Por Juan Pablo Durán
30 Junio 2013
El servicio de taxis funcionará cuando se eliminen las mafias, coinciden concejales y taxistas
La problemática del servicio de taxis fue abordada en un debate del que participaron los concejales Sandra Manzone (opositora) y José Franco (amayista); y los representantes gremiales del sector, Antonio Rodríguez (propietarios) y Carlos Pizarro (peones). Todos estuvieron de acuerdo en que los municipios en su conjunto deben aportar una solución
EN LA GACETA. Los representantes de los taxistas Rodríguez y Pizarro; y los concejales de la capital Manzone y Franco se preparan para iniciar el debate.
En Dialéctica Erística o el Arte de Tener Razón, Arthur Shopenhauer plantea que en toda discusión, los interlocutores buscan imponer su verdad y su razón, independientemente de que la tengan o no. El objetivo es -sostiene el filósofo alemán- ganarle al otro, aún a sabiendas de que la otra persona razona con argumentos valederos e irrefutables. A caballo de este popular ensayo de Shopenhauer, LA GACETA convocó a dos de los representantes de los propietarios y choferes de taxi que reclamaron, durante la semana que pasó, mejoras en el servicio público; y también a dos concejales de la capital. El objetivo: promover el debate para que los actores de esta problemática puedan arribar a una solución -o por lo menos acercarse ella- sobre la manera en que funciona el Sistema de Transporte Público de Pasajeros en Automóvil (Sutrappa). Una empresa -a priori- difícil que plantea el teutón.
"La dialéctica erística es el arte de discutir, pero discutir de tal manera que se tenga razón tanto lícita como ilícitamente".
Son las tres de la tarde del viernes 28 de junio. En la sala de reuniones del diario ingresan los concejales Sandra Manzone (opositora) y José Franco (amayista). Detrás de los representantes vecinales se acomodan junto a la mesa de trabajo Carlos Pizarro (peones de taxis) y Antonio Rodríguez (propietarios de taxis). A los ediles los secundan sus asesores. A los taxistas, dirigentes gremiales. Los acompañantes observan de pie lo que será el inicio del debate. Como si se tratara de una reunión de la comisión de Transporte, las partes convocadas se saludan. Rodríguez es el primero en exponer. Visiblemente nervioso suelta la primera frase. El resto lo escucha. "Acá no hay ningún vacío legal. El gran problema que tenemos es la aplicación de la ley. No se están aplicando las normativas y por eso protestamos. Nosotros venimos luchando por eso. Y hasta tanto no se hagan cumplir con las normativas, nosotros vamos a continuar con las protestas", se queja el representante de los propietarios de taxis. Sus palabras rebanan el aire y funcionan como un improvisado picahielos que pone fin a la tensión. "La parte administrativa del Sutrappa a cambiado un montón. Antes eso era una mesa de dinero. Lo que tienen que mejorar es la parte operativa, hay pocos controles", agrega el dirigente que encabezó la protesta que, el jueves, sitió la capital. Pizarro lo mira y asiente con la cabeza. "Nosotros buscamos el blanqueo del trabajador. Rodríguez tiene que defender los derechos de los propietarios y yo lo entiendo, pero nosotros no vamos a ceder. Estamos de acuerdo en pedir un subsidio para que el dueño del taxi pueda hacer los aportes por un tiempo razonable. Pero si esto no sucede igual vamos a pelear por el blanqueo", desafía el representante de los choferes. "Nosotros vamos a aceptar eso que ustedes piden cuando terminen con los taxis truchos. Acomodemos la casa primero, la dejemos en orden y recién vamos a estar en condiciones de blanquear", le retruca Rodríguez.
"Si fuésemos honestos por naturaleza, intentaríamos simplemente que la verdad saliese a la luz en todo debate, sin preocuparnos en absoluto de si ésta se adapta a la opinión que previamente mantuvimos, o a la del otro".
