La violencia crónica en el fútbol

La violencia crónica en el fútbol

17 Junio 2013
Suelen andar separadas. Generalmente, son portadoras de malas nuevas. Malqueridas, pero sin embargo, están presentes en la vida cotidiana. Cuando se juntan pueden descarrilarse y son difíciles de contener. La violencia, la frustración y la intolerancia se han convertido en protagonistas indeseadas del deporte más popular de los argentinos. En el fútbol, las practican con cierta frecuencia las barras bravas que están asociadas al consumo de drogas, de alcohol y la delincuencia.

El fin de semana pasado, un hincha de Lanús falleció en las afueras del estadio de La Plata, tras un sangriento enfrentamiento entre miembros de la barra del club "Granate" con la Policía, en la previa del partido contra Estudiantes. La noticia se supo en el entretiempo y el partido fue suspendido. Lanús jugaba ante Estudiantes un partido importante para sus aspiraciones al título cuando en la tribuna comenzaron una serie de incidentes. Según la crónica periodística, algunos barras comenzaron a salir del estadio porque se producían, afuera, algunos tumultos. Hubo balas de goma y corridas. El clima estaba enrarecido, pero ya era tarde. Un hincha murió y otro quedó gravemente herido por una gresca durante la entrada al estadio.

El ministro de Justicia y Seguridad bonaerense dijo que no permitirían que asistiera público visitante a partidos de fútbol de "ninguna divisional" y que la Policía no emplearía más postas de goma en espectáculos deportivos, después del crimen de un hincha de Lanús a manos de un efectivo en La Plata. Afirmó que en la provincia de Buenos Aires no iba a haber más público visitante en ninguna divisional hasta que la AFA y la Aprevide (Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte) les garantizara que no habría más violencia en las canchas. Sin embargo, no habló de la responsabilidad del Estado.

Lo alarmante es que la violencia y la intolerancia se están apoderando de los adolescentes. En nuestra edición del jueves, informamos que en la séptima fecha de la clase 97 de Tucumán Central, un jugador de ese club atacó al árbitro porque había expulsado al arquero por un exceso verbal. Inmediatamente, entraron a la cancha tres padres para agredirlo, pero no lo lograron porque se interpusieron los técnicos y los delegados. Sin embargo, un jugador de la sexta división que se hallaba en la tribuna, ingresó y le pegó una trompada y una patada.

Hace un año, ante la muerte de un joven en las inmediaciones del estadio de River, la presidenta de "Salvemos al fútbol", una ONG que lucha para poner punto final a la violencia en este deporte, responsabilizó a todas las partes involucradas: "El Estado, quien debe garantizar la seguridad de sus ciudadanos; el Gobierno porque sigue vinculado a los barras; la AFA, que sigue mirando para otro lado; los dirigentes, que son cómplices y encubridores de los violentos, y ahora se sumó Futbolistas Agremiados, que no fija postura". Dijo que los directivos les daban entradas a los barras para que las revendieran y les permitían vender productos de mercadeo.

Se siguen ensayando fórmulas que ya fracasaron, como jugar los partidos sin la presencia de la hinchada visitante. Si no hay un acto de sinceridad entre las partes y diseña un plan a mediano y largo plazo para llegar a las soluciones, la violencia se convertirá en una bomba de tiempo de gran poder de destrucción, que luego será difícil de desactivar.

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