Un escultor que nunca se cansa de aprender

Un escultor que nunca se cansa de aprender

"Panchito" Fernández, jubilado después de 35 años de tarea docente, modela retratos, hace obras en madera o piedra y restaura piezas

UN APASIONADO. Francisco Fernández trabaja sin descanso en el taller de su casa, adonde hace obras en madera y en piedra. UN APASIONADO. Francisco Fernández trabaja sin descanso en el taller de su casa, adonde hace obras en madera y en piedra.
08 Agosto 2013
Colmado del afecto de sus alumnos y dispuesto a emprender una nueva etapa de producción artística, el escultor Francisco "Panchito" Fernández acaba de jubilarse como docente de la Escuela de Bellas Artes de la UNT, donde enseñó durante 35 años. En su casa de barrio, en la periferia sur de la capital, el taller ocupa grandes espacios. Obras en cemento, en granito, y otras en madera se distribuyen en habitaciones que prefiguran el museo privado que planea abrir el artista. Durante las últimas semanas, produjo un retrato escultórico por encargo del Automóvil Club Argentino. La cabeza del recordado ex gerente César Carman será instalada en un espacio verde del Acceso Norte.

Fernández explicó que el retrato en escultura es una especialidad que pocos artistas cultivan y que requiere una gran dedicación. "La obra tiene que reflejar el carácter de la persona. Se trabaja con materiales que se mezclan con agua. Primero se modela en arcilla, que es un material que abunda en el suelo de nuestra provincia. Después se hace un molde en yeso y se obtiene una copia en yeso, en cemento o en granito, según la preferencia. En los 80 hice la mayor parte de mis retratos escultóricos. Retraté a muchos maestros de la Escuela y de la Facultad de Artes", mencionó. Ejemplos de ello son los retratos de los pintores Luis Lobo de la Vega y Fued Amin, que guarda en su taller.

Inolvidable experiencia

Tras haberse formado en las técnicas tradicionales, Fernández incursionó luego en la escultura en madera, después de participar en los encuentros de la bienal de Chaco, donde los artistas realizan sus obras al aire libre y a la vista del público. Allí obtuvo un importante reconocimiento. Más tarde reprodujo esa experiencia en Tucumán, en 2004, en la plaza Alberdi. "Lo hicimos sin ayuda de nadie, porque ni la Universidad ni el Gobierno de la provincia quisieron aportar nada. Conseguimos los hoteles y la comida gracias a la gestión de particulares. Los alumnos de la Escuela colaboraron en el traslado de materiales y herramientas", explicó.

Chaco significó para Fernández la entrada a un nuevo mundo dentro del arte escultórico. Aprendió a usar herramientas nuevas para él, como la motosierra o la amoladora, pero la tarea no le resultó complicada ya que tenía una base de formación muy importante. "Esa experiencia me hizo despegarme de la figuración y entrar en lo abstracto. También me permitió vincularme con artistas extranjeros y viajar a México para participar en un encuentro, donde me nutrí de la cultura de ese pueblo", comentó. Allí realizó una talla en ónix.

Además de la madera, como el algarrobo o el quebracho, el artista valora otro material que abunda en nuestra geografía: la piedra. "La arenisca, por ejemplo, se consigue mucho en los cerros y es bueno aprender a trabajarla. El tallado en mármol también es interesante. Se usa mucho el travertino y el mármol blanco, de Córdoba", señaló. Y también destacó otra tarea que es habitual en la escultura: la restauración. Actualmente trabaja en un molde de una obra de Oscar Nóbile, que fue su maestro en la facultad, y que la viuda del artista le encomendó. Hará un vaciado en cemento.

Su formación

Fernández es tucumano por adopción, ya que nació en La Quiaca (Jujuy) en 1950, y desde los 14 años reside en esta provincia. Contó que su formación principal fue al lado del escultor Ramón Fernández, en la Escuela de Artes. Sus recuerdos están teñidos por la admiración que sentía hacia su mentor. "Era un maestro exigente, porque uno debía tener vocación y trabajar duro. Si veía algo mal, era capaz de destruirnos la obra -dijo-. En esa época éramos solamente dos los alumnos. A mí me alentaba mucho y, cuando se jubiló, me llamó para que ocupara ese lugar".

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