Por Jorge Figueroa
05 Agosto 2013
Más de 50 serigrafías, litografías y aguafuertes de Joan Miró 1893-1983) se podrán ver en el Museo Timoteo Navarro, a partir del viernes.
Se trata de obras realizadas entre 1950 y 1980, ubicadas en la cuarta etapa, según la clasificación de algunos historiadores, que por alguna razón, la llaman "momento de madurez". Bien valdría preguntarse qué significa madurar para un artista, un término que, en el arte, podría llegar a ser hasta peyorativo.
Es sabido la adhesión del catalán al surrealismo desde 1925, una de las grandes tendencias modernistas que, como pocas, supo unir arte-marxismo-psicoanálisis. Con imágenes soñadas, dotadas de una gran carga onírica, dibujadas y pintadas "directamente del inconsciente", Miró, junto a Mar Ernst y André Masson y otros militaron en aquel movimiento, aunque en 1930 ya habían tomado distancia de él, por diferencias políticas. Miró, quería "asesinar la pintura" por aquellos años, por lo que, desde entonces, privilegió su obra en cerámica, escultórica y gráfica, una actitud que profundizó con los años.
Las piezas que se exhibirán en esta ciudad son pertenecientes a la familia italiana Guastalla, propietaria de una imprenta especializada en producción original múltiple de arte y colaboradora del propio Miró en la impresión de buena parte de los trabajos que se exhiben ahora.
A pesar de sus diferencias políticas con André Breton, Miró (quien se había negado a integrarse al comunismo y luego al trotskismo, como el escritor), fue reconocido en "Constelaciones" (1958) por sus aportes al surrealismo. En ese libro se encuentran reproducidas 22 aguadas del artista junto a 22 prosas paralelas escritas por el poeta.
La curaduría de la muestra es de Massimo Scaringella, destacado curador italiano que presentó muestras individuales de artistas como Francis Bacon, Omar Galliani o Massimo Listri; y colectivas de Poesía Visual entre las que se incluye la obra de John Cage, Yoko Ono o Joseph Beuys.
Hablar de la obra de Miró es, también, como se ha visto, hablar del surrealismo, y de las relaciones peligrosas entre arte y política.
Tal vez por ello, no sea casual que esta exposición, denominada "El Jardín de las Maravillas", haya sido anunciada, en primer lugar, organizada por el Ente Cultural, la Embajada de España, la Fundación Tres Pinos de Córdoba (Buenos Aires) y Fundación Melián (Córdoba). Pero en un parte corregido del propio Ente aparecen como organizadores, curiosamente, el Ateneo de la Militancia, que tiene como referente a Sarita Alperovich y que ha venido participando activamente en la campaña del gobernador.
La fecha da pie para interpretar un aprovechamiento electoral de la inauguración de estas obras: justo es el viernes, unas horas antes de que comiencen las elecciones.
Se trata de obras realizadas entre 1950 y 1980, ubicadas en la cuarta etapa, según la clasificación de algunos historiadores, que por alguna razón, la llaman "momento de madurez". Bien valdría preguntarse qué significa madurar para un artista, un término que, en el arte, podría llegar a ser hasta peyorativo.
Es sabido la adhesión del catalán al surrealismo desde 1925, una de las grandes tendencias modernistas que, como pocas, supo unir arte-marxismo-psicoanálisis. Con imágenes soñadas, dotadas de una gran carga onírica, dibujadas y pintadas "directamente del inconsciente", Miró, junto a Mar Ernst y André Masson y otros militaron en aquel movimiento, aunque en 1930 ya habían tomado distancia de él, por diferencias políticas. Miró, quería "asesinar la pintura" por aquellos años, por lo que, desde entonces, privilegió su obra en cerámica, escultórica y gráfica, una actitud que profundizó con los años.
Las piezas que se exhibirán en esta ciudad son pertenecientes a la familia italiana Guastalla, propietaria de una imprenta especializada en producción original múltiple de arte y colaboradora del propio Miró en la impresión de buena parte de los trabajos que se exhiben ahora.
A pesar de sus diferencias políticas con André Breton, Miró (quien se había negado a integrarse al comunismo y luego al trotskismo, como el escritor), fue reconocido en "Constelaciones" (1958) por sus aportes al surrealismo. En ese libro se encuentran reproducidas 22 aguadas del artista junto a 22 prosas paralelas escritas por el poeta.
La curaduría de la muestra es de Massimo Scaringella, destacado curador italiano que presentó muestras individuales de artistas como Francis Bacon, Omar Galliani o Massimo Listri; y colectivas de Poesía Visual entre las que se incluye la obra de John Cage, Yoko Ono o Joseph Beuys.
Hablar de la obra de Miró es, también, como se ha visto, hablar del surrealismo, y de las relaciones peligrosas entre arte y política.
Tal vez por ello, no sea casual que esta exposición, denominada "El Jardín de las Maravillas", haya sido anunciada, en primer lugar, organizada por el Ente Cultural, la Embajada de España, la Fundación Tres Pinos de Córdoba (Buenos Aires) y Fundación Melián (Córdoba). Pero en un parte corregido del propio Ente aparecen como organizadores, curiosamente, el Ateneo de la Militancia, que tiene como referente a Sarita Alperovich y que ha venido participando activamente en la campaña del gobernador.
La fecha da pie para interpretar un aprovechamiento electoral de la inauguración de estas obras: justo es el viernes, unas horas antes de que comiencen las elecciones.
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