
El riesgo ha estado latente en la vida de Matías Kranevitter. Basta con conocer parte de su historia para saber que, a la hora de tomar decisiones importantes, lo que tuvo para perder siempre fue mayor a lo que podía ganar. Ahora, considerado por Ramón Díaz y uno de los volantes centrales de River, salió del risco solo por un momento pero todavía nadie puede asegurar que se mantendrá alejado por mucho tiempo. Sobre el final de una extensa charla que mantuvo con LG Deportiva, él mismo y casi sin querer, aprovecha su pasado como golfista para definirse: "me gusta arriesgar, jugármela. Me vaya bien o mal, a todo o nada".
Parte de ese "todo" le está llegando ahora pero cuando era niño casi que se queda sin absolutamente nada. Viviendo en Yerba Buena, muy cerca de los principales campos de golf en Tucumán, aprendió a jugar el deporte desde muy temprano. Está a la vista que no lo terminó eligiendo como su vocación pero sí como fuente de ingresos cuando a los 11 años, la situación económica en su casa era más que delicada.
Como ya algunos saben, Kranevitter fue caddie de César Costilla, su tío. Con lo que le pagaban, se daba un gusto y ayudaba a su familia. Hoy, cada vez que puede, agarra los palos por su cuenta y despunta el vicio. "Me encanta jugarlo con mis amigos", agrega.
En esa misma época, a la par del golf, Matías probaba su suerte en San Martín y pese a que los resultados eran positivos llegó un momento en el que su familia no pudo seguir pagando su estadía. "Me hicieron sentir incómodo por eso y no me gustó así que me fui", confiesa. Unión Aconquija, el club de su barrio, le abrió las puertas en ese momento.
Más grande, ya para las inferiores, donde la participación era gratuita, arriesgó parte de su ego, se lo tragó y volvió al "santo". Fueron solo seis meses ya que sus habilidades habían trascendido a La Ciudadela. Una citación a la selección tucumana le sirvió para que un cazatalentos pusiera los ojos en él y decidiera llevárselo a River. No sin la ayuda de Eduardo Ramírez, su "patrón" en donde hacía las veces de caddie que le solventó parte de los pasajes hacia Buenos Aires para hacer realidad su verdadero sueño.
Era su oportunidad y aquí no iba a caminar con la cornisa con su decisión: armó las valijas y se fue a la gran ciudad. "Viví varios años en la pensión, era complicado. No tenés todo servido", dijo Kranevitter admitiendo que no todo fue color de rosa. En el medio, una propuesta aún más grande aparecería: Atlético Madrid. "Me vieron y querían llevarme", admite. Y aquí sí, sus movimientos volvían a ejecutarse sobre una cuerda floja.
"Era muy chico, no me quería ir. Decidí quedarme en River", confesó. Con un currículum casi vacío, las probabilidades de que una chance así volviera a aparecer eran mínimas. Sin embargo, apostó al "millonario" sin dudarlo y ahora puede decir tranquilamente que no se equivocó.
Mucho más acá en el tiempo, el "Colorado" (un apodo que se lo ganó mucho más de pibe que en estos tiempos de casi morocho) disfruta en Tucumán de las dos semanas de vacaciones que le dio Ramón. Y del pequeño golfista al jugador de River, nada ha cambiado en él para pasar sus ratos libres. Ni en las actividades ni en el lenguaje. "Cuando estoy aquí me da ganas de estar con mis amigos, mis hermanos. Ir a boludear a la rotonda, divertirme", explica con sencillez.
Lo que sí cambió fue el entorno. "No todos saben quien soy pero los que son fanáticos me reconocen. Y yo soy medio vergonzoso para la foto por ejemplo", cuenta Kranevitter que vive algo similar a varios de sus compañeros en el "millonario": jóvenes no tan reconocidos pero que prometen. "La mitad del plantel tiene menos de 23 años. Todos nos llevamos bien en el vestuario. No hay diferencias entre un grande y un chico", explica.
Quizás no todos hayan pasado las mismas que él, pero ahora están a la par. Sus épocas de caddie ya pasaron pero no las olvida. "Eso me hizo más fuerte cuando llegué. Saber que el sacrificio vale muchisimo y poder ayudar a mi familia".
Los hermanos sean unidos y... futbolistas
Si hay algo que saben hacer los Kranevitter es jugar al fútbol. Matías lo está demostrando en River y sus hermanos intentan seguir sus pasos.
El protagonista principal de la posta que dejó el ahora volante central "millonario" es Gastón, de 16, que se encuentra jugando y prometiendo buenas cosas en las inferiores de Atlético. "Fui a verlo jugar y lo hizo bien. Todavía le falta, pero es joven. Con continuidad en el juego le va a ir bien", analizó Matías a una de las joyitas por la que se jacta el "decano".
"Espero que pueda hacer la pretemporada", ruega el "Colo". La primera parte del deseo está cumplida ya que el pibe la iniciará hoy en Central Norte bajo el mando de Ricardo Rodríguez y habrá que ver si viaja a Salta. Pero Gastón no es el único. Más atrás, esperan Andrés y Hernán, mellizos de 14, que por ahora se desempeñan en Unión Aconquija.
