde. Al mediodía, cuando se despertó, encontró a Navarro tendido en un sillón.
Bringas optó por el silencio durante el debate oral, pero durante la instrucción había afirmado que mantuvo relaciones sexuales con Carabajal a cambio de dinero, y que se fue de la casa cuando este discutía con Navarro por esta situación.
Marranzino consideró que Bringas fue el autor de las cuatro puñaladas, por lo que tampoco acusó a Carabajal. "Pasó algo que no sabemos y que no vamos a saber; a esta Fiscalía no le interesa saber sobre la actividad sexual que hubo esa noche. El autor de este hecho fue Bringas y dado el tiempo transcurrido solicito la pena mínima de ocho años de prisión", argumentó el fiscal. Manuel Ruiz, defensor de Bringas, rechazó la acusación. "Mi defendido era un chico sin problemas, de barrio, que decidió para su mal intercambiar sexo por dinero. La valoración moral sólo corresponde a Dios", dijo el letrado y pidió la absolución.
La defensora Oficial Ana Rosa Nosetti hizo notar las deficiencias de la investigación. En el cuerpo de Navarro había restos de semen y vellos púbicos. Nunca se realizaron los exámenes de ADN. "La víctima tenía pruebas en su cuerpo que nunca se analizaron y se acusó a cuatro personas", sintetizó.
En la misma línea se expresaron la defensora Oficial Rosario Nougués (que asistió a Visuara) y el abogado Julio Serrano (codefensor de Ruiz con José Cajal).
Poco antes del mediodía, el secretario Miguel Flores leyó la sentencia de los jueces. Al no haber acusación fiscal, los jueces tuvieron que absolver a Carabajal, Visuara y Díaz. Bringas, por su parte, se vio beneficiado por la duda. Prieto, al dar una breve explicación del fallo, reprodujo las disculpas a Visuara y a Díaz por el tiempo que estuvieron presos. Siete años después, los cuatro acusados volvieron a sus casas, sin el peso de un crimen mal investigado sobre sus cabezas.
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