Por Fernando Stanich
11 Agosto 2013
EN LA ESPERA. Cerraron las elecciones, y ahora sólo resta conocer a los ganadores. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL
Confianza, desazón y ansiedad. Ni el oficialismo ni la oposición se animan a esta hora, apenas cerrados los comicios, a apostar a todo o nada. A juzgar por el monstruoso aparato desplegado por el alperovichismo, la conclusión más lineal llevaría a pensar que el triunfo es cosa juzgada. Pero en política no hay nada que diga que uno más uno es dos.
Dentro del propio oficialismo surgen voces de alerta desde hace días, ante la posibilidad de un "voto castigo" de la dirigencia al jefe político: el gobernador, José Alperovich. El mandamás tucumano, consciente de esa posibilidad, intentó minimizar al máximo el margen de error. ¿Cómo? Utilizando el mismo esquema clientelar de las provinciales de 2011. Visualmente, el oficialismo cercó las escuelas.
Los opositores, a lo largo del día, admitieron su sorpresa por la intimidante parafernalia que dispuso el oficialismo. Sin embargo, buena parte de su expectativa está depositada en las internas del alperovichismo. ¿Hubo dirigentes oficialistas que "trabajaron" para la oposición? Hasta en la Casa de Gobierno admiten esa versión.
El dilema, que comenzará a resolverse después de las 21, es qué impacto tendrá -si es que hubo- la traición en el oficialismo.
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