03 Julio 2013
Por primera vez desde que fue detenido, Luis Olivera se sentó ayer frente al hombre que lo acusó de haber colaborado en el crimen de Paulina Lebbos. El único detenido que tiene la causa negó haberle confesado que la muerte de la joven se habría producido en una vivienda del camping del que es propietario, en El Cadillal. El acusador, por su parte, siguió firme con su versión.
Ayer a la tarde, el fiscal Diego López Ávila ordenó que se realizaran dos careos. En el primero de ellos, Olivera se enfrentó con el hombre que había afirmado que el detenido le había contado en un asado que Paulina habría estado en una fiesta en una casa y que habría fallecido al caerse de una mesa. Luego, siempre según la versión que ese testigo dio en Tribunales, Olivera habría ayudado a ocultar el cuerpo hasta que lo arrojaron en un costado de la ruta 341, a la altura de Tapia.
El dueño del camping, si bien reconoció que había conocido al testigo en un asado, negó haber mantenido esa charla, según afirmaron fuentes judiciales. El careo finalizó sin que ninguno de los dos cediera en sus posturas.
El segundo careo se produjo entre otro testigo que aseguró haber estado en el mismo asado. Este hombre dijo que no había escuchado directamente la supuesta confesión de Olivera, sino que la situación le fue comentada, posteriormente, por el primer testigo. De esa manera, el careo concluyó sin confrontaciones. Las medidas fueron realizadas en la oficina que se habilitó especialmente para esta investigación en avenida Sarmiento al 400. "Estamos confiados que todo se va a aclarar, y que mi papá saldrá pronto", afirmó uno de los hijos del detenido.
Ayer a la tarde, el fiscal Diego López Ávila ordenó que se realizaran dos careos. En el primero de ellos, Olivera se enfrentó con el hombre que había afirmado que el detenido le había contado en un asado que Paulina habría estado en una fiesta en una casa y que habría fallecido al caerse de una mesa. Luego, siempre según la versión que ese testigo dio en Tribunales, Olivera habría ayudado a ocultar el cuerpo hasta que lo arrojaron en un costado de la ruta 341, a la altura de Tapia.
El dueño del camping, si bien reconoció que había conocido al testigo en un asado, negó haber mantenido esa charla, según afirmaron fuentes judiciales. El careo finalizó sin que ninguno de los dos cediera en sus posturas.
El segundo careo se produjo entre otro testigo que aseguró haber estado en el mismo asado. Este hombre dijo que no había escuchado directamente la supuesta confesión de Olivera, sino que la situación le fue comentada, posteriormente, por el primer testigo. De esa manera, el careo concluyó sin confrontaciones. Las medidas fueron realizadas en la oficina que se habilitó especialmente para esta investigación en avenida Sarmiento al 400. "Estamos confiados que todo se va a aclarar, y que mi papá saldrá pronto", afirmó uno de los hijos del detenido.
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