Felipe, un rey marcado por escándalos de la casa real belga

Alberto II, luego de 20 años en el trono, abdicó en favor de su hijo de 53 añosLos líderes separatistas no asistieron al acto, en el que hubo poca presencia extranjera. Un libro reveló que el nuevo monarca no se casó por amor y que sería homosexual. Muchos no creen que esté preparado

TRAS LA ASUNCIÓN. Matilde y Felipe saludan al público que se congregó para homenajear al nuevo monarca. REUTERS TRAS LA ASUNCIÓN. Matilde y Felipe saludan al público que se congregó para homenajear al nuevo monarca. REUTERS
22 Julio 2013
BRUSELAS.- El nuevo monarca que tomó posesión del cargo ayer, y los miembros de la familia real de Bélgica, no han quedado al margen de las reformas de austeridad que los gobiernos se han visto obligados a imponer en todos los estratos ante la crisis económica, pero tampoco de los escándalos que sacuden a la mayoría de las casas reales europeas.

El rey Alberto II -de 79 años- recibirá, tras su abdicación, el mismo sueldo anual que el nuevo rey, su hijo Felipe de Bravante: cobrará 923.000 euros sujetos a impuestos. Se trata de menos de la mitad que recibía hasta este año el ex monarca, un recorte motivado por la severa crisis económica que vive Europa y que se hace sentir también en Bélgica. En junio, el Congreso aprobó bajar los sueldos de los miembros de la familia real y les obligó a pagar impuestos por los fondos que perciban. Además, limitó el número de personas que recibirían un salario real al monarca, el heredero al trono, al cónyuge del monarca y al del heredero, y al rey que se retire de sus funciones, así como a su cónyuge.

El Gobierno belga aprobó un ajuste de 1.434 millones de euros en el presupuesto federal de 2013 con vistas a controlar su déficit nominal, que quedará en torno al 2,4% de su PBI. El Estado cerró 2012 con un déficit del 3,9% y aunque es uno de los países más ricos del viejo continente, fue el primero de la zona euro en entrar en recesión, en el último trimestre de 2011.

Actualmente, la tasa de desempleo es del 8,6%, promedio, pero para los menores de 25 años se dispara al 22,7%.

"Atormentado"
Pero no es sólo un ajuste en el presupuesto de la monarquía por lo que la familia real belga ha quedado en el foco de la opinión pública. En los últimos meses, un escándalo tras otro oscurecieron su presente. De la reina Fabiola, viuda del rey Balduino, se descubrió que había creado una fundación para evadir impuestos.

Previamente, la televisión había mostrado a uno de los hijos de Alberto II -quien abdicó ayer-, Lorenzo, como un maltratador que ni se habla con su mujer. Pero fue un libro del periodista belga Fréderic Deborsu sobre la familia real -que reveló que el nuevo monarca no se habría casado por amor y que su matrimonio habría sido una imposición de su padre- el que desencadenó los mayores problemas.

El autor de Cuestiones reales lo considera un individuo "frustrado", "con complejo de inferioridad" y "atormentado" por la fuerte autoridad de su padre. El libro revela graves datos sobre una familia desestructurada, princesas infieles e hijos secretos. También se coló fuerte la sostenida versión de que el monarca que asumió al mediodía de ayer en realidad sería homosexual y que mantuvo una intensa relación con el conde Thomas de Marchant. Deborsu cuenta que en 1994 -cinco años antes de su boda- su padre, el rey Alberto II, luego de admitir que su hijo mantenía "una amistad especial" con un hombre, le advirtió a su primogénito: "o te casas, o nunca serás rey". El hijo acató sus órdenes y finalmente Marchant tachó las revelaciones de "sensacionalistas" y negó un tinte amoroso con una amistad de más de 30 años. En 1999, a los 39 años, el nuevo jefe de Estado, se casó con Matilde d'Udekem d'Acoz, hija de una condesa y de un noble sin titulación, con la que ha tenido dos niños y dos niñas.

Educado como soberano
Hoy el nuevo rey de los belgas tiene 53 años y aunque se lo presenta como una persona de temple sereno y con amplia experiencia en la gestión (estudió en Oxford y en Stanford): ha encabezado infinidad de misiones comerciales e institucionales. Sin embargo, un porcentaje importante de los belgas consideran que todavía no está preparado lo suficiente como para reinar.

Felipe, el mayor de tres hermanos, fue el protegido de sus tíos, los reyes Balduino y Fabiola. La muerte del soberano, que no dejó descendencia, hizo que su padre, Alberto II, asumiera el trono, aunque inicialmente su intención haya sido la de abdicar en el príncipe Felipe, al que Balduino educó para ser el soberano. Ayer se convirtió en el séptimo rey de los belgas, tras jurar el cargo ante el Parlamento. (Especial)

Una sobria ceremonia de coronación
BRUSELAS.- Felipe juró ayer la Constitución de Bélgica, tras la abdicación de su padre, Alberto II, y se convirtió así en el nuevo jefe de Estado y en el séptimo rey de Bélgica en una ceremonia sobria marcada por la escasa presencia de delegaciones extranjeras. "Juro observar la Constitución y las leyes del pueblo belga, mantener la independencia nacional y la integridad del territorio", dijo Felipe I en francés, neerlandés y alemán, los tres idiomas oficiales del país.

El solemne juramento se celebró en el Parlamento federal y con la presencia del gobierno en pleno, que dirige el primer ministro, el socialista Elio Di Rupo.

A pesar de que el protocolo se cumplió y el traspaso se realizó sin problemas, el conflicto político entre la monarquía y las fuerzas independentistas del país se hizo sentir.

A la ceremonia faltaron los representantes del partido independentista flamenco Vlams Belang, y aunque sí estaban presentes los de otra formación nacionalista, el N-VA, su delegación no aplaudió al nuevo rey, y su líder, el alcalde de Amberes, Bart De Wever, no asistió, tal como había anunciado.

Otro elemento que caracterizó el traspaso real belga fue la escasa presencia extranjera.

Fue una ceremonia sobria, en la que, además del cuerpo diplomático estable que reside en el pequeño país europeo, sólo asistieron el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y la vicepresidenta de la Eurocámara Isabelle Durant. Felipe dedicó gran parte de su discurso ante el Parlamento a reivindicar el reinado de su padre, a quien calificó como un líder "cercano a todos, cálido y profundamente humano, atento y comprometido como jefe del Estado". (Télam)

Comentarios