16 Julio 2013
Sin ella la vida no es posible. Y pese a que ocupa las tres cuartas partes del planeta, solo un ínfimo porcentaje es para consumo humano. Lo más preocupante es que el agua ha comenzado a escasear, como consecuencia del cambio climático y la contaminación de los ríos, entre otras causas. Esta situación fue advertida en 2002, en Sudáfrica, donde se efectuó la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible. Naciones Unidas expresó a través de un informe que una de cada cinco personas en el mundo no tenía acceso al agua potable, mientras que alrededor de 2.400 millones carecían de condiciones adecuadas de salubridad. En esa oportunidad, el Banco Mundial señaló que en 2025 -dentro de once años y medio-, 48 países que tendrían en su conjunto una población de 1.400 millones, experimentarían graves problemas por la escasez de agua, mucho más que los 29 países con una población de 436 millones de personas, calculados en 1995.
Tucumán, por cierto, no es ajeno a esta realidad. Las poblaciones del valle de Choromoro, ubicado en el departamento Trancas, carecen de agua potable. Los pobladores de Potrero, Rodeo Grande, Gonzalo, La Higuera, Chuscha, Ñorco y Choromoro padecen en consecuencia y con frecuencia varias patologías (infecciones urinarias, intestinales, vaginitis y manchas en la piel). Según el agente sanitario del CAPS de la localidad de Gonzalo, el agua tiene más de 200 bacterias. Los animales toman y defecan en los ríos, pero también la gente arroja pañales, plástico, pilas y basura en los canales. Para paliar la situación se entregan en forma gratuita pastillas de cloro gratis.
A comienzos de este mes, el Siprosa divulgó un estudio que indica que en esa zona el agua no es apta para el consumo humano por encontrarse bacterias en un número superior al establecido por el Código Alimentario Argentino. Un de ellas es la escherichia coli, que se halla en la materia fecal de los animales y produce infecciones intestinales y diarreas. Detectaron también la pseudomonas aeruginosa, que infecta el tracto pulmonar, el urinario, tejidos, heridas y ocasiona otras infecciones de sangre.
Hace 35 años, los moradores piden la construcción de un puente sobre el río Gonzalo para no quedar aislados cuando este crece; cuando ello ocurre, los chicos no pueden ir a la escuela. La planta potabilizadora que se hizo en Potrero nunca funcionó. El comisionado rural dijo que perforarán de un pozo solucionará los inconvenientes del agua de Chuscha y La Higuera. Para las otras poblaciones no hay respuesta. Lo insólito que en esos pueblos que carecen de veredas, el funcionario proyecta construir cordón cuneta.
Ocho años atrás, en la cobertura periodística de nuestro diario, los vecinos contaban que el agua del río les provocaba diversas enfermedades y la médica del CAPS solicitaba que se analizara el agua.
Parece increíble que en ese tiempo transcurrido, poco o nada se haya hecho para mejorar la calidad de vida de estos comprovincianos. Sería tal vez interesante si los funcionarios convivieran tres o cuatro días con estos vecinos para experimentar en carne propia la realidad cotidiana de consumir agua contaminada. Quizás de ese modo se sensibilizarían y atenderían en forma inmediata las necesidades de sus representados. El progreso del siglo XXI no ha llegado aún a estos tucumanos que parecieran ser considerados ciudadanos de segunda por la clase dirigente.
Tucumán, por cierto, no es ajeno a esta realidad. Las poblaciones del valle de Choromoro, ubicado en el departamento Trancas, carecen de agua potable. Los pobladores de Potrero, Rodeo Grande, Gonzalo, La Higuera, Chuscha, Ñorco y Choromoro padecen en consecuencia y con frecuencia varias patologías (infecciones urinarias, intestinales, vaginitis y manchas en la piel). Según el agente sanitario del CAPS de la localidad de Gonzalo, el agua tiene más de 200 bacterias. Los animales toman y defecan en los ríos, pero también la gente arroja pañales, plástico, pilas y basura en los canales. Para paliar la situación se entregan en forma gratuita pastillas de cloro gratis.
A comienzos de este mes, el Siprosa divulgó un estudio que indica que en esa zona el agua no es apta para el consumo humano por encontrarse bacterias en un número superior al establecido por el Código Alimentario Argentino. Un de ellas es la escherichia coli, que se halla en la materia fecal de los animales y produce infecciones intestinales y diarreas. Detectaron también la pseudomonas aeruginosa, que infecta el tracto pulmonar, el urinario, tejidos, heridas y ocasiona otras infecciones de sangre.
Hace 35 años, los moradores piden la construcción de un puente sobre el río Gonzalo para no quedar aislados cuando este crece; cuando ello ocurre, los chicos no pueden ir a la escuela. La planta potabilizadora que se hizo en Potrero nunca funcionó. El comisionado rural dijo que perforarán de un pozo solucionará los inconvenientes del agua de Chuscha y La Higuera. Para las otras poblaciones no hay respuesta. Lo insólito que en esos pueblos que carecen de veredas, el funcionario proyecta construir cordón cuneta.
Ocho años atrás, en la cobertura periodística de nuestro diario, los vecinos contaban que el agua del río les provocaba diversas enfermedades y la médica del CAPS solicitaba que se analizara el agua.
Parece increíble que en ese tiempo transcurrido, poco o nada se haya hecho para mejorar la calidad de vida de estos comprovincianos. Sería tal vez interesante si los funcionarios convivieran tres o cuatro días con estos vecinos para experimentar en carne propia la realidad cotidiana de consumir agua contaminada. Quizás de ese modo se sensibilizarían y atenderían en forma inmediata las necesidades de sus representados. El progreso del siglo XXI no ha llegado aún a estos tucumanos que parecieran ser considerados ciudadanos de segunda por la clase dirigente.
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