Por Rodolfo Casen
17 Junio 2013
La sombra asesina del "Loco Vera" aún ronda por las calles de Los Pizarro
El hombre, que mató a su esposa y a dos de sus hijos por haber denunciado sus abusos, juró vengarse de todos los que lo enviaron a la cárcel. Está prófugo desde los homicidios, y los vecinos dicen que lo ven disfrazado de linyera. "A veces me despierto sobresaltada porque creo escuchar que viene por nosotros", confesó Jorgelina, hija del criminal.
LA ÚLTIMA MORADA. En un tubo acuífero al costado de un camino encontraron cosas de Jorge "Loco" Vera. LA GACETA / FOTOS DE OSVALDO RIPOLL
La barba le cubre el rostro que esconde algunas huellas de un accidente de hace tiempo. En medio de su labio superior, no obstante, se asoma una visible cicatriz. Cristian, un trabajador del campo, le aseguró a su madre que se encontró con él en una finca cercana al pueblo de Los Pizarro.
Fue hace un año. "Era 'El Loco', no tengo dudas", le confió con voz temblorosa. Dijo que lo reconoció por ese corte casi oculto, su mirada amenazante y conversación inquisidora. Quería saber de sus parientes. Se trató del último vestigio de sus andanzas sigilosas. Jorge Orlando Vera lleva una vida de perseguido. Deambula a veces disfrazado de mendigo, y se asegura que anda esperando la oportunidad para retornar a su pueblo y concluir el macabro plan: matar a todos aquellos que contribuyeron a que terminara en la cárcel por abusar de sus hijas.
El 13 de junio de 2007 ejecutó a balazos y cuchilladas a su esposa Olga Zamudio (48 años) y sus hijos Jorge Luis (18) y Gustavo Antonio (22). Hubo saña y frialdad espeluznante. Aprovechó un permiso extramuros que le concedió la Sala II de la Cámara Penal del Centro Judicial de Concepción, para saciar su sed de venganza.
Desde entonces es una especie de fantasma que los lugareños dicen ver por todas partes. Nadie en el pueblo duerme tranquilo, y menos todavía los Vera sobrevivientes. "A veces me despierto sobresaltada porque creo escuchar que viene por nosotros", confesó Jorgelina Vera, una de las hijas.
Ella vive con su pareja y cinco hijos, en la misma casa en que se perpetraron los asesinatos. La masacre puso en tela de juicio el proceder de la Justicia. Olga había hecho varias denuncias de amenazas de muerte contra su victimario. De ahí que "El loco" tenía prohibido acercarse a su familia. Pero el pesado rencor, agitado quizás por el alcohol, pudo más que una disposición judicial.
Un consejo premonitorio
"Yo le decía a Olga: 'andate m'hija de aquí, desaparecé que nada bueno te espera'. Me respondía que no podía abandonar su casa y familia. Y que confiaba en que los de tribunales la iban a proteger y que nada le iba a pasar", recordó doña Jesús Barro, consuegra de la víctima.
Desde los crímenes ninguna pista concreta permitió un acercamiento a Vera. "O es un prófugo muy astuto o a la Policía no le interesa detenerlo", planteó Jesús. Asume que el criminal no va a descansar hasta dar con ella, pues fue quien comenzó a investigar sus comportamientos enfermizos y, tras lograr que interviniera la Justicia, no se dio respiro hasta verlo tras las rejas.
"Fue el finadito Jorge quien me confió lo que hacía el desgraciado con sus hijas", recordó. Casi toda la familia declaró en contra del acusado.
A seis años de los crímenes, doña Jesús es una de las que cree verlo a "El Loco" vaya por donde vaya. "Cómo voy a estar tranquila si está suelto y siempre disfrazado. Mi hijo lo vio como un linyera y conversó con él cerca del cerro. Sabía todo de nosotros. No supo qué hacer. Tuvo ganas de atacarlo, pero se frenó por temor a que estuviera armado", contó Jesús. La Policía salió luego en su búsqueda, pero no encontró nada.
El asesino prófugo tiene un pedido de captura y el Ministerio del Interior de la Nación dispuso de una recompensa de $100.000 para quien brinde datos concretos que permitan su detención.
