El cerdo devorador de niños

El cerdo devorador de niños

Robertito tiene ocho años recién cumplidos. Nunca le faltó nada. En su habitación tiene una bolsa llena de juguetes que casi ya no usa y una computadora portátil con la que juega o hace la tarea del colegio. La semana pasada, su maestra le pidió que buscara en internet imágenes que describieran la pobreza en África. Acompañado de Marta, su madre, el niño encendió su netbook y tipeó en la página de Google "pobreza en África". De manera instantánea comenzaron a aparecer fotos de negritos famélicos, enfermos y moribundos. Postales de la misma muerte entraban, una tras otra, por la retina de Robertito. Su carita mostraba asombro y tristeza. Los cuerpitos desnutridos con sus pancitas hinchadas daban vueltas en su cabeza como una danza macabra hasta que logró soltar la primera palabra: "Mami, en la tele no se ven estas imágenes". Apagaron la computadora y se fueron a dormir. A Marta le quedó boyando la frase de su hijo hasta que se durmió. Marta comenzó a soñar. Caminaba por un sendero de espinas que desembocaba en un enorme roble. En una de sus ramas, un viejo vestido de frac, galera con estrellas y barba blanca comenzó a hablarle. Señaló a Marta con su dedo índice y le dijo riéndose: "nunca verás imágenes de negritos desnutridos en televisión. Nosotros manejamos los contenidos y apostamos al consumo. Si mostramos pobreza vamos a generar un sentimiento contrario a nuestros intereses". El viejo desapareció. Al mismo tiempo, Robertito también soñaba. El niño caminaba por una calle oscura y veía las mismas imágenes horrendas que las que le había mostrado su computadora. Observaba cómo un cerdo con gafas oscuras se devoraba a los niños, uno tras otro. Hasta que se escuchó el despertador.

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