Pocos y malos lectores

Pocos y malos lectores

Juicio desolador de un periodista en 1930.

 LA BIBLIOTECA SARMIENTO. Aspecto del salón de lectura en 1945, quince años después del comentario de Zoilo Agudo. LA GACETA / ARCHIVO LA BIBLIOTECA SARMIENTO. Aspecto del salón de lectura en 1945, quince años después del comentario de Zoilo Agudo. LA GACETA / ARCHIVO
En LA GACETA de 1930, aparecía la columna "Crónicas de los lunes", firmada con el evidente seudónimo de Zoilo Agudo. La edición del 21 de enero traía un largo párrafo: "Tucumán, la ciudad que no lee". Contaba que "por un espíritu de curiosidad y en ratos perdidos, nos hemos encargado de averiguar qué es y cuánto es lo que se lee en nuestra ciudad". Así, recorrió "las silenciosas y desiertas bibliotecas y las llamativas y abandonadas librerías". La conclusión: "en las dos partes, la cantidad y calidad de la lectura y de los lectores eran desoladoras".

En las "dos principales" bibliotecas -Sarmiento y Alberdi, sin duda- los lectores eran "pocos y malos". Estos últimos eran "aquellos que únicamente van a las bibliotecas a leer diarios o revistas de segundo orden". Y en los que piden libros "abundan los que se entregan con furor a la novela policial y a la romanticoide".

En las librerías, "las revistas de moda, las de sport, las de cine, constituyen la venta principal. Algunos libros de malas novelas criollas, y algunos libros de malas novelas francesas; pero todo esto, sin proporción con el número de habitantes de la ciudad".

Al volver, pasó por la plaza Independencia. La gente se había reunido en un mitin político. El orador, derrochando lugares comunes, "pintaba un cuadro venturoso del Jardín de la República del futuro, cuando ellos tomaran el poder. Prometía el oro y el moro, y nosotros, contagiados con la ingenuidad de la multitud, nos olvidamos de las comprobaciones que nos habían amargado un momento antes, y volvimos a nuestras casas con el corazón más levantado".

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