El Esmeralda hacía cortar el tránsito en Muñecas 200

Desde 1914 a 1933, en el mismo local donde funcionó el comedor universitario, hubo un salón de cine. Allí actuó Gardel y cautivó Raffles

EL AVISO. El 9 de mayo de 1919 así anunciaban al dúo en la cartelera. EL AVISO. El 9 de mayo de 1919 así anunciaban al dúo en la cartelera.
Esmeralda. Según el diccionario es una piedra preciosa compuesta de silicato de alúmina y glucina, más dura que el cuarzo y teñida de verde por el óxido de cromo. Pero en el caso que nos compete, Esmeralda fue un salón cine teatro de esta capital, que funcionó, entre 1914 y 1933, en el 248 de la calle (Ildefonso Escolástico de las) Muñecas. El sacerdote tucumano, católico y líder guerrillero de la guerra de la Independencia del Alto Perú (hoy Bolivia), hijo de del doctor Juan José de las Muñecas y de la patricia Elena María Alurralde.

La sala más emparentada con los tiempos del biógrafo que con el cinematógrafo, según el testimonio de Margarita M. Bachur, -a través de una carta publicada en LA GACETA del 21 de octubre de 1992- era propiedad de los Martínez. Bachur, al evocar al cine de su infancia destaca: "nací y pasé mis primeros años en Muñecas al 200, a pocos pasos del cine Esmeralda. Sus propietarios eran entonces una familia española -Martínez-, cuyas hijas Lucrecia y Esmeralda (por ella se llamaría así el salón), atendían la boletería".

Truco publicitario
Pero en la década del 20, José Oliver aparece como dueño del Esmeralda, cuando se anunció que Arthur J. Raffles llegaría a nuestra provincia. En realidad nunca fue Raffles, el personaje creado en la década de 1890 por E. W. Hornung -que también era cuñado de Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes- ni tampoco los actores Gilbert M. Anderson, John Barrymore, House Peters ni Ronald Coleman -todos ellos habían interpretado a Raffles entre 1905 y 1930- sino un amigo de Oliver, que se hizo pasar por el afamado ladrón.

El juego propagandístico se armó desde Bella Vista, de acuerdo con una crónica de febrero de 1950, que evoca el episodio. Allí el falso Raffles ocupó un camarote en el tren que venía de Buenos Aires y Córdoba, el día previo al estreno de Raffles, El Perpetrador Aficionado. Sólo un amigo"El amigo de

Oliver se vistió de frac, ocultó su rostro con un antifaz negro y con un lujoso bastón, que en todo momento hizo girar con sus manos, se paseó por todo el tren. En la estación Central Córdoba, lo aguardaba el empresario cinematográfico con una banda de música en el andén y un landó tirado por cuatro caballos, en la puerta". Una multitud esperó al trucho Raffles, que al descender fue vitoreado y trasladado en el carruaje hasta un hotel céntrico.

"Al día siguiente -añade el cronista- Raffles entregó, en la plaza Independencia, una Libra Esterlina a la dama, que a su juicio, le dijera la frase más original. El premio fue para Clara de la Cuesta, que no sólo recibió la libra sino la deferencia del caballero bandido".

Sin dudas, la propaganda -como se denominaba por entonces- resultó exitosa. La proyección de la película atrajo una desusada concurrencia al Esmeralda. A tal punto que se interrumpió el tránsito en Muñecas al 200 no sólo en la función vespertina, sino también en la nocturna y el filme se mantuvo en cartelera, dos semanas con dos proyecciones por día.

Tiempos difíciles
Cuando el Salón Esmeralda se inauguró, la entrada de películas estaba restringida al país a raíz de la Primera Guerra Mundial.

"Esto obligó a los empresarios a completar el programa de los biógrafos con espectáculos de danza, de cómicos, de música y de canciones a cargo de artistas conocidos como fantoches y troupes locales o de Buenos Aires", explicó el cinéfilo Ricardo Antonio Brunetti.

Estrenos destacados
Durante el cine mudo, el salón Esmeralda fue una sala importante, donde se realizaron estrenos destacados como Parodia de Carmen (1915 y 1916), en español, de Charles Chaplin y Edna Purviance;La llegada de un gaucho (1920) con W. Hart; y Firpo vs. Willard (1923). En 1931 incorporó el sonido y dos años después bajó el telón para siempre.

El local no volvió a ser ni biógrafo ni cine, nunca más.

Gardel
El zorzal actuó cuatro días en muñecas 248 
La única presentación de Carlos Gardel en Tucumán fue desde el 9 al 12 de mayo de 1919, con su entonces compañero José Razzano y el guitarrista José Ricardo. La edición de LA GACETA del 9/5/19, consigna que Gardel actúa en Tucumán, durante cuatro noches en el Salón Teatro Esmeralda, de Muñecas 248. Y cada actuación estuvo precedida de dos películas. René Ruiz, quien junto a Alberto Hilarión Acuña, integrara un recordado binomio -considerado por los entendidos como el mejor dúo luego de Gardel-Razzano- cuenta en Noticias Gráficas, que "cuando tenía 17 o 18 años, me hice cuarenta leguas a caballo para conocer al Zorzal. Vivía en una estancia de un tío, en Burruyacu. Y con mi primo nos largamos a caballo antes de la salida del sol y llegamos a la noche". Gardel no sólo los recibió sino que, como si fueran viejos amigos, compartió todo el tiempo con ellos. "Cuando vengan a Buenos Aires no dejen de visitarme», les dijo al despedirse y les dio la dirección de un café porteño de Rivadavia y Rincón. Cuando fueron a visitarlo, Gardel le gritó a Razzano: "ché, oriental... ¿Sabés quiénes están acá? ¿Te acordás de los cosos aquellos de Tucumán?" La amistad estaba hecha. Más tarde Gardel le pidió a Ruiz algunas de sus composiciones para interpretar y grabar.

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