04 Julio 2013
LONDRES.- "¿Quieren chocolates?". El ánimo de Juan Martín del Potro no podía ser mejor en los pasillos del All England Club de Wimbledon, que en cuestión de horas vio pasar al argentino del drama a la felicidad total. Con el pantalón arremangado a la altura de la rodilla izquierda, se acercó a un grupo de periodistas para ofrecerles unos dulces.
No era el primer gesto del argentino durante un torneo que está disfrutando como si fuera su primer Grand Slam. El buen ánimo de Del Potro en Wimbledon parece a prueba de cualquier contratiempo. Principalmente del dolor en la rodilla izquierda, que tras la caída en el inicio del partido que le ganó a David Ferrer por 6-2, 6-4 y 7-6 (7-5) hacía presagiar lo peor para el argentino.
Es que el día había comenzado muy diferente a cómo terminó para el número ocho del mundo. Tras apenas cinco puntos de partido, fue a buscar una pelota en el fondo de la cancha y luego de torcerse la rodilla izquierda en la que arrastraba dolores cayó aparatosamente al piso. Al borde del llanto y con gestos de sufrimiento, quedó tendido varios segundos en el césped. En la cancha central se respiraba un silencio que sólo se volvería a sentir horas más tarde en el inicio del complicado duelo que Andy Murray (jugará ante el polaco Jerzy Janowicz, que eliminó a su compatriota a Lukasz Kubot) sacó adelante ante Fernando Verdasco en cinco sets por 4-6, 3-6, 6-1, 6-4 y 7-5. "Muchas cosas negativas pasaron por mi cabeza. Fue realmente doloroso y me asusté. Estuve cerca de retirarme, pero los doctores me dieron buenos antiinflamatorios, mi saque me salvó y luego empecé a tomar confianza", admitió.
Luego mostró su mejor repertorio. Dos horas más tarde se desplomaba una vez más sobre el césped, pero esta vez lo hacía de pura felicidad. "Es especial este partido, va a ser algo que voy a recordar por siempre", dijo tras la victoria que lo ubica junto a David Nalbandian y Gabriela Sabatini como los tres argentinos en haber alcanzado semifinales en Wimbledon.
Su fortaleza mental fue clave para poder convivir con los problemas físicos. "Traté de ser positivo y no pensé nunca en la rodilla después del primer set. Necesito ser fuerte para manejar el dolor", comentó. (DPA)
No era el primer gesto del argentino durante un torneo que está disfrutando como si fuera su primer Grand Slam. El buen ánimo de Del Potro en Wimbledon parece a prueba de cualquier contratiempo. Principalmente del dolor en la rodilla izquierda, que tras la caída en el inicio del partido que le ganó a David Ferrer por 6-2, 6-4 y 7-6 (7-5) hacía presagiar lo peor para el argentino.
Es que el día había comenzado muy diferente a cómo terminó para el número ocho del mundo. Tras apenas cinco puntos de partido, fue a buscar una pelota en el fondo de la cancha y luego de torcerse la rodilla izquierda en la que arrastraba dolores cayó aparatosamente al piso. Al borde del llanto y con gestos de sufrimiento, quedó tendido varios segundos en el césped. En la cancha central se respiraba un silencio que sólo se volvería a sentir horas más tarde en el inicio del complicado duelo que Andy Murray (jugará ante el polaco Jerzy Janowicz, que eliminó a su compatriota a Lukasz Kubot) sacó adelante ante Fernando Verdasco en cinco sets por 4-6, 3-6, 6-1, 6-4 y 7-5. "Muchas cosas negativas pasaron por mi cabeza. Fue realmente doloroso y me asusté. Estuve cerca de retirarme, pero los doctores me dieron buenos antiinflamatorios, mi saque me salvó y luego empecé a tomar confianza", admitió.
Luego mostró su mejor repertorio. Dos horas más tarde se desplomaba una vez más sobre el césped, pero esta vez lo hacía de pura felicidad. "Es especial este partido, va a ser algo que voy a recordar por siempre", dijo tras la victoria que lo ubica junto a David Nalbandian y Gabriela Sabatini como los tres argentinos en haber alcanzado semifinales en Wimbledon.
Su fortaleza mental fue clave para poder convivir con los problemas físicos. "Traté de ser positivo y no pensé nunca en la rodilla después del primer set. Necesito ser fuerte para manejar el dolor", comentó. (DPA)