Motivado como un pibe

Motivado como un pibe

A punto de jugar el Rugby Championship, quizás su último gran desafío con los Pumas, el "mellizo" asegura disfrutar de haber pasado la posta y de compartir con los jóvenes.

Cuando se revisa la historia del rugby argentino, se coincide en algunos hechos que significaron un antes y un después. Y casi el mismo concepto se puede usar al hablar de los jugadores. Felipe Contepomi, uno de los jugadores más importantes de la historia de Los Pumas, está a punto de comenzar una de sus funciones finales.

- Cuando te lesionaste el año pasado contra Gales, varios pensamos que quizá iba a ser tu última imagen con la camiseta de Los Pumas…

- Siempre trato de mirar el lado positivo, incluido el tema de las lesiones. Por suerte mi primera lesión fuerte la tuve de grande, a los 32 años. Contra Gales, en mi vuelta a Los Pumas y a los 15 minutos de partido, pensé lo peor. Aunque me agarré de un diagnóstico no tan duro y no me solté nunca mas, cuando el médico me dijo que quizá el ligamento cruzado no estaba roto.

- Te conformabas con poco…

- Tampoco tenía muchas opciones. Desde el primer día me manejé con objetivos de corto plazo. Cortísimo diría. Recuperar algo de movilidad, hacer una repetición más de cada ejercicio, irme del gimnasio más sonriente cuando terminaba la sesión. Todas cosas que pudiera cumplir, y que pudiera ver que iba cumpliendo, no esos objetivos que tardan dos o tres meses en alcanzarse. Y el objetivo cumplido daba lugar a otro. Los últimos, la ventana de junio y el Rugby Championship que está por comenzar. Y cuando éste pase, será volver a jugar en Newman. Siempre tuve un objetivo a mano, es lo mejor para superar las lesiones.

- Considerás que puede haber sido tu última Pensacola...

- Seguro. Para poder jugar en este nivel, necesitaba de Pensacola, yo más que el resto del equipo. Es durísimo, se sufre física y mentalmente, aunque ya sabemos cuánto sirve y los resultados que nos ha dado. A mi edad, la preparación física es todavía más importante, tiene que ser exacta, justa, no hay el mínimo margen para errarle.

- ¿Y cómo te sentís a esta altura de la preparación?

- Estoy feliz por el hecho de que me permitieran hacerlo. Y también por poder llevarlo a cabo, sin inconvenientes, sin lesiones ni molestias, a la par de chicos 10 o 15 años más jóvenes que yo. Eso es un gran privilegio.

- ¿Cuántas veces sentiste la edad?

- La cedula está ahí presente, en el cansancio, en los tiempos de recuperación. Al margen de eso me siento bien, estoy entero, apto. Y muy motivado. Entrenar con chicos jóvenes me carga de energías, me rejuvenece, ellos contagian esa energía.

- ¿Te ves reflejado en alguno de los jóvenes?

- Me encanta ver que el rugby argentino saca jugadores todo el tiempo, que el futuro es auspicioso. Eso, más que encontrar similitudes conmigo, es lo que me ocurre con los chicos. Se entrenan fuerte, tienen aspiraciones. No recuerdo que cuando yo tenía 20 años yo me sintiera parecido a algún veterano de aquel tiempo. No. Los jugadores pasan, y llegan nuevos.

- Apuntaba a lo vivencial más que a características técnicas o físicas…

- No quiero hablar por ellos. Sí puedo diferenciar mis distintas etapas. En el Mundial de 1999 no imaginaba la dimensión de lo que me pasaba. Disfrutaba pero estaba afuera de las decisiones del equipo. El tiempo me cambió de lugar, crecí, estuve entre los líderes un tiempo importante. Y hasta me tocó ser capitán, con todo lo que eso significa. Hoy estoy al costado. El grupo de líderes ya me suplantó. En ese sentido soy un chico de 20 años. No tengo reuniones, solo sigo las decisiones que toman el cuerpo técnico y los líderes. Y me gusta mucho.

- Volvamos atrás en el tiempo: quiero que recuerdes dos jugadas puntuales. La primera es el try de Albanese contra Irlanda en el Mundial de 1999.

