09 Agosto 2013
RECITAL EN LA CALLE. En primer plano, a la derecha, el famoso cantautor. GENTILEZA CACHIN SELIS
El tucumano Cachín Selis agarró una guitarra por primera vez a los nueve años, pisó un escenario a los 15, y escribió su primera canción a los 18. A partir de ese momento, todo se le fue dando. Con Sr. Valdez editó dos discos oficiales: "Corriendo en bolas" y "Hable ahora o calle para siempre". En 2011 lanzó "Urgencia", su primer álbum solista.
En plan vacaciones, cargó su guitarra y partió a España hace unas semanas. Allá ofreció cuatro recitales.
"Pero el plato fuerte llegó cuando me instalé en Barcelona", cuenta, entusiasmado. "En una de las playas me encuentro con Madjid, el guitarrista argelino que viene acompañando a Manu Chao desde la primera formación. Luego de charlar un poco, me invita a una fiesta vecinal que hacían esa misma noche en el barrio de Poble Sec. Me cuenta que con un amigo acordeonista iban a tocar algunas canciones y a improvisar un poco en la calle principal. Esa noche agarro mi guitarra, me tomo el subte y enfilo para ahí. Me imaginaba que de algún modo iba a encontrar músicos para armar alguna jam session. No me importaba nada. Sólo quería tocar mis canciones", dice Selis, recordando esos momentos.
No había más de 100 personas. De repente, Manu se presentó en su bicicleta. "Media hora después el loco sube al escenario. Una amiga me explica que, si bien él tiene su casa en un barrio vecino, casi nunca está en Barcelona. Que si se hubiese sabido que iba a tocar, el barrio hubiese explotado de gente", relata.
"Yo me quería volver loco. Era un recital de Manu, en un barrio increíble, para un puñado de gente. En ese momento la agarro del brazo a mi amiga, la llevo cerquita del escenario y le encajo mi celular, y le digo: 'voy a subir como sea, sacá las fotos que puedas, que lo único que quiero es vivir esto por dentro'".
Con la guitarra en mano, Cachín Selis se acercó al escenario. Y ahí Manu lo miró, y con una increíble sonrisa y tremenda humildad, le dijo: "¡bienvenido maestro! ahora toque, toque y no pare".
Selis no recuerda ni las canciones que tocó, porque en esos momentos lo disfrutaba ("estaba volando en una nube"). Pero sí tiene claro que fue una de las mejores cosas que le pasó en su carrera. "Una vez terminado el recital, se saludaron -remata-. El grupo se metió en una carnicería del barrio y cerraron las puertas".
En plan vacaciones, cargó su guitarra y partió a España hace unas semanas. Allá ofreció cuatro recitales.
"Pero el plato fuerte llegó cuando me instalé en Barcelona", cuenta, entusiasmado. "En una de las playas me encuentro con Madjid, el guitarrista argelino que viene acompañando a Manu Chao desde la primera formación. Luego de charlar un poco, me invita a una fiesta vecinal que hacían esa misma noche en el barrio de Poble Sec. Me cuenta que con un amigo acordeonista iban a tocar algunas canciones y a improvisar un poco en la calle principal. Esa noche agarro mi guitarra, me tomo el subte y enfilo para ahí. Me imaginaba que de algún modo iba a encontrar músicos para armar alguna jam session. No me importaba nada. Sólo quería tocar mis canciones", dice Selis, recordando esos momentos.
No había más de 100 personas. De repente, Manu se presentó en su bicicleta. "Media hora después el loco sube al escenario. Una amiga me explica que, si bien él tiene su casa en un barrio vecino, casi nunca está en Barcelona. Que si se hubiese sabido que iba a tocar, el barrio hubiese explotado de gente", relata.
"Yo me quería volver loco. Era un recital de Manu, en un barrio increíble, para un puñado de gente. En ese momento la agarro del brazo a mi amiga, la llevo cerquita del escenario y le encajo mi celular, y le digo: 'voy a subir como sea, sacá las fotos que puedas, que lo único que quiero es vivir esto por dentro'".
Con la guitarra en mano, Cachín Selis se acercó al escenario. Y ahí Manu lo miró, y con una increíble sonrisa y tremenda humildad, le dijo: "¡bienvenido maestro! ahora toque, toque y no pare".
Selis no recuerda ni las canciones que tocó, porque en esos momentos lo disfrutaba ("estaba volando en una nube"). Pero sí tiene claro que fue una de las mejores cosas que le pasó en su carrera. "Una vez terminado el recital, se saludaron -remata-. El grupo se metió en una carnicería del barrio y cerraron las puertas".