Los interlocutores se olvidan de las cámaras. Emerge la natural y humana necesidad de imponerse en la charla. Se interrumpen. Todos hablan a la vez. Manzone levanta la mano y pide la palabra como si estuviera en el recinto de sesiones. "Algunas cosas han mejorado. Pero sigo sosteniendo que sigue faltando una decisión política profunda para cambiar la matriz de corrupción que se dio dentro y afuera del Sutrappa con las otras administraciones. Todos los días recibimos denuncias sobre irregularidades, de errores administrativos, de pérdidas de carpetas con documentación", argumenta. Franco, quien todavía no había hablado, frunce el ceño y mira sobre su hombro a la concejala opositora. Se lleva la mano al mentón, mueve la cabeza de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Repite el movimiento durante unos segundos, pero evita interrumpir a la edil de la Coalición Cívica, quien agrega: "acepto la protesta que realizaron (los taxistas) aunque no convalido los medios y los desmanes que originaron". A los dirigentes gremiales se les transforma la cara luego de escuchar las críticas. Pero es Franco el que recoge el guante, en referencia a los dichos de Manzone, quien minutos antes había cuestionado el funcionamiento de la repartición. Luego de realizar una reseña histórica sobre el origen de los remises y su posterior unificación con los taxis en 2006, el edil amayista lanza una pregunta retórica: "¿ustedes saben por qué nunca funcionó el sistema? Porque en 2007, los taxistas que se les había vencido el plazo pidieron prórroga. Todos los sectores pidieron prórroga. Por eso nunca se pudo normalizar el sistema". Pizarro se eleva unos centímetros de la silla y levanta el tono de su voz: "¡la responsabilidad la tiene la Municipalidad!". Franco no tarda ni un segundo en responderle. "Como representante del oficialismo en esta reunión estamos en la dura tarea de normalizar la situación. Hasta el 31 de julio va estar normalizado el tema de las licencias. Me atrevo a decirle que quedarán 5.000 licencias trabajando como corresponde", promete Franco. En una imprevista actitud corporativa, Rodríguez palmea la espalda discursiva de Pizarro y arremete: "Franco dice que nosotros armamos este lío con pedidos de prórrogas. ¡Pero que otra cosa podíamos hacer!". "Nosotros pedimos que ayuden a los choferes. Hay muchos peones de taxis que están viviendo en ranchos, mientras el Gobierno se llena la boca de justicia social, de inclusión social. Dicen que los choferes están sucios. A los que dicen eso los desafío a que se bañen en un rancho con la temperatura que hace en invierno", grafica.
"La vanidad innata, que tan susceptible se muestra en lo que respecta a nuestra capacidad intelectual, no se resigna a aceptar que aquello que primero formulamos resulte ser falso, y verdadero lo del adversario".
LA GACETA interviene con una pregunta. ¿Qué medida de fondo creen ustedes que debe implementarse para sanear el sistema? El primero en responder el planteo es Rodríguez. "Pienso que cuando el Estado decida combatir a las mafias que lucran con el sistema de taxis, recién habrá una solución", sostiene Rodríguez con un determinismo dialéctico que asombra. Manzone, Pizarro y Franco comparten la idea con un gesto de afirmación.
"Quien queda como vencedor de una discusión tiene que agradecérselo por lo general, no tanto a la certeza de su juicio al formular su tesis como a la astucia y habilidad con que la defendió".
El debate languidece. Los participantes reiteran conceptos que vertieron durante la acalorada charla. Si bien las diferencias persisten, todos coinciden en algo: comprenden que debate enriquece y busca aniquilar el pensamiento único. Se van conformes.
"La dialéctica erística es el arte de discutir, pero discutir de tal manera que se tenga razón tanto lícita como ilícitamente".
Son las tres de la tarde del viernes 28 de junio. En la sala de reuniones del diario ingresan los concejales Sandra Manzone (opositora) y José Franco (amayista). Detrás de los representantes vecinales se acomodan junto a la mesa de trabajo Carlos Pizarro (peones de taxis) y Antonio Rodríguez (propietarios de taxis). A los ediles los secundan sus asesores. A los taxistas, dirigentes gremiales. Los acompañantes observan de pie lo que será el inicio del debate. Como si se tratara de una reunión de la comisión de Transporte, las partes convocadas se saludan. Rodríguez es el primero en exponer. Visiblemente nervioso suelta la primera frase. El resto lo escucha. "Acá no hay ningún vacío legal. El gran problema que tenemos es la aplicación de la ley. No se están aplicando las normativas y por eso protestamos. Nosotros venimos luchando por eso. Y hasta tanto no se hagan cumplir con las normativas, nosotros vamos a continuar con las protestas", se queja el representante de los propietarios de taxis. Sus palabras rebanan el aire y funcionan como un improvisado picahielos que pone fin a la tensión. "La parte administrativa del Sutrappa a cambiado un montón. Antes eso era una mesa de dinero. Lo que tienen que mejorar es la parte operativa, hay pocos controles", agrega el dirigente que encabezó la protesta que, el jueves, sitió la capital. Pizarro lo mira y asiente con la cabeza. "Nosotros buscamos el blanqueo del trabajador. Rodríguez tiene que defender los derechos de los propietarios y yo lo entiendo, pero nosotros no vamos a ceder. Estamos de acuerdo en pedir un subsidio para que el dueño del taxi pueda hacer los aportes por un tiempo razonable. Pero si esto no sucede igual vamos a pelear por el blanqueo", desafía el representante de los choferes. "Nosotros vamos a aceptar eso que ustedes piden cuando terminen con los taxis truchos. Acomodemos la casa primero, la dejemos en orden y recién vamos a estar en condiciones de blanquear", le retruca Rodríguez.
