Por Juan Manuel Asis
10 Agosto 2013
Si las PASO sólo definen candidatos, ¿por qué tanta expectativa por los resultados de mañana? Porque las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias se han convertido en una trampa para los que se someten a sus reglas y en una gran encuesta a cielo abierto para el análisis político. Es una trampa, pero para la oposición. Fue una propuesta pergeñada por el peronismo para evitar "nacionalizar" sus internas (como ocurrió en 2003 con Carlos Menem, Néstor Kirchner y Adolfo Rodríguez Saá) y revitalizar así al PJ, pero fueron los propios justicialistas los que encontraron el medio de eludir la ley: apostaron a otras siglas partidarias con dirigentes de fuerte proyección política y carisma propio. Así siguen siendo parte del "movimiento", pero adecuándose de manera sui generis a las normas. El resto mira y los acusa de ser más de lo mismo o soporta que aparezcan opositores internos en el seno del peronismo (siempre el péndulo entre la izquierda y la derecha) que seducen a la sociedad como alternativa de recambio. De sí mismo. La oposición, en cambio, como ocurre en Buenos Aires y en Tucumán, más allá de ajustarse a las leyes de la democracia, se somete a una interna desgastante que sólo dejará heridos y la dudosa voluntad de trabajar por el ganador en octubre. Hay que tener un espíritu magnánimo, fuerte vocación democrática y gran lealtad partidaria, para hacer realidad aquello de que el que pierde acompaña. Son las reglas del juego: unos descubren sus debilidades para sortear las barreras que implican y otros se someten con convicción.
Los comicios de mañana dirán formalmente quiénes serán los candidatos que competirán en las elecciones parlamentarias de octubre por haber reunido la cantidad de votos exigidos por la ley para superar la traba legal (1,5% del padrón). Las PASO son para eso. Para que usted, elector, diga a quiénes quiere ver compitiendo en la gran batalla de octubre por las bancas legislativas. Pero no, en Argentina, esta votación primaria es una encuesta con resultados reales, que no pueden ser puestos en duda. Y así como las encuestas marcan tendencias y sus números sirven para los indecisos; la elección de mañana servirá para lo mismo. Lo saben los dirigentes, que aprovechan el desconocimiento sobre el sentido de las PASO para confundir diciendo que se vota la profundización o el final del modelo, tanto a nivel nacional como provincial. El sentido de las primarias se trastocó, por picardía del peronismo, por ser una novedad electoral que sólo fue puesta en práctica una sola vez y por la decisión de la dirigencia de convertir a las PASO en una elección general -cuando no lo es- porque saben que es una encuesta con peso e incidencia para octubre.
Los análisis hablarán de quién ganó y quién perdió, cuando sólo se estarán eligiendo los candidatos para dentro de dos meses. Hay avidez por conocer las cifras finales, la misma que existe por las encuestas que se encargan -aunque la de mañana sea la mejor de todas-, por saber si el modelo está en una meseta, en baja o en alza. Cada uno leerá los números según le convengan; la cuestión será arrimar mezquinamente agua para el propio molino con vista a octubre. Así, por ejemplo, el cristinismo tal vez pierda en los cinco principales distritos electorales, pero en la sumatoria de votos tal vez reúna más que el resto. Claro, dependiendo de quién y cómo se haga la suma. Unos dirán que se rechazó el modelo, otros que es su ocaso, algunos promoverán reformas para la reelección indefinida, otros empezarán a sacar la cabeza para pelear por la Presidencia. En suma, los analistas políticos tratarán de explicar quién ganó y quien perdió, los políticos, en cambio, dirán que sólo ganaron. El que diga que perdió en esta, faltando una segunda vuelta en octubre, estará en el horno. Todos los saben, por eso, para la clase política, sólo habrá triunfadores.
Los comicios de mañana dirán formalmente quiénes serán los candidatos que competirán en las elecciones parlamentarias de octubre por haber reunido la cantidad de votos exigidos por la ley para superar la traba legal (1,5% del padrón). Las PASO son para eso. Para que usted, elector, diga a quiénes quiere ver compitiendo en la gran batalla de octubre por las bancas legislativas. Pero no, en Argentina, esta votación primaria es una encuesta con resultados reales, que no pueden ser puestos en duda. Y así como las encuestas marcan tendencias y sus números sirven para los indecisos; la elección de mañana servirá para lo mismo. Lo saben los dirigentes, que aprovechan el desconocimiento sobre el sentido de las PASO para confundir diciendo que se vota la profundización o el final del modelo, tanto a nivel nacional como provincial. El sentido de las primarias se trastocó, por picardía del peronismo, por ser una novedad electoral que sólo fue puesta en práctica una sola vez y por la decisión de la dirigencia de convertir a las PASO en una elección general -cuando no lo es- porque saben que es una encuesta con peso e incidencia para octubre.
Los análisis hablarán de quién ganó y quién perdió, cuando sólo se estarán eligiendo los candidatos para dentro de dos meses. Hay avidez por conocer las cifras finales, la misma que existe por las encuestas que se encargan -aunque la de mañana sea la mejor de todas-, por saber si el modelo está en una meseta, en baja o en alza. Cada uno leerá los números según le convengan; la cuestión será arrimar mezquinamente agua para el propio molino con vista a octubre. Así, por ejemplo, el cristinismo tal vez pierda en los cinco principales distritos electorales, pero en la sumatoria de votos tal vez reúna más que el resto. Claro, dependiendo de quién y cómo se haga la suma. Unos dirán que se rechazó el modelo, otros que es su ocaso, algunos promoverán reformas para la reelección indefinida, otros empezarán a sacar la cabeza para pelear por la Presidencia. En suma, los analistas políticos tratarán de explicar quién ganó y quien perdió, los políticos, en cambio, dirán que sólo ganaron. El que diga que perdió en esta, faltando una segunda vuelta en octubre, estará en el horno. Todos los saben, por eso, para la clase política, sólo habrá triunfadores.
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