"Uno se arma una novela de la vida para poder tolerarla"
La autora de Las viudas de los jueves acaba de publicar Un comunista en calzoncillos, libro que gira en torno a la figura de su padre. "En la época de la dictadura, la palabra comunista era una mala palabra", rememora Piñeiro al referirse a esta novela que tiene, como telón de fondo, a la Argentina de los años 70.
Por Fabián Soberón - Para LA GACETA - Tucumán
- Me llamó la atención el tono del libro. Es claro que hay un cruce deliberado de realidad y ficción. Hay un posicionamiento diferente frente a la relación ficción - realidad. ¿Por qué escribiste Un comunista en calzoncillos?
- En casi todo lo que escribimos los escritores hay una mezcla de ficción y realidad. Uno parte de la vida de uno pero para que sea una novela uno tiene que adornarla de ficción. En algunas novelas hay mucho de ficción y muy poco de lo que uno toma de cosas concretas. En ésta hay mucho más de autobiográfico que de ficción. Pero la verdad es que hay muchos personajes inventados. La señorita Julia, por ejemplo. Entonces yo no puedo decir que esto sea una biografía. Pero sí que tiene un registro mucho más cercano a lo autobiográfico novelado. Y creo que tiene que ver con el ejercicio de la memoria. Esto apareció cuando me pidieron para el blog de "Eterna cadencia" que diga dónde estaba yo cuando se produjo el golpe del 24 de marzo de 1976. Y escribí un texto chico. Pero este recuerdo quedó y empezaron a aparecer otros recuerdos y seguí tirando y apareció todo esto que luego ficcionalicé. Y por eso hay mucho de ficción. Y también hay mucho de realidad. Es verdad que en Burzaco se hizo el primer monumento a la bandera. Pero la comisión para reivindicarlo no existió o, si existió, yo no me enteré. Pero podría haber existido.
- Es cierto lo que decís: en muchos libros hay una mezcla de realidad y ficción. Pero en este libro me parece que la dosis de realidad es mayor que la de ficción.
- Sí, es así. Incluso la foto de tapa es una foto de mi papá. Y yo estoy en la foto cuando era pequeña.
- Y en la segunda parte, cuando te referís a la memoria, hablás de las cajas chinas. Estas cajas son evocaciones de un pasado que existió.
- Ahí hay bastante menos ficción que en la primera parte. Sí hay ficción en la forma de narrar, en el tono narrativo, en algún detalle que uno inventa y que no es exactamente como ha sido. Pero lo de las cajas chinas son recuerdos. Entonces, eso tiene la mentira del recuerdo. Ahí hay un recuerdo de una abuela que la pisa un colectivo y eso ocurrió cuando yo era niña y por lo tanto no lo tengo como recuerdo. Sin embargo, lo tengo como un recuerdo, como si lo hubiera visto y eso es por la cantidad de veces que me lo contaron. Por otra parte, en el psicoanálisis dicen que uno en la sesión va a armar la novela de su vida. Por eso uno dice, "la vida parece una novela". Y la vida es una novela. Es decir, la vida es la vida pero uno se arma una novela de la vida para poder tolerarla. Entonces vas y te contás a vos mismo en el analista tu vida de una manera tolerable. Bueno, los escritores la podemos escribir y cambiar y podemos corregir algunas cosas que nos molestan más que otras.
- Estoy de acuerdo con lo que decís. En mi libro Mamá trabajo con los recursos de la ficción. Por eso quizás me interesó especialmente tu libro. Porque creo que elaborás de una manera acertada la autobiografía para convertirla en ficción.
-Cuando yo vi el trailer de tu libro dije: claro, trabaja con la figura de su mamá pero también con la ficción. Es un libro muy autobiográfico, porque la gente que está en el trailer habla de tu mamá.
- En tu libro no está la madre sino la figura del padre. Y el padre del libro profesa ciertas ideas que pueden asociarse al comunismo, o a cierta idea del comunismo.
