21 Junio 2013
RÍO DE JANEIRO. Una multitud estimada en 300.000 personas recorrió las calles de la ciudad, en protesta contra el alza de las tarifas y contra la corrupción.
BRASILIA / RÍO DE JANEIRO.- Las mayores protestas de Brasil en más de dos décadas se intensificaban ayer pese a las concesiones del Gobierno para calmar a los manifestantes, con unas 300.000 personas tomando las calles de Río de Janeiro y grandes multitudes marchando en otras ciudades. Tras más de una semana de protestas, los manifestantes no dan señales de bajar los brazos, pese a que las alzas de las tarifas de transporte que desataron el malestar fueron revocadas el miércoles en las dos mayores ciudades del país.
Los manifestantes se congregaron en las afueras de los estadios donde se disputaron dos partidos de la Copa Confederaciones y en lugares tan diversos como Manaos, capital del Amazonas, y la sureña ciudad de Florianópolis.
Grupos de manifestantes intentaron ingresar a la fuerza anoche al Palacio de Itamaraty en Brasilia y lograron prender fuego a una de las entradas de la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño. La policía usó gas lacrimógeno y gas pimienta para evitar la invasión de uno de los edificios más simbólicos de la capital del país sudamericano. El brote de incendio fue controlado. Un fuerte contingente policial fue desplegado en la capital, donde unos 30.000 manifestantes se concentraron frente al Congreso.
La presidenta Dilma Rousseff trabajó en su oficina del Palacio del Planalto, en Brasilia, protegida por un escudo humano de hombres del Ejército y la Policía, mientras en las afueras del edificio millares de activistas realizaban una multitudinaria protesta.
Durante todo el día, la policía militar del distrito federal y manifestantes se enfrentaron en la zona de Esplanada dos Ministérios.
Los manifestantes también intentaron irrumpir en el edificio del Congreso y llegar hasta la Plaza de los Tres Poderes, donde están el Palacio de Planalto y el Tribunal Federal Superior. A última hora se conoció que una persona de 18 años murió y al menos tres resultaron heridas en Ribeirao Preto, a 313 kilómetros de Sao Paulo.
Según la TV Globo, durante la protesta, el conductor de un vehículo, impedido de circular libremente a raíz de la movilización, atropelló adrede a los manifestantes que marchaban por las calles de un barrio de clase media alta de la ciudad. Más de medio millón de personas salieron a las calles -otras estimaciones hablan de un millón- en varias ciudades continuando con una ola de protestas iniciada por el aumento de las tarifas del transporte público en algunas áreas urbanas.
Las demandas
Pese a que la mayoría de las ciudades revocó el alza de las tarifas, las manifestaciones han continuado por diversos reclamos de los brasileños. Precisamente, las demandas ciudadanas crecieron y abarcan ahora desde la corrupción en la administración pública hasta los ineficientes servicios públicos, pasando por la deficiente atención de salud y la mala calidad de la educación. Las manifestaciones comprenden, también, una feroz crítica a los gastos que insume la infraestructura para la Copa Confederaciones (actualmente en disputa) y para el Mundial de Fútbol que se jugará durante el año que viene: los recursos para atender estos dos acontecimientos superan los U$S 12.900 millones.
Justamente, se denunció que, para hacer las obras del Mundial, hubo "remociones de familias pobres de sus casas, exclusión social y especulación inmobiliaria".
Las manifestaciones comenzaron en la capital paulista, pero se han expandido hasta el punto de abarcar más de 80 ciudades durante la jornada de ayer. (Reuter-DPA)
Los manifestantes se congregaron en las afueras de los estadios donde se disputaron dos partidos de la Copa Confederaciones y en lugares tan diversos como Manaos, capital del Amazonas, y la sureña ciudad de Florianópolis.
Grupos de manifestantes intentaron ingresar a la fuerza anoche al Palacio de Itamaraty en Brasilia y lograron prender fuego a una de las entradas de la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño. La policía usó gas lacrimógeno y gas pimienta para evitar la invasión de uno de los edificios más simbólicos de la capital del país sudamericano. El brote de incendio fue controlado. Un fuerte contingente policial fue desplegado en la capital, donde unos 30.000 manifestantes se concentraron frente al Congreso.
La presidenta Dilma Rousseff trabajó en su oficina del Palacio del Planalto, en Brasilia, protegida por un escudo humano de hombres del Ejército y la Policía, mientras en las afueras del edificio millares de activistas realizaban una multitudinaria protesta.
Durante todo el día, la policía militar del distrito federal y manifestantes se enfrentaron en la zona de Esplanada dos Ministérios.
Los manifestantes también intentaron irrumpir en el edificio del Congreso y llegar hasta la Plaza de los Tres Poderes, donde están el Palacio de Planalto y el Tribunal Federal Superior. A última hora se conoció que una persona de 18 años murió y al menos tres resultaron heridas en Ribeirao Preto, a 313 kilómetros de Sao Paulo.
Según la TV Globo, durante la protesta, el conductor de un vehículo, impedido de circular libremente a raíz de la movilización, atropelló adrede a los manifestantes que marchaban por las calles de un barrio de clase media alta de la ciudad. Más de medio millón de personas salieron a las calles -otras estimaciones hablan de un millón- en varias ciudades continuando con una ola de protestas iniciada por el aumento de las tarifas del transporte público en algunas áreas urbanas.
Las demandas
Pese a que la mayoría de las ciudades revocó el alza de las tarifas, las manifestaciones han continuado por diversos reclamos de los brasileños. Precisamente, las demandas ciudadanas crecieron y abarcan ahora desde la corrupción en la administración pública hasta los ineficientes servicios públicos, pasando por la deficiente atención de salud y la mala calidad de la educación. Las manifestaciones comprenden, también, una feroz crítica a los gastos que insume la infraestructura para la Copa Confederaciones (actualmente en disputa) y para el Mundial de Fútbol que se jugará durante el año que viene: los recursos para atender estos dos acontecimientos superan los U$S 12.900 millones.
Justamente, se denunció que, para hacer las obras del Mundial, hubo "remociones de familias pobres de sus casas, exclusión social y especulación inmobiliaria".
Las manifestaciones comenzaron en la capital paulista, pero se han expandido hasta el punto de abarcar más de 80 ciudades durante la jornada de ayer. (Reuter-DPA)
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