Una obra gráfica que desmiente un "lugar común"

Una obra gráfica que desmiente un "lugar común"

No hubo tiempo de modificar el catálogo que se entregó el viernes por la noche, y entre las autoridades sigue figurando como secretario general de la gobernación, Pedro Giúdice, cuya renuncia se conoció ese día por la mañana. Sí lo hubo, en cambio, para que en la lista de los organizadores de la exposición no figure finalmente el Ateneo de la Militancia (presidido por Beatriz Rojkés de Alperovich), aunque su participación está destacada en las escasas líneas que escribió el presidente del Ente Cultural, Mauricio Guzmán, en el texto.

"El Jardín de las Maravillas", con litografías y aguafuertes de Joan Miró, se inauguró sin la presencia anunciada de Sara Alperovich, quien desistió de concurrir a pocos minutos de la apertura. El rumor sobre un posible "escrache" había dejado en alerta a los guardias del propio Museo Timoteo Navarro.

Pintor, escultor, grabador y ceramista con pocas líneas, el catalán define una figuración con un estilo propio; siempre en la línea surrealista, eso sí, marcada por un detalle concreto planteado en una composición abstracta. Los colores vivos y puros, sobre todo los primarios y secundarios, se pueden observar en este más de medio centenar de obras, pero también la oposición negro- blanco.

"El Jardín de las Maravillas", una muestra itinerante que recorre distintas ciudades del país, tiene un montaje correcto y da cuenta de un Miró en su última etapa, cuando ya había abandonado el surrealismo, pero no su definido estilo.

Desde un punto de vista más general, la exposición es útil, igualmente, para aportar en el debate sobre el grabado, al que con frecuencia se considera un género menor, por debajo de la pintura y de la escultura.

En este caso, la obra gráfica de Miró desmiente esa afirmación, ese "lugar común" en el que se incurre en las últimas décadas, porque no es sino con otras técnicas la continuidad de sus composiciones artísticas, y sería directamente imposible entenderla en inferioridad de condiciones. Ahí están, como pruebas, esas sutiles aguafuertes, el color de algunas litografías, las formas antropomórficas sugeridas, que retan al receptor a una lectura atenta.

Interactividad

"El Jardín de las Maravillas" presenta, además, en el Museo Timoteo Navarro, un valor agregado: "Superficie Interactiva", del artista Dante Martínez Figueroa.

Martínez Figueroa, que viene investigando y aplicando la tecnología al arte con un programa creado por él mismo, propone un desafío a los espectadores en una de las salas.

Allí, sobre una pantalla, proyecta algunas pocas imágenes del repertorio de Miró a partir de las cuales niños o adultos pueden, oprimiendo la pantalla, generar sus propias obras y sus composiciones que, por otra parte, quedan registradas en el archivo del programa, girando suavemente las manos en distintas direcciones, mejor dicho orientaciones. El artista ha presentado trabajos similares en Tecnopólis (2012). 

"El Jardín de las Maravillas", que se podrá visitar en 9 de Julio 44 (excepto los lunes), hasta la primera semana de septiembre, es una muestra que bien vale la visita. Muchas más de las 400 personas que marcó el cuentaganado en la noche del viernes.

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