- Como apertura canté una jugada y alguien de la línea me gritó que no la hiciéramos, pero no le di bolilla. El scrum del que nació la jugada salió sucio, retrocediendo, y sin embargo la tiré hacia afuera. La defensa de Irlanda nos esperaba en un ataque pegado a la formación. La pelota la recibí atrás, tuve que darme vuelta, con lo que además perdimos un tiempo en la jugada. Y lo que la destrabó fue el pase genial de Camardón a Albanese. Fue un try sorprendente, ellos jamás esperaban que abriéramos la pelota. Además del try, rescato lo que hizo Alex Wyllie (coach del equipo) antes de esa jugada. Lo sacó a Corleto, entré yo de 10 y lo corrió a Quesada de fullback. No sé si Gonzalo habrá jugado de fullback más minutos que esos en toda su vida. Pero Wyllie iba un paso adelante. Intuyó que podía ser try y quería tener al pateador en la cancha, porque todavía estábamos un punto abajo. Obvio, Gonzalo metió la conversión, pasamos a ganar por uno y después nos dedicamos a defender esos famosos minutos en nuestro ingoal.

- Es uno de "esos" momentos en la historia…

- Sí, es un mojón en la vida de Los Pumas. Llamalo destino, suerte, acierto del entrenador y de los jugadores. Tal vez un poco de cada cosa, pero es parte de la historia grande.

- La otra jugada es del partido con All Blacks en cancha de River, en 2001. A nada del final dejaste adentro una pelota…

- Que terminó en try de ellos y perdimos 24-20. Fue una decisión muy rápida, me cerraron la patada corta. Si yo aseguraba esa línea más corta, arriesgaba que me taparan la patada. Me dieron la más difícil, de verdad no tuve muchas opciones. Son cosas que pasan, no es una jugada por la que me sienta mal. Ese partido me encantaría volver a vivirlo por como jugamos, fue tremendo. Pero el triunfo contra los All Blacks ya va a llegar, es solo cuestión de tiempo.

- Vuelvo a tu proceso de "la última vez". No imagino sencillo tener eso en la cabeza mientras jugas contra una potencia…

- Insisto, no puedo decir que es la última. Sé que estoy en la recta final desde hace un tiempo y por eso disfruto como loco lo que el rugby me está dando, tratando de poner el foco en lo que puedo vivir y no en lo que me va a faltar cuando me retire. Así logro disfrutar, todavía, el sufrimiento del entrenamiento. El año pasado tomé la decisión de no jugar el Rugby Championship creyendo que era mi última oportunidad. La realidad dice que ahora tengo otra, inesperada.

- ¿Cómo creés que llegará el equipo a esta competencia, quizás más dura que el Mundial?

- Es más duro, son seis partidos contra los mejores. En un Mundial ni siquiera sabés si jugás cuatro partidos. Creo que va a ser más complicado que el año pasado. Si bien tenemos la experiencia de 2012, ellos ya conocen el lugar, los estadios, el ambiente. Nadie va a venir ni un poquito relajado a la Argentina. Pero será otro momento de fiesta para el rugby argentino: que Nueva Zelanda, Sudáfrica y Australia vengan por segundo año consecutivo al país es un privilegio.

- Alguna vez me dijiste que jamás imaginaste jugar cuatro mundiales. ¿Dónde te ves en el quinto?

- Ojalá en el estadio, alentando desde la tribuna. Si no puedo viajar a Inglaterra, lo veré desde casa, en familia, con amigos, como miles de hinchas del rugby que hay en el país. Siento que están dadas las condiciones para llegar muy bien preparados y hacer un gran Mundial otra vez.

- El "no falta tanto", ¿abre alguna puerta?

- Otra vez hablo de los objetivos cortos. No lo descarto, pero tampoco lo menciono. Eso no quiere decir que no esté en mis planes. Ese tiempo, aunque no falte tanto, todavía no figura en mi radar. Hoy es el Championship y jugar en Newman hasta fin de año. Si en 2014 sigo con ganas, pensaré en seguir jugando en mi club. Y más adelante veré. Hoy el 2015 es ciencia ficción.

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