31 Julio 2013
No es la forma oval de la pelota. Tampoco el pase hacia atrás. Lo que hace que el rugby sea rugby es el tercer tiempo. Ese espacio sin camisetas que marca el fin de la rivalidad e invita a conocer y a compartir con el que hace un rato tackleó sin piedad es lo que hace a la esencia de este deporte y lo diferencia de cualquier otro.
René Crabos, jugador francés de la primera mitad del siglo pasado, lo definió como "el agradecimiento mutuo por haberse ayudado a disfrutar del juego, el tiempo del reconocimiento de alguna falta cometida y el momento de limar cualquier aspereza, el tiempo de las celebraciones, los tragos y los cánticos. Es el tiempo en el que conocemos a la persona que encierra al jugador con el que acabamos de competir duramente. Es el momento de forjar lazos de amistad que duran para siempre".
El problema es que en Tucumán, hace mucho ya que el tercer tiempo no se condice con la sabia definición de Crabos. Casi que se ha transformado en una formalidad, que cuanto más breve, mejor. ¿Se ha vuelto el juego más importante que los valores de los que hace gala? Con esa interrogante en mente, jugadores de Universitario se propusieron resucitar la mejor tradición del rugby.
"La idea surgió a fines del año pasado. Queremos recuperar esa parte del rugby, que acá está perdida", explicó Mariano Torres, capitán de las "serpientes".
Así fue que Lince, en su visita a Ojo de Agua, se encontró con una fiesta pospartido que se estiró hasta la madrugada. Más adelante, el agasajado fue Tucumán Lawn Tennis. "La idea es que podamos hacerlo cada sábado que el club juegue de local. Si Los Tarcos acepta adelantar el partido de la última fecha, tenemos planeado hacerlo de vuelta", anticipó Pablo Pérez Toranzos, manager de Uni.
"Somos amateurs, nos matamos entrenando y yendo al gimnasio toda la semana para jugar. El único momento en que nos podemos distender y hacer nuevos amigos es el tercer tiempo. Por eso en el club se armó una suerte de comisión que se ocupa de organizar todo para darle al rival la atención que se merece", comentó Torres.
Lawn Tennis no pasó por alto la gentileza, y la devolvió cuando la "U" visitó el Parque 9 de Julio. Lince no pudo hacerlo, ya que la revancha coincidía con el recital de Agapornis en el "serpentario".
"Me parece excelente la iniciativa de Uni. A nosotros nos atendieron de primera. Sería lindo poder hacerlo todos los fines de semana, pero con la problemática de jugar los domingos se complica. En Tucumán Rugby también queremos hacerlo, pero dependerá del día y de la predisposición del rival", aportó Luis Castillo.
Torres, al igual que el resto de los jugadores, remarca la incompatibilidad entre el domingo y un tercer tiempo prolongado. "Sabiendo que al otro día tienen que trabajar o estudiar, es entendible que algunos coman rápido y se vayan, o que algunos ni siquiera se queden. Pero esa no es la idea del tercer tiempo. Nosotros tratamos incluso de que las chicas de hockey se sumen, y que los jugadores puedan ir con sus novias y esposas. Ojalá otros clubes puedan sumarse", instó "Hueso". Darío Elgart, capitán de Lince, ponderó el esmero de Uni para devolverle al tercer tiempo la importancia que se merece: "nosotros también queríamos hacer algo así, entregándole una remera al mejor jugador y otra al moquero del partido. Eso lo vi cuando estuve viviendo en Nueva Zelanda. Allá el espíritu del rugby es increíble. Por la noche, después del partido, se juntan los jugadores de los dos equipos con sus familias a tomar y cantar. Y el que se mandó la macana del partido le ponen una gorra de castigo y no se la puede sacar durante toda la noche. Hasta al boliche tiene que ir con eso, ja ja".
El problema es que en Tucumán, hace mucho ya que el tercer tiempo no se condice con la sabia definición de Crabos. Casi que se ha transformado en una formalidad, que cuanto más breve, mejor. ¿Se ha vuelto el juego más importante que los valores de los que hace gala? Con esa interrogante en mente, jugadores de Universitario se propusieron resucitar la mejor tradición del rugby.
"La idea surgió a fines del año pasado. Queremos recuperar esa parte del rugby, que acá está perdida", explicó Mariano Torres, capitán de las "serpientes".
Así fue que Lince, en su visita a Ojo de Agua, se encontró con una fiesta pospartido que se estiró hasta la madrugada. Más adelante, el agasajado fue Tucumán Lawn Tennis. "La idea es que podamos hacerlo cada sábado que el club juegue de local. Si Los Tarcos acepta adelantar el partido de la última fecha, tenemos planeado hacerlo de vuelta", anticipó Pablo Pérez Toranzos, manager de Uni.
"Somos amateurs, nos matamos entrenando y yendo al gimnasio toda la semana para jugar. El único momento en que nos podemos distender y hacer nuevos amigos es el tercer tiempo. Por eso en el club se armó una suerte de comisión que se ocupa de organizar todo para darle al rival la atención que se merece", comentó Torres.
Lawn Tennis no pasó por alto la gentileza, y la devolvió cuando la "U" visitó el Parque 9 de Julio. Lince no pudo hacerlo, ya que la revancha coincidía con el recital de Agapornis en el "serpentario".
"Me parece excelente la iniciativa de Uni. A nosotros nos atendieron de primera. Sería lindo poder hacerlo todos los fines de semana, pero con la problemática de jugar los domingos se complica. En Tucumán Rugby también queremos hacerlo, pero dependerá del día y de la predisposición del rival", aportó Luis Castillo.
Torres, al igual que el resto de los jugadores, remarca la incompatibilidad entre el domingo y un tercer tiempo prolongado. "Sabiendo que al otro día tienen que trabajar o estudiar, es entendible que algunos coman rápido y se vayan, o que algunos ni siquiera se queden. Pero esa no es la idea del tercer tiempo. Nosotros tratamos incluso de que las chicas de hockey se sumen, y que los jugadores puedan ir con sus novias y esposas. Ojalá otros clubes puedan sumarse", instó "Hueso". Darío Elgart, capitán de Lince, ponderó el esmero de Uni para devolverle al tercer tiempo la importancia que se merece: "nosotros también queríamos hacer algo así, entregándole una remera al mejor jugador y otra al moquero del partido. Eso lo vi cuando estuve viviendo en Nueva Zelanda. Allá el espíritu del rugby es increíble. Por la noche, después del partido, se juntan los jugadores de los dos equipos con sus familias a tomar y cantar. Y el que se mandó la macana del partido le ponen una gorra de castigo y no se la puede sacar durante toda la noche. Hasta al boliche tiene que ir con eso, ja ja".
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