La economía esta subordinada a la política electoral

La economía esta subordinada a la política electoral

El año electoral imprime un ritmo especial a la economía. Por un lado, el Estado está más propenso a gastar. Por el otro, el sector privado espera que se sostenga el nivel de consumo de la sociedad

09 Junio 2013

Daniel Abad - Economista

Las claves de la economía tucumana para el próximo semestre están ligadas a la dinámica de la política electoral que disponga la Nación, con miras a los comicios de octubre. El terreno económico está marcado por tres etapas: los acuerdos salariales de los gremios, tanto estatales como privados; los dólares que se liquiden por las cosechas de la actividad agrícola, y las elecciones legislativas. Por estos días, la economía atraviesa una transición entre la segunda y la tercera instancia, período en el cual se ya comenzaron a levantar las primeras cosechas de soja y de granos, aunque aún sin mejoras en los niveles de reservas disponibles en el Banco Central.

La industria azucarera, la principal actividad de Tucumán, afronta un escenario complicado, a causa del bajo precio con que se comercializa el producto. En los meses preelectorales, en tanto, se espera un fuerte impulso al consumo, mediante el gasto público.

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Con el aumento de las asignaciones familiares, el Gobierno nacional busca que los consumidores tengan más plata en el bolsillo. Además, no se descarta que en el aguinaldo que los trabajadores cobrarán a mitad de año se excluya el Impuesto a las Ganancias. Ambos recursos forman parte de la estrategia para impulsar el consumo y para generar una sensación de bienestar, en las vísperas de los comicios legislativos de octubre.

El envión que recibirá el consumo en los próximos meses, mediante las intervenciones del sector público, se reflejará principalmente en la actividad comercial y en la contratación de servicios por parte del público. En este combo electoral, también hay que incluir la estrategia del control de precios impulsado por el Gobierno. Aunque aún no dio los resultados esperados, también es un recurso para apuntalar el consumo interno.

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La economía de Tucumán cuenta con un factor determinante: la industria azucarera. La zafra 2013 comenzó mal debido al bajo precio del producto, que le impide a los ingenios cubrir sus costos de producción. La dinámica del sector tiene un efecto multiplicador, sobre todo en las localidades del interior provincial, ya que permite reactivar el comercio, el consumo de servicios y las industrias vinculadas como la metalmecánica.

La industria, en general, está en problemas. A nivel nacional se nota más claro esto, porque muchos sectores han sentido el efecto de la desaceleración económica en el último año. Tucumán está atada a esa situación, con el caso particular de la industria azucarera. Ninguna industria es una isla. Padecen los mismos problemas, con el problema que implica para la producción los cortes de energía, más allá de que se paguen tarifas adicionales. 

Para mejorar el presente de la industria azucarera es necesaria una ley nacional, mediante la cual se establezca un precio regular que garantice a los productores ingresos y rentabilidad. Además, permitiría incluir a los ingenios de Salta y de Jujuy. La intervención estatal no debería ser sólo la  formación de un precio sostén, sino la de retirar los excedentes de la producción, mediante la exportación, para equilibrar el precio interno.

Durante los próximos meses, se espera que el mercado laboral se mantenga estable, sostenido por el consumo y por la obra pública. Sin embargo, no se aguarda la creación de nuevos puestos de trabajo, ya que los niveles de inversión privada  se mantienen bajos, a causa de las restricciones cambiarias, de la inflación y de la brecha entre el dólar oficial y el paralelo. Sin inversión privada no habrá creación genuina de empleo. 


Demasiado gasto, demasiada presión impositiva

Gustavo Wallberg - Economista

Los excesos son complicados. Los hay en el gasto ineficiente y, consecuentemente, en la carga tributaria que ello conlleva. La solución pasaría por disminuir las erogaciones y, naturalmente, la presión fiscal, pero en un año electoral eso el Estado no lo puede hacer. Porque implicaría que alguien sienta el efecto y el impacto es negativo.

En consecuencia, el déficit fiscal es una posibilidad que no hay que descartarla este año. Esto es, hasta aquí, el escenario que puede vislumbrarse en Tucumán.

Algo muy diferente es lo que va a ocurrir. Hay ciertos condicionantes para disminuir el gasto público. El Gobierno continuará con una emisión sostenida de pesos. El problema no es llegar a octubre, mes de las elecciones, sino lo que pasará después cuando deba aplicar las correcciones. En el caso tucumano, hay poco margen de política económica. La provincia está sujeta a lo que haga la Nación.

Se está evidenciando una debilidad en el consumo. El Gobierno lo viene observando y por eso lanza medidas con el fin de incentivarlo. En parte los Cedin destinados a la construcción son parte de esa estrategia, también para reactivar un sector que genera ingresos y empleos. Hay conductas de precaución entre las franjas sociales medias y altas. Para los de menores ingresos, la inflación los castiga más. No tienen margen para malgastar.

No tienen sentido los controles oficiales de precio. No hay disposición legal alguna que los establezca, que avale las fiscalizaciones, amenazas y hasta supervisiones. En el Plan Austral de 1985 se vio algo parecido, pero que no fue acompañado con medidas de fondo. Hay riesgos de terminar con algo de desabastecimiento, porque cuando un comercio debe reponer mercadería, el proveedor le cobra con precios nuevos para sumar productos. 

En lo que se refiere al mercado de trabajo, en Tucumán el único empleo en blanco es el del Estado. Para este año es de esperar un leve ascenso de la desocupación, nada desastroso. En los últimos dos años, el empleo en negro se apoderó del sector privado. Con esto, creo que el mercado laboral está en un techo, porque el Estado no puede tomar masivamente más gente, como tampoco los privados prevén hacerlo. 

Creo que Tucumán debe pensar más en el largo plazo. La provincia requiere obras de infraestructura y más facilidad para las PyME en cuanto a alivios fiscales. Si hacemos esto, seguramente la economía puede transitar más tranquilamente. Las PyME necesitan un desahogo fiscal con el fin de tener cierta rentabilidad para generar empleos. Los productos locales necesitan canales de salidas a otros mercados. Allí se necesitan obras.


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