29 Junio 2013
Es una de las principales puertas de San Miguel de Tucumán y de la provincia. Por ella suelen ingresar turistas, empresarios, políticos, economistas, personalidades de la actividad científica y cultural. Pero no siempre la bienvenida al visitante o al mismo comprovinciano es todo lo grata que debería ser. Con alguna frecuencia, el aeropuerto internacional "Benjamín Matienzo" es motivo de queja de los usuarios.
En nuestra edición del jueves, un tucumano se quejaba en la sección Cartas por la falta de un transporte público de pasajeros en la aeroestación. "Es increíble que no exista un servicio hacia y desde el aeropuerto. Los pasajeros se convierten en rehenes de los taxis que operan allí y no tienen ninguna identificación ni control; cobran las tarifas que les parece por tratarse del único transporte. Los políticos tienen autos con chofer, no necesitan el servicio de colectivos con costos accesibles", señalaba.
Apenas el pasajero sale del salón de desembarco, recibe una avalancha de propuestas de choferes que se apiñan para conseguir un viaje hasta el centro u otro destino. La insistencia, que dura varios minutos, provoca incomodidad. La persona que llega desconoce -sobre todo la que lo hace por primera vez-, por cierto, qué grado de seguridad y honestidad puede tener el taxista en cobrarle el viaje, ya que no se exhiben tarifas orientadoras. Sucede luego que por el flujo de pasajeros que llega, se suele producir una cola de vehículos porque hay un solo peaje en funcionamiento.
También se suscitan reclamos por los elevados precios del bar y de los pocos negocios; el argumento es que se trata de una aeroestación internacional, que paradójicamente, no tiene el tráfico de usuarios acorde con esa categoría. Sucede que en el lapso de una hora, se producen los vuelos de las compañías aéreas, tanto de llegada como los de partida, y transcurren varias horas hasta el próximo servicio, de manera que las posibilidades de trabajo del comerciante o del taxista se reducen. Si los vuelos fueran más espaciados tal vez la situación sería diferente.
El 8 de julio de 1994, el aeropuerto Benjamín Matienzo, ubicado en Cebil Pozo, recibió formalmente la autorización para operar como internacional. Ese día se realizó un acto en el que participó el por entonces presidente Carlos Saúl Menem que había venido a presidir la celebración del Día de la Independencia. El 1 de diciembre de 1998, la aeroestación pasó a manos de Aeropuertos 2000, consorcio de capitales argentinos y extranjeros. De acuerdo con un estudio de Aerolíneas Argentinas, la aeroestación tucumana cerró marzo con el saldo de 7,1% más de pasajeros (40.546) que en igual fecha del año pasado.
Sería interesante que se buscara planificar de otro modo la actividad del aeropuerto, de modo que sea rentable para los concesionarios y que beneficiara al usuario, que es el verdadero protagonista de la actividad porque la sostiene con su bolsillo. Como sucede, por ejemplo, en Ezeiza, debería haber una línea de ómnibus que hiciese el recorrido, de manera que el pasajero no se convirtiera en un rehén como ocurre actualmente. Los gobernantes suelen viajar a diario por esta vía, de manera que por ser representantes del pueblo, deberían trabajar conjuntamente con Aeropuertos 2000 en las soluciones a estos inconvenientes. De ese modo, se mejoraría sustancialmente el servicio y le brindaríamos una verdadera bienvenida al visitante.
En nuestra edición del jueves, un tucumano se quejaba en la sección Cartas por la falta de un transporte público de pasajeros en la aeroestación. "Es increíble que no exista un servicio hacia y desde el aeropuerto. Los pasajeros se convierten en rehenes de los taxis que operan allí y no tienen ninguna identificación ni control; cobran las tarifas que les parece por tratarse del único transporte. Los políticos tienen autos con chofer, no necesitan el servicio de colectivos con costos accesibles", señalaba.
Apenas el pasajero sale del salón de desembarco, recibe una avalancha de propuestas de choferes que se apiñan para conseguir un viaje hasta el centro u otro destino. La insistencia, que dura varios minutos, provoca incomodidad. La persona que llega desconoce -sobre todo la que lo hace por primera vez-, por cierto, qué grado de seguridad y honestidad puede tener el taxista en cobrarle el viaje, ya que no se exhiben tarifas orientadoras. Sucede luego que por el flujo de pasajeros que llega, se suele producir una cola de vehículos porque hay un solo peaje en funcionamiento.
También se suscitan reclamos por los elevados precios del bar y de los pocos negocios; el argumento es que se trata de una aeroestación internacional, que paradójicamente, no tiene el tráfico de usuarios acorde con esa categoría. Sucede que en el lapso de una hora, se producen los vuelos de las compañías aéreas, tanto de llegada como los de partida, y transcurren varias horas hasta el próximo servicio, de manera que las posibilidades de trabajo del comerciante o del taxista se reducen. Si los vuelos fueran más espaciados tal vez la situación sería diferente.
El 8 de julio de 1994, el aeropuerto Benjamín Matienzo, ubicado en Cebil Pozo, recibió formalmente la autorización para operar como internacional. Ese día se realizó un acto en el que participó el por entonces presidente Carlos Saúl Menem que había venido a presidir la celebración del Día de la Independencia. El 1 de diciembre de 1998, la aeroestación pasó a manos de Aeropuertos 2000, consorcio de capitales argentinos y extranjeros. De acuerdo con un estudio de Aerolíneas Argentinas, la aeroestación tucumana cerró marzo con el saldo de 7,1% más de pasajeros (40.546) que en igual fecha del año pasado.
Sería interesante que se buscara planificar de otro modo la actividad del aeropuerto, de modo que sea rentable para los concesionarios y que beneficiara al usuario, que es el verdadero protagonista de la actividad porque la sostiene con su bolsillo. Como sucede, por ejemplo, en Ezeiza, debería haber una línea de ómnibus que hiciese el recorrido, de manera que el pasajero no se convirtiera en un rehén como ocurre actualmente. Los gobernantes suelen viajar a diario por esta vía, de manera que por ser representantes del pueblo, deberían trabajar conjuntamente con Aeropuertos 2000 en las soluciones a estos inconvenientes. De ese modo, se mejoraría sustancialmente el servicio y le brindaríamos una verdadera bienvenida al visitante.
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