"Si fuésemos honestos por naturaleza, intentaríamos simplemente que la verdad saliese a la luz en todo debate, sin preocuparnos en absoluto de si ésta se adapta a la opinión que previamente mantuvimos, o a la del otro".
Los interlocutores se olvidan de las cámaras. Emerge la natural y humana necesidad de imponerse en la charla. Se interrumpen. Todos hablan a la vez. Manzone levanta la mano y pide la palabra como si estuviera en el recinto de sesiones. "Algunas cosas han mejorado. Pero sigo sosteniendo que sigue faltando una decisión política profunda para cambiar la matriz de corrupción que se dio dentro y afuera del Sutrappa con las otras administraciones. Todos los días recibimos denuncias sobre irregularidades, de errores administrativos, de pérdidas de carpetas con documentación", argumenta. Franco, quien todavía no había hablado, frunce el ceño y mira sobre su hombro a la concejala opositora. Se lleva la mano al mentón, mueve la cabeza de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Repite el movimiento durante unos segundos, pero evita interrumpir a la edil de la Coalición Cívica, quien agrega: "acepto la protesta que realizaron (los taxistas) aunque no convalido los medios y los desmanes que originaron". A los dirigentes gremiales se les transforma la cara luego de escuchar las críticas. Pero es Franco el que recoge el guante, en referencia a los dichos de Manzone, quien minutos antes había cuestionado el funcionamiento de la repartición. Luego de realizar una reseña histórica sobre el origen de los remises y su posterior unificación con los taxis en 2006, el edil amayista lanza una pregunta retórica: "¿ustedes saben por qué nunca funcionó el sistema? Porque en 2007, los taxistas que se les había vencido el plazo pidieron prórroga. Todos los sectores pidieron prórroga. Por eso nunca se pudo normalizar el sistema". Pizarro se eleva unos centímetros de la silla y levanta el tono de su voz: "¡la responsabilidad la tiene la Municipalidad!". Franco no tarda ni un segundo en responderle. "Como representante del oficialismo en esta reunión estamos en la dura tarea de normalizar la situación. Hasta el 31 de julio va estar normalizado el tema de las licencias. Me atrevo a decirle que quedarán 5.000 licencias trabajando como corresponde", promete Franco. En una imprevista actitud corporativa, Rodríguez palmea la espalda discursiva de Pizarro y arremete: "Franco dice que nosotros armamos este lío con pedidos de prórrogas. ¡Pero que otra cosa podíamos hacer!". "Nosotros pedimos que ayuden a los choferes. Hay muchos peones de taxis que están viviendo en ranchos, mientras el Gobierno se llena la boca de justicia social, de inclusión social. Dicen que los choferes están sucios. A los que dicen eso los desafío a que se bañen en un rancho con la temperatura que hace en invierno", grafica.
"La vanidad innata, que tan susceptible se muestra en lo que respecta a nuestra capacidad intelectual, no se resigna a aceptar que aquello que primero formulamos resulte ser falso, y verdadero lo del adversario".
LA GACETA interviene con una pregunta. ¿Qué medida de fondo creen ustedes que debe implementarse para sanear el sistema? El primero en responder el planteo es Rodríguez. "Pienso que cuando el Estado decida combatir a las mafias que lucran con el sistema de taxis, recién habrá una solución", sostiene Rodríguez con un determinismo dialéctico que asombra. Manzone, Pizarro y Franco comparten la idea con un gesto de afirmación.
"Quien queda como vencedor de una discusión tiene que agradecérselo por lo general, no tanto a la certeza de su juicio al formular su tesis como a la astucia y habilidad con que la defendió".
El debate languidece. Los participantes reiteran conceptos que vertieron durante la acalorada charla. Si bien las diferencias persisten, todos coinciden en algo: comprenden que debate enriquece y busca aniquilar el pensamiento único. Se van conformes.