- Básicamente, él decía "soy comunista". Y profesaba ciertas ideas relacionadas con la izquierda. Pero tenía mucho de no comunista en su vida diaria. Con lo cual, como decís, en esa enunciación "yo soy comunista" podías desbaratarlo en muchos aspectos. Si lo poco que tenía lo tenía que repartir con todos los demás, no sé si le hubiera gustado. Pero en su discurso él era comunista.
- El hecho de que viva o se pasee en calzoncillos, ¿atempera su ideología? ¿Es como decir "un comunista suave o templado"?
- Sí, la idea era desbaratar la palabra. Porque en la época de la dictadura la palabra comunista era una mala palabra. Si vos decías que tu familia era comunista era muy riesgoso. Esa anécdota de que me llamaron a la dirección para preguntarme si mi familia era comunista es cierta. Yo creo que hoy eso está perimido. A pesar de eso, alguien me dijo que esa palabra podía espantar a los lectores. Y yo le dije que si espanta al lector, es mejor que no la lea porque si un lector se siente ofendido por la palabra comunista quiere decir que no es una novela para él. Si tiene tanto para leer, para qué va a leer esto. Cuando me lo dijeron, me pareció absurdo ya que el comunismo fracasó. Y el capitalismo también fracasó. Sin embargo, cuando puse esto en Facebook, una persona me dijo que no la iba a leer por la palabra comunista. Y eso me parece ridículo. Esto es literatura, no se puede no leer algo por una palabra. A propósito de esto, te cuento lo del título. Yo no tenía el titulo todavía y fui al foro de fomento de la lectura que hace Mempo Giardinelli en el Chaco y ahí leí uno de los capítulos del libro. Se acercó el escritor Alonso Cueto y me dijo me le gustó lo que leí de ese comunista en calzoncillos. Y yo dije: está bien, ese es el título.
- Me interesa cómo trabajas la cuestión política en el libro. Si bien es cierto que hablás del golpe, el registro no es directo, no es panfletario. Contame cómo pensas el lugar de la política en la literatura.
- Yo considero que somos seres políticos. El hecho de ser escritor te pone en una situación más comprometida desde lo político. Si tenés una opinión, la tenés que escribir. Si sos dentista también sos político pero es diferente. No es lo mismo en cuanto a la responsabilidad que tenés sobre lo que decís. A mí la política me interesa. Y tengo opiniones políticas en general pero no en la literatura. No desde lo partidario. Tengo opiniones sobre el matrimonio igualitario, al aborto, etc. Pero no lo hago en la literatura. Me parece que puede haber una literatura política. Pero a mí lo que me interesa es la política como trasfondo. Hubo un golpe militar y mis amigas no parecían estar muy preocupadas. Algunas personas creían que el golpe iba a restablecer el orden. Mis amigas eran de ese estilo. Y eso en la adolescencia generó complicaciones porque en esa edad uno quiere pertenecer, integrarse. Y con las diferencias que tenía mi familia, me empecé a sentir rara. La política atravesaba y atraviesa mi vida. Hubo un golpe militar y eso impactó en mi vida. Pero yo me cuido mucho de no hacer bajada política porque me parece que la literatura es otra cosa. La política está pero me parece que no tiene que estar por delante de la narración, del lenguaje, de los personajes. Por eso hay cosas que están en la segunda parte del libro que yo no podría haber puesto nunca en la primera. En la segunda sí porque son datos, porque son cosas que puede haber leído la protagonista más grande, no en el momento y con el tono de esa niña. Meterlo en la primera parte hubiera sido pasar una información política. Muchas veces los escritores nos equivocamos y pasamos información que no le corresponde al personaje sino al escritor. Ni siquiera le corresponde al narrador. Ni el personaje ni el narrador dirían eso pero como el escritor lo quiere decir, lo mete ahí y queda metido con fórceps, ¿no?
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