¿Seré muy ruidoso o mi vecino tiene pocas pulgas?
En los barrios, en los edificios y en los countries siempre hay motivo para quejarse del comportamiento de algún vecino. Los ruidos molestos encabezan el "top five" de reclamos y enojos que, en la mayoría de los casos, podrían liquidarse rápidamente conversando. Para algunos, el buen vecino es aquel que se solidariza con el prójimo; para otros, simplemente el que no molesta.
El barrio estaba harto, pero ni uno de sus habitantes se animaba a decir ni una letra a la única persona capaz de solucionar el problema. El vecino, supongamos que se llamaba Mario -en estas cuestiones nadie quiere dar su nombre- hacía meses que había abierto un boliche nocturno en Villa Alem. Los ruidos eran insoportables, y si hasta este momento alguien había tomado la iniciativa de hacérselo saber, Mario no estaba dispuesto a dejar de ganar plata con su nuevo negocio.
En un principio todos querían solucionar las cosas por las buenas, pero viendo que Mario no aflojaba, pedían que el rigor de la ley estrujara los bolsillos del incipiente empresario de la noche. "Ellos querían que vaya la Dipsa, los inspectores municipales y que le clausuren el lugar. No se animaban a hablar, pienso que porque suponían que el vecino no iba a darles solución. Pero llegamos nosotros y en una semana la cuestión se había resuelto: el bolichero cambió de rubro y puso un salón de fiestas infantiles". El que cuenta la anécdota es Francisco Silva, un joven abogado que desde el año pasado se sube al trailer del programa "El municipio en los barrios" para prestar, entre otros servicios, asesoría jurídica y mediación en conflictos vecinales. El ejemplo del bolichero que cambió de rubro ilustra el reclamo que encabeza el "top five" de quejas vecinales: los ruidos molestos.
A las partes les cuesta ponerse de acuerdo. ¿Seré yo muy ruidoso o será que mi vecino tiene pocas pulgas? es el planteo -muchas veces irónico- que suele aparecer ante un reclamo por sonidos molestos. Filtraciones, problemas en la medianera, mascotas con mal carácter y la limpieza de los espacios comunes son algunos de los problemas que enfrentan a los tucumanos. Y aunque puedan parecer cuestiones menores, complican la vida cotidiana de sus protagonistas. Muchos encuentran solución gracias a la buena voluntad de las partes, y en menor medida por la intervención de los administradores. Pero una buena parte requiere de un tercero.
Las mascotas
José es alérgico a los gatos. Le provocan congestión, estornudos y cierto desagrado. Durante meses soportó lo que era para él una verdadera tortura: todas las mañanas, apenas abría los ojos, lo primero que veía era un gato a los pies de su cama. Y no cualquier gato: era uno negro. "Esto sucedía en un edificio de Mate de Luna al 1.800. Los dos muchachos, el fanático y el alérgico a los gatos, eran vecinos de balcón en el noveno piso. El animalito se pasaba todas las mañanas; parece que le hacía de gusto. Me llamó a mí para que interviniera y después de una charla, el amante de los gatos se comprometió a no dejar salir más su mascota", recuerda Alejandro, un administrador de edificios que actualmente se encuentra al frente de 20 consorcios. "Prefiero que no aparezca mi nombre porque se pueden herir susceptibilidades", aclara tras contar una larga lista de anécdotas que más de una vez lo levantaron de la cama a la madrugada para ir a intervenir en un conflicto entre vecinos de propiedades horizontales.
En los edificios en altura, el que peor puede llegar a pasarla es el vecino de planta baja cuyo patio es el pulmón de manzana. "A ellos les tiran cosas indescriptibles: pañales sucios, colillas de cigarrilos y los restos que quedan al sacudir el mantel por el balcón. Esos son los vecinos que más nos llaman para reclamar, y para colmo no tienen forma de saber quiénes son", cuenta Rodolfo, administrador de edificios y de barrios privados. "El caso más insólito que conocí fue el de una vecina de un barrio cerrado de Yerba Buena que decidió tapiar su casa, abrir un portón propio hacia la calle y dejar de pagar las expensas. Nada de eso puede hacerse, es un caso que seguramente se dirimirá en Tribunales", concluye.
Buenos vecinos
¿Qué es ser buen vecino hoy? Esa fue la pregunta que le hizo LA GACETA a algunos habitantes de barrios, edificios y de countries. Para algunos, el vecino ideal es aquel que prácticamente no existe, mientras que otros valoran la solidaridad.
Patricia Salazar vivió la mayor parte de su vida en la Ciudadela primero y en el barrio Piedrabuena después. Hace algunos años vive en un edificio del centro tucumano, y tiene una visión completa del tema. "En un barrio, creo que el vecino ideal es aquel al que le podés dejar la llave de tu casa cuando te vas de viaje. Me gustaría tener esa confianza con un vecino. Pero en un edificio lo mejor es que no tenés que darte bolilla con nadie. Más allá de un 'buen día', 'qué frío' o 'qué calor', no tengo idea ni cómo se llaman mis vecinos. ¡Y eso me encanta!", exclamó.
Al contrario de lo que pueda pensarse, en un country o en un barrio privado, a pesar de la cercanía y la -a priori- falta de privacidad (no hay muros medianeros, por ejemplo), se puede tranquilamente vivir sin saber nada del otro. "Me gusta saber que puedo contar con mi vecino si necesito algo de urgencia y de hecho a veces me vienen a pedir un limón o una cebolla, y no tengo problema. Pero al menos en mi caso, no soy de hacerme amiga. Puedo tener buena onda, pero no me voy a parar a preguntarle qué es de su vida", cuenta Cecilia, habitante de uno de los primeros countries de Yerba Buena.
Pero en los barrios de la periferia sigue cotizando más la solidaridad. Así opina Fernando Fariña, también abogado de la Municipalidad que sale a visitar la vida más allá de las cuatro avenidas. "El vecino de barrio es más humano. Está mas atento a lo que le pasa al de al lado y está dispuesto a colaborar. En muchos casos, las consultas que recibimos son de vecinos que vienen a preguntar por otro y que quisieran ayudarlo. En los barrios hay mucha gente buena", concluye.
Ruidos molestos
La música a todo volumen es la queja principal en los barrios. En los edificios, los taladros, los muebles que se corren y los tacos de la vecina de arriba.
El basurero en el patio
Los que habitan en la planta baja de algunos edificios tienen que soportar que en su patio arrojen todo tipo de desperdicios: desde pañales hasta pedazos de comida.
Plantas invasoras
Vecinos de countries se quejan cuando las plantas de la propiedad vecina invaden su jardín. También protestan por los hurtos que suceden en las viviendas.
Los animales
Mascotas que ladran a toda hora o muerden al vecino. En edificios los animales molestan por los ruidos que hacen, y en los barrios porque hacen sus necesidades en el jardín ajeno.
El agua que es de nadie
Uno de los reclamos comunes entre vecinos es el agua que se arroja a la calle. También cuestiones de medianería y problemas de humedad que traspasa las paredes ajena.
El reclamo que más moviliza a la policía
Los ruidos molestos encabezan la lista de llamados teléfonicos a la policía durante los fines de semana. Sin embargo, es muy raro que alguien llegue a radicar una denuncia por este tema. "La idea es que la Policía llegue al lugar del hecho y le pida al vecino que baje el volumen de la música. Lo hacen, pero cuando estamos a dos cuadras vuelven a subirlo", cuenta el comisario principal Luis Díaz, de la comisaría 10°. "La mayoría de los conflictos son temas que pueden solucionar entre ellos, conversando", afirmó.