"No hay descanso en el mandato de ayudar a los pobres"

"No hay descanso en el mandato de ayudar a los pobres"

El cardenal Estanislao Karlic llegó a Tucumán para reflexionar sobre la figura del pontífice argentino y los desafíos de la Iglesia

EN EL SEMINARIO. Karlic posa luego de dar una charla para sacerdotes. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI EN EL SEMINARIO. Karlic posa luego de dar una charla para sacerdotes. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI
28 Junio 2013

Los argentinos tenemos la responsabilidad de acompañar el pontificado de Francisco siendo, como mínimo, responsables en nuestras actividades cotidianas. No puede haber ni vacaciones ni descanso para cumplir el mandato papal de ir en busca de quienes necesitan ayuda, de los débiles, de los pobres. Hay que trabajar para que la cercanía que se produjo entre la Iglesia y el Gobierno nacional se mantenga. Con todas estas definiciones llegó a Tucumán el cardenal Estanislao Karlic .

El purpurado de 87 años, que a lo largo de su vida mantuvo una relación cercana con los últimos tres papas, llegó para reflexionar sobre la figura del pontífice argentino. Ayer dio una conferencia sobre la necesidad de la fe ante el secularismo y participó de un acto cultural sobre la relación entre el arte, la belleza y la fe. Hoy, a las 20.15, dará una conferencia magistral en el aula magna de la Facultad de Derecho titulada "De Benedicto XVI a Francisco". Por último, mañana al mediodía oficiará una misa en la Catedral con el arzobispo Alfredo Zecca.

- ¿Los argentinos hemos tomado conciencia de lo que significa tener un Papa de nuestro país?

- Como ocurre con todas las grandes realidades, cuesta un tiempo medir su trascendencia. Tenemos que hacernos cargo de lo que es este regalo de Dios y buscar la manera de acompañarlo. Por ejemplo, cumpliendo con responsabilidad las obligaciones que tenemos en la vida. Seguramente, una de las razones por la que fue elegido es porque es latinoamericano. Esto lo ha honrado mucho a él y nos tiene que honrar a todos los que vivimos en esta parte del mundo.

- ¿Cuál es el principal desafío que enfrenta el Papa?

- Un problema fundamental son los miles de millones de hombres que no reconocen a Jesucristo y, por lo tanto, que no viven el Evangelio. Hay 5.000 millones de personas que están esperando que nosotros les ofrezcamos nuestra relación fraterna. Hace unos años se decía que la misión, que nuestro deber, recién está empezando. Y creo que el Papa va a tomar en cuenta que la globalización de la cultura nos permite hablar con todos los hombres sobre su dignidad, sobre su destino y sobre el amor de Dios.

- Pero también se señalan desafíos grandes dentro mismo de la Iglesia.

- A esos desafíos la Iglesia los tiene muy en cuenta. De ninguna manera desconoce las fallas; permanentemente está revisando los errores y su conciencia. Siempre va mejorando en la medida en que puede hacerlo. Por lo pronto, el Papa ya nombró a una comisión de cardenales con miembros de todo el mundo. Ojalá puedan ir más allá de los problemas puntuales. Por ejemplo, trabajar en cómo tenemos que organizarnos para que la educación llegue a todos los hombres de todos los pueblos.

- ¿Por qué tuvo tanta repercusión el llamado de Francisco de salir a los márgenes a buscar a los pobres? ¿Era algo que estaba haciendo falta en la Iglesia?

- Es un llamado puramente evangélico. Estamos llamados a la fraternidad con todos los hombres; no podemos excluir a ninguno. Frente a este mandato no tenemos vacaciones. Y la Iglesia dice que no solamente hay que combatir para que no haya injusticias y guerras sino también para que sepamos que nuestro destino es la comunión, la paz y la amistad. Una de las cosas que decía Benedicto XVI es que el hombre no acaba de descubrir su dignidad. Siempre tiene la posibilidad de descubrirla y de vivirla mejor. Esa esperanza es la que tenemos que sembrar. Este llamado tuvo tanta repercusión, porque la bondad es algo que en el hombre siempre está vivo.

- ¿Cree que el acercamiento entre el Gobierno nacional y la Iglesia tras la elección del Papa es sincero?

- Manifiesta cómo el bien y la verdad tocan el corazón del hombre. Lo que tenemos que pedirle al Señor es que estos gestos de acercamiento se mantengan. Como decimos siempre, las actitudes que nacen de la libertad deben ser sostenidas y alimentadas en cada momento. Esperemos que sean pasos para un crecimiento en la comprensión de las personas y, por lo tanto, un crecimiento en la comunión de los hombres por su amistad. Eso es lo que esperamos que sea siempre una nación.

- Conoció bastante de cerca a los últimos tres papas. ¿Cómo los definiría?

- No es fácil decirlo. Juan Pablo II tenía una historia de mucho sufrimiento en su país por defender la libertad de la Iglesia. Y volcó toda esa experiencia de lucha y esperanza en su pontificado. Benedicto XVI trajo su gran historia de servidor de la verdad que ya había ejercido en su tiempo de profesor y en el acompañamiento a los obispos del Concilio Vaticano II; ahí estaba él con toda su sabiduría. Francisco tiene una gran humildad al pedir el acompañamiento en la oración de sus hermanos y en tratar de que la vida cotidiana se llene con el Evangelio.

- ¿Cómo se va a recordar a Benedicto XVI?

- A mí me gusta repetir lo que dicen algunos: como un apasionado por la verdad. Fue un hombre que no quiso equivocarse ni mentir para que el hombre descubriera su dignidad.

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- ¿Qué valor tuvo su renuncia?

- Fue una muestra de honestidad inmensa. Descubrió que las fuerzas le estaban faltando y que el bien de la Iglesia se vería mejor custodiado por otra persona.

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