18 Julio 2013
ESTRENO. La película de Campanella, en todos los cines.
El cine nacional mainstream, con aspiraciones de dejar huella en donde se proyecte, y con un presupuesto nunca antes alcanzado de 20 millones de dólares, tiene en "Metegol", primera animación de Juan José Campanella, uno de sus ejemplos más contundentes.
El argumento es sencillo: un niño apasionado por la tecnología de su tablet escucha un relato de su padre. Él le cuenta cómo un ganador y un perdedor en un juego de fútbol de mesa pueden enfrentarse, y el más honesto resistir la venganza del derrotado para salvar a su pueblo.
"Como se dice cuando hay una sola opción: pasión". La frase es la síntesis perfecta a un tema que Campanella maneja a la perfección desde que conmovió con sus primeras historias íntimas, pero a la vez corales. Esas que con "Luna de Avellaneda" encontraron un punto culminante.
Otro tema es la capacidad de lucha que pueden alcanzar los habitantes de un pueblo, uniendo todas sus fuerzas cuando una estrella de fútbol (estilo Cristiano Ronaldo), obsesionado por ganar por cualquier medio, procure convertir a ese pueblo donde nació en un negocio personal.
Con su pasión a cuestas, Campanella logró en su filme encontrar el difícil equilibrio entre arte e industria, dentro de una cinematografía que debe participar de una competencia injusta con las producciones estadounidenses, en términos que no son necesariamente artísticos.
Campanella conoce muy bien los recursos de los que se vale el cine estadounidense. Trabajó para la televisión de aquel país como director de numerosos episodios de series de éxito, lo que le dio el entrenamiento suficiente para encarar un tipo de cine efectivo.
El desafío de hacer frente a un largometraje de dibujos animados en un tiempo en el que Hollywood es dueño de la pelota no pareció achicar al cineasta, que venía de ganar un Oscar gracias a "El secreto de sus ojos" pero prefirió no fanfarronear con la estatuilla.
El guión de "Metegol", inspirado en un relato de Roberto Fontanarrosa, lleva en esta versión libre la firma de Campanella y del escritor y periodista deportivo Eduardo Sacheri, así como del cinéfilo, periodista y finalmente productor Axel Kuschevatsky.
La delantera Campanella-Sacheri-Kuschevatsky funciona como mecanismo de relojería a la hora de versionar el relato de Fontanarrosa porque cada uno aporta lo suyo, es decir, el lenguaje del cine, la esencia deportiva y el toque que hace que el sabor del éxito sea más intenso. Nunca está en "orsai".
Si a este grupo le sumamos una segunda línea conformada por un director de fotografía como Félix Monti (afortunada inclusión en un filme de animación), así como la música compuesta por Emilio Kauderer (el mismo de "Un lugar en el mundo") plena de épica, el resultado es de 10, o mejor dicho de 11.
El equilibrio justo
En "Luna de Avellaneda" un grupo de vecinos y amigos defiende a su club barrial quebrado. En "Metegol", un equipo mezcla de humanos con diminutos jugadores de plomo trata de defender su dignidad frente a un intento de humillación, como símbolo del poder que quiere arrebatarle su lugar en el mundo.
En ese equilibrio en el que también es fundamental el ingrediente del juego limpio, el no aceptar singularidades (en un mundo plural pero con una mirada sesgada por la discriminación), y una cámara que se mueve a toda velocidad en ruta zigzagueante sobre madera pintada de verde, es en donde el filme saca partido.
Nada está librado al azar en este relato donde además de pasión, amor y solidaridad también hay humor en la caricatura de situaciones comunes entre los jugadores de hoy, el uso (no abuso) de jerga, y un par de oportunos temas musicales de René, de Calle 13, que completan la hora y media de buena propuesta.
Las voces elegidas están a la altura de las circunstancias. Pablo Rago, Horacio Fontova, Coco Silly, Fabián Gianola y Miguel Angel Rodríguez ratifican que en la Argentina se dio una evolución del género, que tuvo un pionero notable como Quirino Cristiani, y artistas de fuste como Dante Quinterno y García Ferré. Ahora suma el aporte digital de Campanella. Un gol del cine nacional.
