15 Junio 2013
WASHINGTON.- El Gobierno de Barack Obama ha dado por sobrepasada la "línea roja" que estableció en el uso de armamento químico. Pero Washington no ha dejado claro qué pasará ahora. El vaso está lleno, pero la baza de la tarjeta roja con la que el Presidente estadounidense amenaza desde hace semanas al régimen sirio aún no se ha jugado por completo.
Tras el anuncio de que los servicios secretos estadounidenses constataron el uso de armas químicas por parte del régimen sirio, todo dependerá de hasta que punto pueda forzar Obama apoyos de sus aliados (y presionar a Rusia, partidaria de Bashar Al Assad) durante la cumbre del G8 que se celebrará lunes y martes en Irlanda del Norte.
Apoyo militar a los rebeldes, sí; establecimiento de una zona de exclusión aérea, quizás. Ese es el mensaje transmitido hasta ahora por Obama. "No se ha tomado una decisión sobre una zona de exclusión aérea", explicó el consejero adjunto de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Ben Rhodes. "Lo mejor que podemos hacer es apoyar a los opositores en tierra", agregó. Pero no especificó cómo se concretará dicho apoyo, ni tampoco está claro cuánto de novedoso hay realmente en esta supuesta novedad.
Envíos ocultos
Según el diario The Wall Street Journal, Obama ya autorizó a la CIA a entregar armas a los rebeldes sirios y a sus aliados, aunque desde hace tiempo ya hay especulaciones sobre envíos encubiertos procedentes del arsenal existente sobrante de la guerra de los Balcanes. Además, EEUU participa en el entrenamiento de rebeldes en Jordania y una unidad suya con barcos anfibios estaría ya estacionada frente a las costas sirias.
Los opositores a Al Assad no son los únicos que mostraron su decepción por el poco apoyo del Occidente democrático. Países como Arabia Saudita o Jordania observaron con desaprobación como Damasco recibía más ayuda de Rusia que los rebeldes de EEUU. Según los analistas, Obama quiere ver caer a Al Assad, pero sin ensuciarse las manos con intervenciones militares como las de Irak o Afganistán. Encumbrados republicanos, como el senador John McCain (su rival presidencial de 2012), reclaman desde hace tiempo una intervención militar directa.
Conferencia lejana
Cada vez parece más improbable que se celebre en Ginebra la Conferencia sobre Siria que desde hace meses impulsaban Rusia y el secretario de Estado estadounidense, John Kerry. Y es que desde hace días ya había señales sobre un posible cambio de rumbo por parte de Estados Unidos. Así, Kerry aplazó esta semana un viaje a Israel y el jueves se reunió con su homólogo británico, William Hague.
Además, a principios de mes Obama nombró como asesora de seguridad nacional a Susan Rice. La hasta ahora embajadora de Estados Unidos ante la ONU apoyó en el pasado, en varias ocasiones, las intervenciones militares de Washington en el exterior para evitar la muerte de civiles. Y será ella una de las encargadas de pilotar en nuevo rumbo de la Casa Blanca en la cuestión siria.
Tras el anuncio de que los servicios secretos estadounidenses constataron el uso de armas químicas por parte del régimen sirio, todo dependerá de hasta que punto pueda forzar Obama apoyos de sus aliados (y presionar a Rusia, partidaria de Bashar Al Assad) durante la cumbre del G8 que se celebrará lunes y martes en Irlanda del Norte.
Apoyo militar a los rebeldes, sí; establecimiento de una zona de exclusión aérea, quizás. Ese es el mensaje transmitido hasta ahora por Obama. "No se ha tomado una decisión sobre una zona de exclusión aérea", explicó el consejero adjunto de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Ben Rhodes. "Lo mejor que podemos hacer es apoyar a los opositores en tierra", agregó. Pero no especificó cómo se concretará dicho apoyo, ni tampoco está claro cuánto de novedoso hay realmente en esta supuesta novedad.
Envíos ocultos
Según el diario The Wall Street Journal, Obama ya autorizó a la CIA a entregar armas a los rebeldes sirios y a sus aliados, aunque desde hace tiempo ya hay especulaciones sobre envíos encubiertos procedentes del arsenal existente sobrante de la guerra de los Balcanes. Además, EEUU participa en el entrenamiento de rebeldes en Jordania y una unidad suya con barcos anfibios estaría ya estacionada frente a las costas sirias.
Los opositores a Al Assad no son los únicos que mostraron su decepción por el poco apoyo del Occidente democrático. Países como Arabia Saudita o Jordania observaron con desaprobación como Damasco recibía más ayuda de Rusia que los rebeldes de EEUU. Según los analistas, Obama quiere ver caer a Al Assad, pero sin ensuciarse las manos con intervenciones militares como las de Irak o Afganistán. Encumbrados republicanos, como el senador John McCain (su rival presidencial de 2012), reclaman desde hace tiempo una intervención militar directa.
Conferencia lejana
Cada vez parece más improbable que se celebre en Ginebra la Conferencia sobre Siria que desde hace meses impulsaban Rusia y el secretario de Estado estadounidense, John Kerry. Y es que desde hace días ya había señales sobre un posible cambio de rumbo por parte de Estados Unidos. Así, Kerry aplazó esta semana un viaje a Israel y el jueves se reunió con su homólogo británico, William Hague.
Además, a principios de mes Obama nombró como asesora de seguridad nacional a Susan Rice. La hasta ahora embajadora de Estados Unidos ante la ONU apoyó en el pasado, en varias ocasiones, las intervenciones militares de Washington en el exterior para evitar la muerte de civiles. Y será ella una de las encargadas de pilotar en nuevo rumbo de la Casa Blanca en la cuestión siria.
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