"Hace dos meses pedimos rastreos a la Policía Federal. Siempre aparecen datos de gente que cree verlo, pero hasta ahora no logramos nada firme. Hasta se hicieron pericias de unos restos humanos encontrados en Santiago del Estero, pensando que se trataba de él. Los estudios dieron negativo", comentó el fiscal Edgardo Sánchez, quien subroga a la Fiscalía de Instrucción de la I° Nominación (a cargo de la causa), ahora acéfala.
Refugio
Un túnel acuífero por el que a veces descienden las aguas para riego desde el dique Los Pizarro habría sido uno de los primeros refugios del homicida tras cometer los tres crímenes. La Policía encontró ahí algunos elementos que le pertenecerían. Habría accedido a él por una boca que está al final de la calle 2 Abril, unos 300 metros al norte de la comisaría.
"El Loco" siempre fue un tipo violento. "Casi todos los fines de semana le pegaba a mamá, y a nosotros también, cuando se ponía a tomar. Lo que hizo después con ella y mis hermanos no tiene perdón de Dios. Tenemos miedo de que regrese. Pero si lo hace no la va a sacar barata. Lo vamos a enfrentar como sea", advirtió desafiante Nancy Vera, otra de las hijas del prófugo.
Vivir con miedo
Jesús y los Vera se quejaron de que la custodia que reciben no es segura. "A veces, si hay personal, viene algún agente. Cuando eso no pasa me tengo que ir a dormir en las casas de mis hijos o de gente amiga. Mi vida es así desde las muertes. Para colmo mi vivienda no es segura. Pedí que me ayudaran a levantar una tapia y a poner rejas en las ventanas. Hasta ahora no logré nada", confesó doña Jesús. Y sentenció: "Vivir con miedo no es vida".
Contó que a veces cuando asciende a un colectivo y llega a ver a algún hombre con el rostro cubierto, se le acerca y le pide que se lo descubra. "No viajo tranquila sin saber quién va cerca mío. Una vez yo misma le arranqué una bufanda a un hombre que lo creí sospechoso", prosiguió.
El jueves, día en que se recordó el sexto aniversario de los crímenes, Jesús arremetió contra sus temores y fue al cementerio a prenderles velas y rezarle un rosario a Olga y sus hijos.
Jorgelina y Nancy no se atrevieron, por miedo a encontrarse con el asesino. Las hermanas claman que la Policía lo atrape. Necesitan liberarse de la pesadilla que, desde siempre, fue su padre. El pueblo de Los Pizarro, en general, extraña la tranquilidad perdida hace seis años. Es que la sombra asesina de Vera parece acechar en las noches. (C)
Fue hace un año. "Era 'El Loco', no tengo dudas", le confió con voz temblorosa. Dijo que lo reconoció por ese corte casi oculto, su mirada amenazante y conversación inquisidora. Quería saber de sus parientes. Se trató del último vestigio de sus andanzas sigilosas. Jorge Orlando Vera lleva una vida de perseguido. Deambula a veces disfrazado de mendigo, y se asegura que anda esperando la oportunidad para retornar a su pueblo y concluir el macabro plan: matar a todos aquellos que contribuyeron a que terminara en la cárcel por abusar de sus hijas.
El 13 de junio de 2007 ejecutó a balazos y cuchilladas a su esposa Olga Zamudio (48 años) y sus hijos Jorge Luis (18) y Gustavo Antonio (22). Hubo saña y frialdad espeluznante. Aprovechó un permiso extramuros que le concedió la Sala II de la Cámara Penal del Centro Judicial de Concepción, para saciar su sed de venganza.
Desde entonces es una especie de fantasma que los lugareños dicen ver por todas partes. Nadie en el pueblo duerme tranquilo, y menos todavía los Vera sobrevivientes. "A veces me despierto sobresaltada porque creo escuchar que viene por nosotros", confesó Jorgelina Vera, una de las hijas.
Ella vive con su pareja y cinco hijos, en la misma casa en que se perpetraron los asesinatos. La masacre puso en tela de juicio el proceder de la Justicia. Olga había hecho varias denuncias de amenazas de muerte contra su victimario. De ahí que "El loco" tenía prohibido acercarse a su familia. Pero el pesado rencor, agitado quizás por el alcohol, pudo más que una disposición judicial.
