18 Julio 2013
BUENOS AIRES.- Por segunda vez desde la muerte de Ángeles Rawson, el juez Javier Ríos interrogó a dos mujeres. Se trata de Dominga Torres, la empleada doméstica de la familia de la adolescente, y María Elena Leuzzi, la presidenta de la Asociación de Víctimas de Violación (AVIVI).
Por un lado, la mucama ratificó que la mañana en que desapareció la adolescente llegó temprano al departamento, que la menor nunca ingresó y que allí permaneció durmiendo hasta el mediodía el hermanastro de la víctima.
Esa declaración había sido solicitada especialmente por la defensa de Jorge Mangeri, el portero acusado de haber asesinado con alevosía a la adolescente de 16 años. Sus abogados, Miguel Ángel Pierri y Marcelo Biondi, habían afirmado que los dichos de la mucama no "cerraban".
Respecto a Leuzzi, le dijo al juez que había recibido amenazas y llamados telefónicos diciendo que no hablara "más pavadas" en la causa, razón por la cual radicó las denuncias. En su primera declaración, la mujer había contado que se acercó al departamento de Ángeles la tarde que apareció el cadáver y que había encontrado unas llaves que pertenecían a la víctima, según le informó en ese momento uno de los hermanos de la menor.
Ayer Leuzzi ratificó aquellos dichos y confirmó que la tarde del 11 de junio le "llamó la atención la paz que tenía esa mamá" y que veía a un padrastro "muy nervioso, que fumaba mucho". Aportó, además, que "el hermano Juan Cruz estaba quebrado", mientras que "Axel (el hermanastro) estuvo con campera polar subida hasta el cuello" pese a que en el lugar -resaltó- hacía calor. (DyN)
Por un lado, la mucama ratificó que la mañana en que desapareció la adolescente llegó temprano al departamento, que la menor nunca ingresó y que allí permaneció durmiendo hasta el mediodía el hermanastro de la víctima.
Esa declaración había sido solicitada especialmente por la defensa de Jorge Mangeri, el portero acusado de haber asesinado con alevosía a la adolescente de 16 años. Sus abogados, Miguel Ángel Pierri y Marcelo Biondi, habían afirmado que los dichos de la mucama no "cerraban".
Respecto a Leuzzi, le dijo al juez que había recibido amenazas y llamados telefónicos diciendo que no hablara "más pavadas" en la causa, razón por la cual radicó las denuncias. En su primera declaración, la mujer había contado que se acercó al departamento de Ángeles la tarde que apareció el cadáver y que había encontrado unas llaves que pertenecían a la víctima, según le informó en ese momento uno de los hermanos de la menor.
Ayer Leuzzi ratificó aquellos dichos y confirmó que la tarde del 11 de junio le "llamó la atención la paz que tenía esa mamá" y que veía a un padrastro "muy nervioso, que fumaba mucho". Aportó, además, que "el hermano Juan Cruz estaba quebrado", mientras que "Axel (el hermanastro) estuvo con campera polar subida hasta el cuello" pese a que en el lugar -resaltó- hacía calor. (DyN)
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