15 Junio 2013
Damián Márquez fue secuestrado el 13 de enero de 1977. Más de 35 años después, sus restos fueron identificados en una de las fosas del Arsenal Miguel de Azcuénaga. La viuda del ex senador y ex líder de la CGT, Alicia Montenegro de Márquez, relató ayer en el juicio por la megacausa "Arsenales II-Jefatura II" el calvario por el que pasó su familia entre uno y otro hecho. Recordó que el año 1976 "fue terrible", porque tras el golpe de Estado su marido, de 42 años, no tenía trabajo y él era el único sostén económico familiar (tuvieron cuatro hijos). Explicó que la época era turbulenta para los políticos: varios gremialistas y miembros del Poder Legislativo ya habían sido secuestrados o desaparecidos. Inclusive, el 24 de marzo se habían llevado a Márquez por primera vez. Recordó que, tras la liberación, otra senadora le había ofrecido a su esposo un pasaje para refugiarse en México. "El que huye acepta su culpa. No tengo culpa y no tengo de qué huir", recordó que contestó él a la propuesta.
A Márquez se lo llevaron en plena vía pública, en Colón y Las Piedras. "Tuve la suerte de que mi marido había hecho entrar a gente en la Policía", reflexionó. Gracias a un policía, precisamente, logró entrar a la Jefatura, donde otros dos agentes le habían asegurado que estaba Márquez. "(Roberto) Albornoz me dijo que vaya con mis hijos, que dónde andaría mi marido", lamentó. Afirmó que en otra ocasión pudo interpelar al entonces gobernador, Antonio Bussi: "le pregunté por mi marido. 'No lo conozco, no lo tenemos'", me dijo.
No obstante, testigos declararon haber visto a Márquez en el Arsenal. Antes de terminar su declaración, Alicia leyó una emotiva carta. "El día que mi marido fue secuestrado, parte de nuestro corazón se fue con él. Nos devastaron, pero no nos voltearon", aseveró. En el texto también deseó que todos los familiares encuentren a sus seres queridos desaparecidos. "Caímos en el pozo más profundo. Al dolor de la pérdida, se sumó la miseria, el miedo y la intolerancia. Nos trataron como parias. Nos dijeron terroristas y extremistas. Escuchamos tantas veces la frase 'algo habrán hecho'. Si algo habrá hecho Damián Márquez es su militancia y su compromiso político y social", concluyó la mujer.
Secuestro y operativos
El 8 de agosto de 1976 Ana Sosa de Reynaga (37) y Ángel Manfredi (34) estaban celebrando el Día del Niño en una casa en una de las colonias del Ingenio Concepción. Ambos militaban en el Partido Comunista Revolucionario (PCR). Ese día fueron secuestrados. Ella era profesora en la Escuela Normal y él, trabajador de los Talleres de Tafí Viejo y estudiante de la facultad de Filosofía y Letras. La docente tenía tres hijos y él, también.
"La llevé y la dejé en Mendoza y Mitre. Nunca más la vi", recordó el médico Carlos Reynaga, esposo de Ana María. Afirmó que al atardecer de ese día allanaron su casa. "Sacaron libros y apuntes. Me llevaron a mí también. Me vendaron los ojos. Querían saber si yo había tenido participación en su actividad (la de Ana). Pero yo siempre fui radical", memoró. También fue consultado sobre las características físicas de su mujer. Recordó que había sido sometida a una mastectomía, detalle que sería clave para identificarla en los relatos de víctimas del Arsenal. En simultáneo al operativo en la casa de los Reynaga hubo otro en la de los Manfredi. La esposa de Ángel, Lola Farhat, afirmó que el grupo armado iba a llevársela junto a los niños, pero desistieron. "Fue un gran padecimiento familiar. No era fácil ni la subsistencia. Nos marginaron", lamentó. Recordó a su marido como una persona comprometida con sus convicciones: "quería un mundo mejor. Estoy segura de que jamás puso una bomba ni usó un arma. Su principal delito eran sus ideas".