El argumento es sencillo: un niño apasionado por la tecnología de su tablet escucha un relato de su padre. Él le cuenta cómo un ganador y un perdedor en un juego de fútbol de mesa pueden enfrentarse, y el más honesto resistir la venganza del derrotado para salvar a su pueblo.
"Como se dice cuando hay una sola opción: pasión". La frase es la síntesis perfecta a un tema que Campanella maneja a la perfección desde que conmovió con sus primeras historias íntimas, pero a la vez corales. Esas que con "Luna de Avellaneda" encontraron un punto culminante.
Otro tema es la capacidad de lucha que pueden alcanzar los habitantes de un pueblo, uniendo todas sus fuerzas cuando una estrella de fútbol (estilo Cristiano Ronaldo), obsesionado por ganar por cualquier medio, procure convertir a ese pueblo donde nació en un negocio personal.
Con su pasión a cuestas, Campanella logró en su filme encontrar el difícil equilibrio entre arte e industria, dentro de una cinematografía que debe participar de una competencia injusta con las producciones estadounidenses, en términos que no son necesariamente artísticos.
Campanella conoce muy bien los recursos de los que se vale el cine estadounidense. Trabajó para la televisión de aquel país como director de numerosos episodios de series de éxito, lo que le dio el entrenamiento suficiente para encarar un tipo de cine efectivo.
El desafío de hacer frente a un largometraje de dibujos animados en un tiempo en el que Hollywood es dueño de la pelota no pareció achicar al cineasta, que venía de ganar un Oscar gracias a "El secreto de sus ojos" pero prefirió no fanfarronear con la estatuilla.
El guión de "Metegol", inspirado en un relato de Roberto Fontanarrosa, lleva en esta versión libre la firma de Campanella y del escritor y periodista deportivo Eduardo Sacheri, así como del cinéfilo, periodista y finalmente productor Axel Kuschevatsky.
La delantera Campanella-Sacheri-Kuschevatsky funciona como mecanismo de relojería a la hora de versionar el relato de Fontanarrosa porque cada uno aporta lo suyo, es decir, el lenguaje del cine, la esencia deportiva y el toque que hace que el sabor del éxito sea más intenso. Nunca está en "orsai".
Si a este grupo le sumamos una segunda línea conformada por un director de fotografía como Félix Monti (afortunada inclusión en un filme de animación), así como la música compuesta por Emilio Kauderer (el mismo de "Un lugar en el mundo") plena de épica, el resultado es de 10, o mejor dicho de 11.
El equilibrio justo
En "Luna de Avellaneda" un grupo de vecinos y amigos defiende a su club barrial quebrado. En "Metegol", un equipo mezcla de humanos con diminutos jugadores de plomo trata de defender su dignidad frente a un intento de humillación, como símbolo del poder que quiere arrebatarle su lugar en el mundo.
En ese equilibrio en el que también es fundamental el ingrediente del juego limpio, el no aceptar singularidades (en un mundo plural pero con una mirada sesgada por la discriminación), y una cámara que se mueve a toda velocidad en ruta zigzagueante sobre madera pintada de verde, es en donde el filme saca partido.
Nada está librado al azar en este relato donde además de pasión, amor y solidaridad también hay humor en la caricatura de situaciones comunes entre los jugadores de hoy, el uso (no abuso) de jerga, y un par de oportunos temas musicales de René, de Calle 13, que completan la hora y media de buena propuesta.
Las voces elegidas están a la altura de las circunstancias. Pablo Rago, Horacio Fontova, Coco Silly, Fabián Gianola y Miguel Angel Rodríguez ratifican que en la Argentina se dio una evolución del género, que tuvo un pionero notable como Quirino Cristiani, y artistas de fuste como Dante Quinterno y García Ferré. Ahora suma el aporte digital de Campanella. Un gol del cine nacional.
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