TOLOMBÓN (Valles Calchaquíes) (De nuestros enviados Gustavo Frías Silva y Daniel Vaca").- A unos 1.700 metros sobre el nivel del mar, en la Bodega "Arcas del Tolombón", se festejó el sábado pasado la "Fiesta de la Vendimia 2013".
Por segundo año consecutivo, se cumplió esta fiesta tradicional en esa bodega. Se reunieron todos los factores que trabajaron: cosecheros, obreros, bodegueros y asesores de las distintas empresas de Tucumán, Salta y Catamarca.
"Es tradicional así hacerlo, todas la bodegas así lo hacen. En nuestra bodega la venimos haciendo desde un principio", explicó Alberto Guardia, titular de la bodega anfitriona. En 2012, hicimos el fin de vendimia: los productores nos sentamos a compartir con los hacedores del vino, con los enólogos, con todos quienes nos apoyaron, a compartir los vinos que se han hecho y, después hablamos sobre vino. Básicamente, es un momento donde evaluamos el fin de la vendimia y los vinos que tenemos".
- ¿Cómo nace esta idea de Arcas del Tolombón?
- En realidad arrancamos en 2007 con este proyecto, pensando hacer una viñita, y no sabíamos en qué iba a terminar. Arrancamos con un cuartel de 2 ha de Cabernet. Primero hicimos el vivero, con el pozo, y empezamos a producir nuestras propias plantas. Luego, trajimos los 'codillos' (estribo, pieza o parte de la rama que queda unida al tronco al ser cortada) de Tolombón, y al año siguiente empezamos a plantar. No sabíamos adónde íbamos con el proyecto: sólo queríamos hacer viñas. Y ahí empezamos a ver qué había que plantar, qué demandaba el mercado, qué escala de bodega debíamos hacer, y terminó en un proyecto que ni en el sueño más loco personal me iba a imaginar, porqué de plantar un par de hectáreas, pasamos a tener 33 ha plantadas y la bodega terminada con 1 millón de litros de capacidad. Es una barbaridad que se me escapó de las manos, porque una cosa lleva a la otra".
- ¿Cómo armaron el proyecto?
- Una bodega necesita su nivel de producción, como para que su piso sea rentable. Entonces, fuimos viendo cuál era nuestro límite y dónde encajaba el equipamiento con la inversión y la producción, como para entrar en el mercado. Y así definimos que un proyecto en vitivinicultura, para tener cierta presencia, sostenerse y ser rentable, tiene que andar en 1 millón de litros. No quiere decir que las bodegas boutique de 50.000 o 100.000 litros no pueden subsistir. De hecho subsisten y muchas, pero se manejan en nichos de mercado, fundamentalmente con el esoterismo. En cambio, nuestra bodega, que si bien se asienta en el esoterismo -porque es un motor importante en el desarrollo-, lo que apunta es a ser rentable también en el vino a gran escala.
- ¿Porqué Arcas de Tolombón?
- Arcas es el nombre tradicional de la finca. No se sabe, a ciencia cierta, si el nombre Arcas responde a dos cuestiones físicas: al Árbol de las Arcas, que se da en algunas quebradas (también conocido como Aguaribay), o a la formación geológica que está acá cerca nuestro, que se llama "Valla" o Arcas; entonces, todavía no logramos dilucidar si el nombre deriva por la formación geológica o de la planta que hay en el lugar.-
- ¿Y Tolombón, porque uno más lo asocia a Salta?
- Esto responde a varias cosas. Responde a que Tolombón fue la capital del Valle Calchaquí, responde a que Tolombón debió pertenecer a la Provincia de Tucumán, responde a que los desarrollos indígenas con mejor evolución agrológica estaban radicados en Tolombón. También responde a que los combates más importantes entre los indígenas y los españoles se desarrollaron en Tolombón. Es decir, Tolombón es el epicentro histórico-cultural del Valle Calchaquí.
Las comunidades indígenas pueden integrar el proyecto
La tenencia y propiedad de la tierra en los Valles Calchaquíes es una problemática de larga data. Y el desarrollo de la vitivinicultura encuentra a las comunidades atravesando distintas situaciones.
LA GACETA Rural dialogó con Alberto Guardia, titular de la Cámara de Bodegas y Viñedos de Tucumán y de Arcas de Tolombón.
- ¿Cómo puede insertarse en la vitivinicultura la comunidad indígena de los Valles?
- Es un tema complejo porque tiene varias aristas. En primer lugar, en la zona del Valle Calchaquí tucumanos tenemos dos comunidades indígenas: la comunidad indígena de Amaicha, que es propietaria de la tierra, y la comunidad indígena de Quilmes, que no es propietaria de la tierra y pretende serlo. Entonces, son dos particularidades. Y, a su vez, la Comunidad de Amaicha no puede disponer de esa tierra para enajenarla, y eso a ellos mismos les genera complicaciones legales, financieras, etc, ahí hay un nudo importante.
- ¿Qué sucede con la problemática de los Quilmes?
- El problema de la comunidad indígena de Quilmes es que no tienen tierras, y están esperando, de alguna manera, recibir tierras para desarrollarlas. Pero a su vez, empiezan a jugar algunos factores por el tema de conflictos de tierra, con los propietarios de las tierras, y en otros lugares donde ellos pretenden poseerlas. Está en marcha la Ley de Desarrollo Territorial; no se sabe cómo va a terminar, con juicios de ambas partes donde se demanda la tierra. Es un problema complejo que, en algún momento, tendrá que tener una solución política. Si no la tiene, esto va a dificultar el desarrollo del Valle.
- ¿Estamos frenando el desarrollo del potencial?
- Se pueden ir haciendo unas cosas, pero hay gente que puede hacer más cosas y no las hace por temor frente a eso, a la incertidumbre sobre la tenencia final de la tierra. Sin embargo, hay que saber conjugar la problemática y se puede ir desarrollando sin necesidad de entrar en conflicto.
El Valle Calchaquí tiene mucho potencial por desarrollar, y las comunidades indígenas de la zona pueden insertarse muy bien.