Violencia y muerte en la vida de los genios sin ley

Violencia y muerte en la vida de los genios sin ley

Norman Mailer, Charles Manson y el Marqués de Sade son algunos de los destacados protagonistas de las reseñas del escritor.

RASTREADOR. Mayer recrea las historias de una veintena de artistas, de quienes expone la relación entre su obra y el delito. RASTREADOR. Mayer recrea las historias de una veintena de artistas, de quienes expone la relación entre su obra y el delito.
09 Junio 2013

BIOGRAFÍAS

ARTISTAS CRIMINALES 

MARCOS MAYER

(El Ateneo - Buenos Aires)

En un acopio de reseñas biográficas de artistas famosos y no tan famosos, Marcos Mayer nos conduce por un paseo anecdótico y entretenido donde la violencia y la muerte son fuertes protagonistas en la vida de estos hombres. Desde las aberraciones sexuales del Marqués de Sade hasta aquel rústico crimen que manchara al compositor de tangos Horacio Sanguinetti, que asesinó a su cuñado en el velorio de su propia hermana, el crimen es siempre protagonista.

Las aspiraciones musicales que tuviera Charles Manson antes del baño de sangre de Cielo Drive, la mala puntería de William Burroughs cuando se supuso Guillermo Tell con un revólver frente a su esposa, o la buena puntería que tuvo contra la suya Norman Mailer con un cuchillo en una fiesta, son algunos ejemplos de lo diverso de estas historias, que comparten el denominador común del delito.

Escritores, músicos, cantantes, actores que se volvieron criminales y también algunos criminales que se convirtieron en personajes del universo del arte, son en cierto modo los focos de atención del libro. Pero por otro lado, la docta y erudita interpretación de cada vida criminal que hace el autor, le da cierta adecuada profundidad a las historias. Así, no se queda en lo meramente histórico y formal de la crónica periodística, sino que afortunadamente avanza en la labor de analizar las teorías filosóficas, perspectivas religiosas, o simplemente la cosmovisión de cada artista, que se refleja en parte de su obra. Ese rasgo abre una nueva mirada, un nuevo tamiz hermenéutico, a la interpretación y comprensión de esas obras. Es como si al mirar las arrugas y cicatrices de la mano del orfebre, descubriéramos nuevas bellezas y detalles en las joyas labradas por aquel.

Con capítulos muy diferentes entre sí, muy diversos en la forma y en el planteo de cada historia de vida, el libro brinda una lectura siempre interesante y variada. Con todo, hay a lo largo de sus páginas una verdad que vibra por debajo de la lectura, y es aquella que enunciara otro condenado a la cárcel, que se llamaba Oscar Wilde: "No existe eso que se llama un libro moral o inmoral. Los libros están bien o mal escritos. Eso es todo." Y este libro es un libro bien escrito.

© LA GACETA

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César Di Primio


Williams Burroughs

Fragmento de Artistas criminales

Por Marcos Mayer

"Hice dos cosas en mi vida. Le disparé a esa perra y escribí un libro", dijo William Burroughs de manera inopinada en medio de un encuentro entre críticos y colegas. Nadie se animó a pedirle mayores precisiones, como si no pudieran creer lo que habían escuchado. Tal vez el libro al que se refería, la más famosa entre sus obras, haya sido El almuerzo desnudo. Pero lo que no admite dudas es que "esa perra" vivió bajo el nombre de Joan Vollmer y murió en las circunstancias más absurdas, aunque quizás no tan casuales como se adujo en 1951, cuando en un confuso episodio fue víctima de un balazo disparado por su esposo.

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La primera versión que dio Burroughs a la policía de México, ya que la muerte ocurrió en la capital de ese país, fue que estaba jugando con Joan a Guillermo Tell. Que la mujer había apoyado un vaso de agua sobre la parte superior de su cabeza y que él había errado, consecuencia de lo cual una bala había perforado el cráneo de su pareja. Joan fue llevada de apuro al hospital, donde murió. Las autoridades intervinieron al conocer la noticia y Burroughs pasó algunos días en prisión. La primera vez que contó el hecho a la policía habló del vaso de agua y del disparo fallido. Luego, iría modificando sus dichos, seguramente a partir de los consejos de su abogado mexicano, Bernabé Jurado, un nombre que es casi una indicación de destino profesional. De acuerdo con la segunda declaración, el arma se habría disparado por accidente en medio de una transacción para vendérsela a un conocido.

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