Chau Vietnam, hola Ciudadela

Chau Vietnam, hola Ciudadela

El enganche es de La Pampa, viene de jugar tres años en Asia y ayer se entrenó por primera vez. Tiene 10 días para convencer a Roldán que puede integrar el plantel. Una historia particular.

PRIMERA APARICIÓN. Méndez llegó para probarse y practicó con el equipo pensando en los amistosos que se vienen para poder mostrarse. PRIMERA APARICIÓN. Méndez llegó para probarse y practicó con el equipo pensando en los amistosos que se vienen para poder mostrarse.
06 Agosto 2013
"Por el club, por su historia, ¡y porque no es Vietnam, ja ja!". Diego Méndez tenía otras ofertas para jugar seguro, pero dio los motivos por los que ninguna le interesó más que una prueba en San Martín. Para él serán 10 días donde podrá mostrarse y pelearla para ganarse un lugarcito en la lista de buena fe que se conformará por el Argentino que se viene, aunque eso de arremangarse y adaptarse a lo que toca no sea un inconveniente sino más bien su fuerte.

Es que son pocos los que parten a tierras vírgenes para los ojos futboleros de estos pagos, y Diego (en 2010) decidió dar ese paso: desde La Pampa -donde nació- por un contacto amigo viajó hasta el continente asiático para jugar en Shb Da Nang, de Vietnam. Acá repitió la historia. "Hice contacto con otro amigo, que no tiene nada que ver con el fútbol, pero es conocido de Roberto Sagra. Entonces me propusieron venir unos días a probarme y que me vea el técnico. No lo dudé", comentó quien ayer se movió junto al equipo y sumó un punto a favor: juega en un puesto que Carlos Roldán piensa debe seguir cubriendo. Es enganche, tiene 24 años y una altura considerable para la posición.

Tres años jugó el de General Pico en los lejanos suelos signados por la guerra. La Primera división fue su experiencia inicial, donde el fútbol era cosa seria y el equipo convocaba de verdad. El segundo año jugó en Tay Ninh, y el tercero en Binh Dinh, donde ya eran comunes las cargadas y carcajadas hasta por un lateral mal sacado. "Es que ahí todo es más un show que algo pasional. El juego les gusta, pero por ejemplo se ríen si un jugador le pega mal a la pelota o trastabilla y se cae. En ese sentido se lo toman con gracia", recuerda y aunque recién el domingo conoció Tucumán, ya sabe que aquí las costumbres no son las mismas. "Para mi es importante aprovechar la oportunidad en un club grande como San Martín. Además, quedé encantado con la ciudad, con el clima. Siento que la gente es muy cálida por eso también me dan ganas de quedarme. Haré todo lo posible", promete "Dieguito".

Ferro de Pico, Ferro de Alvear y Pico FBC son el pasado en la liga pampeana de quien hoy está a la espera de dos amistosos para seguir mostrándose en La Ciudadela (contra San Juan mañana y ante San Jorge el sábado). "Uno cuando llega a los lugares se da cuenta si va a encajar o no y yo noté que además de todo lo que significa esto, los compañeros y el DT son muy amables. Quería entrenar a la par de ellos y ver si estaba a la altura. Y creo que lo hice", sostuvo con fe "El vietnamita". Y si, el nuevo apodo llega en combo con la bienvenida.

Un viejo amigo y una promesa
El que lo recibió con los brazos abiertos y una cena fue Gonzalo Parisi, su co provinciano. "Hace muchos años que lo conozco. Somos amigos y de casualidad que le tocó venir justo al mismo club donde estoy yo, así que espero que le vaya bien", dice "El Toro", que ayer se encargó de presentar a Méndez con el resto del plantel. "Es buen jugador y una gran persona", recalcó el delantero que se esperanza con que la estadía dure y engendre una nueva sociedad, pero dentro del campo, claro.

Méndez se quiere quedar y ya hizo su promesa, por una promesa que hasta hoy recuerda. "Unos 15 días antes de irme por primera vez a Asia falleció mi abuelo. Y yo le prometí la primer camiseta que me dieran allá. Cuando volví se la dejé en el nicho del cementerio; la había puesto al costado de una ventanita. Y bueno, algunos que no sé si pueden llamarse gente, robaron otros nichos y al de mi abuelo lo rompieron y sacaron la camiseta que hasta el día de hoy no se dónde está. Pero bueno… Ahora le voy a llevar una de San Martín ja ja".

"Los jugadores extranjeros que iban con sus esposa podían vivir en un departamento. Pero para los solteros como yo era como volver a inferiores. Vivís en el club, cada uno en su habitación. Tenés horarios para todo. El entrenamiento arranca a las 8; a las 11 es el almuerzo; a las 15 entrenás de nuevo y a las 18 sirven la cena. De ahí tenés libre hasta las 21.30, que tenías que volver. Si no estabas la primera vez te cobraban una multa, la segunda otra y a la tercera ya te echaban. Era muy estricto pero yo nunca tuve una multa ja ja".

"El sábado era el único día libre después de jugar. Las salidas eran tranquilas. Siempre me movía con los extranjeros porque el idioma era muy complicado (por suerte me manejé con el inglés). La excusa siempre era salir a comer algo diferente. Elegíamos pizza o pasta porque en el club la comida generalmente era pollo. Era una vida normal pero muy diferente a lo que es Argentina. Es cuestión de adaptarse. Y lo hice. A pesar de la guerra el país se levantó. Lo que sí se nota es la diferencia entre la clase alta y baja, porque la clase media no existe ahí".

"Me interesé mucho en el tema de la guerra. Visité museos. Con un compañero de Estados Unidos íbamos a comer al restaurante de un estadounidense casado con una vietnamita y siempre caía alguien de ese país que quería conocer. Ya no hay rencor entre con ellos. Una vez, entrenando, teníamos que correr hasta una montaña y se acercó el DT y nos contó que ahí, durante la guerra, los vietnamitas esperaban a los 'yanquis' y les tiraban con bombas. Y lo cargaba a mi compañero que ya lo iban a agarrar a él. Hacía bromas".

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