Un consejo premonitorio
"Yo le decía a Olga: 'andate m'hija de aquí, desaparecé que nada bueno te espera'. Me respondía que no podía abandonar su casa y familia. Y que confiaba en que los de tribunales la iban a proteger y que nada le iba a pasar", recordó doña Jesús Barro, consuegra de la víctima.
Desde los crímenes ninguna pista concreta permitió un acercamiento a Vera. "O es un prófugo muy astuto o a la Policía no le interesa detenerlo", planteó Jesús. Asume que el criminal no va a descansar hasta dar con ella, pues fue quien comenzó a investigar sus comportamientos enfermizos y, tras lograr que interviniera la Justicia, no se dio respiro hasta verlo tras las rejas.
"Fue el finadito Jorge quien me confió lo que hacía el desgraciado con sus hijas", recordó. Casi toda la familia declaró en contra del acusado.
A seis años de los crímenes, doña Jesús es una de las que cree verlo a "El Loco" vaya por donde vaya. "Cómo voy a estar tranquila si está suelto y siempre disfrazado. Mi hijo lo vio como un linyera y conversó con él cerca del cerro. Sabía todo de nosotros. No supo qué hacer. Tuvo ganas de atacarlo, pero se frenó por temor a que estuviera armado", contó Jesús. La Policía salió luego en su búsqueda, pero no encontró nada.
El asesino prófugo tiene un pedido de captura y el Ministerio del Interior de la Nación dispuso de una recompensa de $100.000 para quien brinde datos concretos que permitan su detención.
"Hace dos meses pedimos rastreos a la Policía Federal. Siempre aparecen datos de gente que cree verlo, pero hasta ahora no logramos nada firme. Hasta se hicieron pericias de unos restos humanos encontrados en Santiago del Estero, pensando que se trataba de él. Los estudios dieron negativo", comentó el fiscal Edgardo Sánchez, quien subroga a la Fiscalía de Instrucción de la I° Nominación (a cargo de la causa), ahora acéfala.
Refugio
Un túnel acuífero por el que a veces descienden las aguas para riego desde el dique Los Pizarro habría sido uno de los primeros refugios del homicida tras cometer los tres crímenes. La Policía encontró ahí algunos elementos que le pertenecerían. Habría accedido a él por una boca que está al final de la calle 2 Abril, unos 300 metros al norte de la comisaría.
"El Loco" siempre fue un tipo violento. "Casi todos los fines de semana le pegaba a mamá, y a nosotros también, cuando se ponía a tomar. Lo que hizo después con ella y mis hermanos no tiene perdón de Dios. Tenemos miedo de que regrese. Pero si lo hace no la va a sacar barata. Lo vamos a enfrentar como sea", advirtió desafiante Nancy Vera, otra de las hijas del prófugo.
Vivir con miedo
Jesús y los Vera se quejaron de que la custodia que reciben no es segura. "A veces, si hay personal, viene algún agente. Cuando eso no pasa me tengo que ir a dormir en las casas de mis hijos o de gente amiga. Mi vida es así desde las muertes. Para colmo mi vivienda no es segura. Pedí que me ayudaran a levantar una tapia y a poner rejas en las ventanas. Hasta ahora no logré nada", confesó doña Jesús. Y sentenció: "Vivir con miedo no es vida".
Contó que a veces cuando asciende a un colectivo y llega a ver a algún hombre con el rostro cubierto, se le acerca y le pide que se lo descubra. "No viajo tranquila sin saber quién va cerca mío. Una vez yo misma le arranqué una bufanda a un hombre que lo creí sospechoso", prosiguió.
El jueves, día en que se recordó el sexto aniversario de los crímenes, Jesús arremetió contra sus temores y fue al cementerio a prenderles velas y rezarle un rosario a Olga y sus hijos.
Jorgelina y Nancy no se atrevieron, por miedo a encontrarse con el asesino. Las hermanas claman que la Policía lo atrape. Necesitan liberarse de la pesadilla que, desde siempre, fue su padre. El pueblo de Los Pizarro, en general, extraña la tranquilidad perdida hace seis años. Es que la sombra asesina de Vera parece acechar en las noches. (C)
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