Ana y Ángel fueron vistos con vida por última vez en el Arsenal, según el relato de sobrevivientes y permanecen desaparecidos. Diego Reynaga tenía tres años cuando su mamá fue secuestrada. Aún recuerda el llanto de sus hermanos cuando esa tarde se llevaron también a su papá. Afirmó que pudo reconstruir el destino de ella por "retazos". "Ella era creativa, rebelde e innovadora. Para la visión uniforme y reaccionaria de estas personas mi madre era peligrosa. Se perdió mucho con ella. Este juicio nos devolverá la paz que tanto necesitamos", consideró.
A Márquez se lo llevaron en plena vía pública, en Colón y Las Piedras. "Tuve la suerte de que mi marido había hecho entrar a gente en la Policía", reflexionó. Gracias a un policía, precisamente, logró entrar a la Jefatura, donde otros dos agentes le habían asegurado que estaba Márquez. "(Roberto) Albornoz me dijo que vaya con mis hijos, que dónde andaría mi marido", lamentó. Afirmó que en otra ocasión pudo interpelar al entonces gobernador, Antonio Bussi: "le pregunté por mi marido. 'No lo conozco, no lo tenemos'", me dijo.
No obstante, testigos declararon haber visto a Márquez en el Arsenal. Antes de terminar su declaración, Alicia leyó una emotiva carta. "El día que mi marido fue secuestrado, parte de nuestro corazón se fue con él. Nos devastaron, pero no nos voltearon", aseveró. En el texto también deseó que todos los familiares encuentren a sus seres queridos desaparecidos. "Caímos en el pozo más profundo. Al dolor de la pérdida, se sumó la miseria, el miedo y la intolerancia. Nos trataron como parias. Nos dijeron terroristas y extremistas. Escuchamos tantas veces la frase 'algo habrán hecho'. Si algo habrá hecho Damián Márquez es su militancia y su compromiso político y social", concluyó la mujer.
Secuestro y operativos
El 8 de agosto de 1976 Ana Sosa de Reynaga (37) y Ángel Manfredi (34) estaban celebrando el Día del Niño en una casa en una de las colonias del Ingenio Concepción. Ambos militaban en el Partido Comunista Revolucionario (PCR). Ese día fueron secuestrados. Ella era profesora en la Escuela Normal y él, trabajador de los Talleres de Tafí Viejo y estudiante de la facultad de Filosofía y Letras. La docente tenía tres hijos y él, también.
"La llevé y la dejé en Mendoza y Mitre. Nunca más la vi", recordó el médico Carlos Reynaga, esposo de Ana María. Afirmó que al atardecer de ese día allanaron su casa. "Sacaron libros y apuntes. Me llevaron a mí también. Me vendaron los ojos. Querían saber si yo había tenido participación en su actividad (la de Ana). Pero yo siempre fui radical", memoró. También fue consultado sobre las características físicas de su mujer. Recordó que había sido sometida a una mastectomía, detalle que sería clave para identificarla en los relatos de víctimas del Arsenal. En simultáneo al operativo en la casa de los Reynaga hubo otro en la de los Manfredi. La esposa de Ángel, Lola Farhat, afirmó que el grupo armado iba a llevársela junto a los niños, pero desistieron. "Fue un gran padecimiento familiar. No era fácil ni la subsistencia. Nos marginaron", lamentó. Recordó a su marido como una persona comprometida con sus convicciones: "quería un mundo mejor. Estoy segura de que jamás puso una bomba ni usó un arma. Su principal delito eran sus ideas".
Ana y Ángel fueron vistos con vida por última vez en el Arsenal, según el relato de sobrevivientes y permanecen desaparecidos. Diego Reynaga tenía tres años cuando su mamá fue secuestrada. Aún recuerda el llanto de sus hermanos cuando esa tarde se llevaron también a su papá. Afirmó que pudo reconstruir el destino de ella por "retazos". "Ella era creativa, rebelde e innovadora. Para la visión uniforme y reaccionaria de estas personas mi madre era peligrosa. Se perdió mucho con ella. Este juicio nos devolverá la paz que tanto necesitamos", consideró.
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