El 5 de setiembre se cumplirán 20 años. Pero el 5-0 de Colombia en el Monumental es imposible de olvidar. Estuve en aquel partido y la imagen se me reapareció en algún momento en el 0-0 del último viernes en cancha de River. No porque la Argentina de Alejandro Sabella y Lionel Messi pueda parecerse a aquella selección del '93 que dirigía el "Coco" Basile.
No se pretende comparar nada con aquel equipo que fue bicampeón de la Copa América y tuvo 33 partidos sin perder, un invicto que cerró sin embargo con una de las derrotas más duras en la historia de la selección argentina. Y menos aún hubo atisbos del 5-0, resultado que acaso jamás volverá a suceder. Argentina mereció ganar el viernes, en su experiencia sin Messi desde el inicio. El recuerdo del '93 se debe a Colombia, la selección que más evolucionó en el último año en el planeta fútbol, con una gran camada de jugadores, mucho más en ataque que en defensa, a tal punto que ella sí nos remite al '93. Con una única diferencia. Y no menor. los narcos hoy no son lo que eran 20 años atrás. Por suerte.
Quienes crean que para Colombia el 5-0 es un recuerdo puramente gozoso están equivocados. Así como nosotros destapamos diversos episodios, aún dolorosos, de nuestro título en el Mundial 78, el 5-0 también significa para los colombianos un recuerdo no siempre grato. Lo confirma "El 5-0", un libro reciente escrito por el periodista Mauricio Silva Guzmán, que revela que esa selección notable convivió con el poder narco. Recibió sus dineros y escuchó sus pedidos, acaso igual que toda Colombia en aquellos tiempos de carteles, capos y mucha cocaína.
Empeñados casi siempre en no ver más allá del ombligo propio, como si en el fútbol no hubiese rival, en Argentina no supimos nunca que las dos máximas figuras de Colombia en la tarde del 5-0 llegaron a duras penas al partido. "El Tren" Valencia sufrió un duro golpe en un tobillo en la práctica previa. Leonel Alvarez lloró pidiéndole disculpas y Valencia "jugó lesionado, de puro varón", según revela Oscar Córdoba, el ex arquero colombiano de Boca, en el libro de Silva. El otro atacante, "el Tino" Asprilla, la estrella indiscutible de aquel gran equipo colombiano, amaneció enfermo y tembló hasta horas antes del partido. Lo inyectaron para que jugara. Otro dato: el volante "Barrabás" Gómez cuenta que a los 86 minutos se acercó al árbitro uruguayo Ernesto Filippi pidiéndole que no echara a Diego Simeone, que acababa de darle una patada violenta a Valencia. "No lo vaya a sacar del partido, porque después dicen que les ganamos porque tenían solo diez. No nos vaya a hacer eso". Y Filippi, según cuenta el libro, le respondió: "No lo echo, pero háganles otro gol a esos hijos de puta".
Lo más interesante sucedió tras la fiesta nocturna que desató el 5-0, destapando botellas de toda clase en el segundo piso del hotel Ceasar Park, de Buenos Aires. El periodista y político Francisco Santos, vicepresidente de Colombia de 2002 a 2010, secuestrado en los '90 por el capo Pablo Escobar, mostró sus nalgas a hinchas argentinos desde una ventana del hotel. Y la suite del "Tino" Asprilla tiene historias de "triple XXX", aseguró Silva. La fiesta costó un dineral, que según cuenta ahora el autor del libro, fue pagada por Justo Pastor Perafán. En esos tiempos, Perafán, ex panadero y militar, era un próspero empresario de Bogotá que pagaba fiestas suntuosas que incluían cantantes internaciones y financiaba también campañas políticas. Cuatro años después del 5-0 fue detenido en Venezuela y extraditado a Estados Unidos. En abril pasado, Perafán fue condenado a 30 años de cárcel por narcotráfico por la Corte Federal de Long Island, en Nueva York.
¿Por qué sorprenderse si el 10 de junio de 1994, meses después de la goleada del Monumental y poco antes de viajar al Mundial de Estados Unidos, los jugadores de la selección colombiana viajaron encapuchados hasta Cali para llegar a una lujosa mansión en el barrio Ciudad Jardín y encontrarse allí con los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, José "'Chepe" Santa Cruz y Helmer "Pacho" Herrera, capos del Cartel de Cali? Silva cuenta que Miguel Rodríguez Orejuela, "El Señor", mientras servían langosta anunció los premios que darían al plantel según avanzaran en el Mundial. "Esa cifra -dice en el libro un "histórico" del equipo- era absurda, pero muy, muy, muy absurda". Su hermano Gilberto, "El Ajedrecista", dio luego entre 5.000 y 25.000 dólares en efectivo a cada uno de los jugadores, mientras les decía que era muy importante que apoyaran la candidatura a la presidencia de Ernesto Samper. Un entorno peligroso.
Colombia llegó como supuesta "revelación" al Mundial y se fue de Estados Unidos primero que nadie. El zaguero Luis Carlos "Coroncoro" Perea cuenta en el libro que Francisco Maturana respondió despreocupado cuando el capitán Andrés Escobar lo mandó a que le pidiera al DT un video de Rumania, rival en el debut. "Tranquilo Luis Carlos, que todo está bajo control", recibió como toda respuesta. El capitán Escobar, autor de un gol en contra en la derrota contra Estados Unidos que selló la despedida del Mundial, fue asesinado a poco de volver a Colombia. Aún hoy se lo recuerda como el momento más trágico del período dorado del fútbol colombiano.
"Los dos Escobares" (el narco Pablo y el capitán Andrés) se llama justamente un gran documental de ESPN que busca relatar aquellos años. "Si me llama Vito Corleone, yo voy", dice en un momento Maturana, al admitir que él y sus jugadores iban a jugar fútbol a la Hacienda Nápoles con su dueño, el narco Pablo Escobar. Un predio de 3.000 hectáreas entre Medellín y Bogotá, que incluía plaza de toros, parque de diversiones, teatro, seis piscinas, diez lagos artificiales y animales de todo el mundo, desde cisnes de cuello negro hasta rinocerontes de Kenya. No era sólo la selección. Todos los equipos tenían dinero narco. Y casi todos visitaban al patrón a su finca de oro. Y tampoco era solamente el fútbol, claro. Era un país dominado por los narcos y coincidió con la que muchos llaman como la más maravillosa generación de jugadores colombianos, los citados Asprilla y Valencia, más el Pibe Valderrama, el Loco Higuita, Freddy Rincón. Jugaron tres Mundiales seguidos y fueron semifinalistas en cuatro Copas América.
El recuerdo es inevitable porque ahora, 20 años después, el Tigre Falcao lidea otra nueva y brillante generación, una lista que incluye a Jackson Martínez,Teo Gutiérrez, Carlos Bacca, Luis Muriel,Juan Cuadrado, Dorlan Pabón y Carlos Quintero, por citar algunos, que se acoplan a veteranos más conocidos como Mario Yepes y Luis Perea, ex River y ex Boca, respectivamente. Radamel, que hace campañas viales, obras benéficas y luce pura corrección, está a años luz del Tino Asprilla. Y los narcos, por mucho que seguramente habrá dineros lavados e infiltrados en distintos ámbitos, son hoy tema de telenovela (El Cartel de los Sapos, Sin tetas no hay paraíso, El Capo). José Pekerman sabe que tiene en sus manos un diamante en bruto.