02 Junio 2013
PAREJO. Luciano Devani fue uno de los puntos altos de un Lince filoso en ofensiva y mezquino a la hora de ceder terreno.
Pasará un buen tiempo antes de que el partido de ayer abandone las conversaciones y las arengas en el club de Silvano Bores al 800.
En primer lugar por el qué: Lince volvió a ganar tras cinco fechas y sumó su segundo triunfo en las 12 fechas disputadas.
En segundo lugar por el quién: derrotó nada menos que a Jockey Club de Salta, puntero cómodo de la zona A y una racha de 10 triunfos consecutivos sobre la espalda.
Y en tercer lugar, y más importante, por el cómo: jugando al rugby como pretendió hacerlo desde el principio. Atacando de pie, con dinámica y actitud, y defendiendo con entrega absoluta, dejando la vida en cada tackle. Y es que sólo así podía derrotar al equipo que más sólido se había mostrado hasta el momento. De hecho, el 26 a 24 final refleja un sufrimiento que Lince no mereció.
El "albirrojo" amenazó durante el primer cuarto de hora, pero de a poco fue cediendo a manos de un Lince decidido a enterrar cualquier macumba. Por un momento incluso llegó a tener el bonus en la mano, pero lo extravió en el apuro salteño que llegó en los últimos 15 minutos. De todos modos, fue en defensa donde se vio al mejor Lince: solidario e incansable, muy diferente a la tibieza que había mostrado en los duelos anteriores.
Sí, tarde se acordaron los "grises" de jugar al rugby, pero desde el triunfazo de ayer, haber quedado fuera del Súper 8 antes de tiempo duele un poco menos en Silvano Bores al 800.
En primer lugar por el qué: Lince volvió a ganar tras cinco fechas y sumó su segundo triunfo en las 12 fechas disputadas.
En segundo lugar por el quién: derrotó nada menos que a Jockey Club de Salta, puntero cómodo de la zona A y una racha de 10 triunfos consecutivos sobre la espalda.
Y en tercer lugar, y más importante, por el cómo: jugando al rugby como pretendió hacerlo desde el principio. Atacando de pie, con dinámica y actitud, y defendiendo con entrega absoluta, dejando la vida en cada tackle. Y es que sólo así podía derrotar al equipo que más sólido se había mostrado hasta el momento. De hecho, el 26 a 24 final refleja un sufrimiento que Lince no mereció.
El "albirrojo" amenazó durante el primer cuarto de hora, pero de a poco fue cediendo a manos de un Lince decidido a enterrar cualquier macumba. Por un momento incluso llegó a tener el bonus en la mano, pero lo extravió en el apuro salteño que llegó en los últimos 15 minutos. De todos modos, fue en defensa donde se vio al mejor Lince: solidario e incansable, muy diferente a la tibieza que había mostrado en los duelos anteriores.
Sí, tarde se acordaron los "grises" de jugar al rugby, pero desde el triunfazo de ayer, haber quedado fuera del Súper 8 antes de tiempo duele un poco menos en Silvano Bores al 800.
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