02 Junio 2013
"Todo lo que es agua es oro en estos momentos", advierten especialistas
Minetti y González sostienen que debe elaborarse un plan que contenga a usuarios, industria y campo. Los expertos advierten que dos hechos extremos, como las inundaciones y las sequías, han demostrado fallas en la gestión del líquido. Algunas claves para reutilizarlo
La sequía se ha instalado desde 2003 y se ha estimado un período largo de bajos promedios de lluvias. Ese registro se traducirá en menos volúmenes de caudales en cuencas, que repercutirá en ríos y diques, condición que ya se observa en la provincia. Además, los últimos datos de los centros de observación especializados, tanto de Tucumán como del resto del mundo, demostraron que las temperaturas del océano Pacífico disminuyeron y que esa tendencia se mantendrá, lo que llevará a la presencia del fenómeno conocido como "La Niña", con disminución de precipitaciones. A esto se sumó un aumento de las temperaturas como efecto del "Calentamiento Global".
"Todo lo que es agua, es oro en estos momentos. Y así debió considerarse en el pasado desde una visión estratégica. La última presa importante que tuvo Tucumán fue El Cadillal. Pero es un problema cultural, ya que en Argentina no se ha tomado demasiada atención a la falta de este recurso", dijo Juan Leonidas Minetti, director del Laboratorio Climatológico Sudamericano.
El doctor en Ciencias Meteorológicas lanzó así la advertencia pública, dejando abierto a la incógnita sobre la reacción social y desde la gestión política sobre el problema que ya llegó, y se quedará mucho tiempo.
"Están avisados, habrá que ver desde ahora cuál será la capacidad de reacción. Lo que puede pasar con la sequía (por el impacto), depende de la capacidad de los recursos que existen y de la posibilidad de movilizar capitales... aunque no hay que esperar que se arme una presa en dos días o dos años", recalcó Minetti.
La información que dio a conocer Minetti describió que la región NOA se convirtió en un oasis húmedo, presionada "fuertemente" por los desiertos de Atacama y de la zona semiárida chaqueña. Y el camino llevará a la "asfixia".
"En el norte argentino debió plantarse un dique en cada río, por decirlo de alguna manera (...) No hay política de Estado sobre el agua. Los hechos extremos, las sequías y las inundaciones, han demostrado que hubo fallas en la gestión del agua", enfatizó el experto en una charla que mantuvo con LA GACETA.
¿Cuál es la solución? "Estamos metidos hasta el cuello en esta historia", agregó.
Junto a Minetti, Juan González, doctor en Ciencias Biológicas, dejó en claro que la alternativa apunta a mitigar lo que viene. "Se debe elaborar un plan de mitigación: trabajar a nivel ciudadano, industria y agropecuario. No queda otra solución", expresó.
Tucumán tiene una de las tasas más altas de consumo del planeta. El derroche en los grandes centros urbanos, como Nueva York o Tokio, es de 200 litros de persona por día. Mientras que en Tucumán llega a los 400 litros -el doble-.
González hizo hincapié en la educación en torno de la racionalización del agua. "Regamos con agua potable, lavamos autos con agua potable. En algunos países de Europa existen inodoros diferenciados: dos botones según el tiempo de uso y se utiliza agua reciclada, no potable. Los baños tienen sensores infrarrojo, artículo que es barato comprarlo en Tucumán. Hay tecnología para racionalizar", recalcó.
"A nivel industria, estábamos convencidos de que siempre habría agua. Pero la abundancia no será tal con el tiempo. En el agro, hay más perdidas de agua por evaporación; el riego es más una costumbre", comentó González, apuntando al sector productivo. "Estamos tirando millones y millones de litros en cada zafra. Aquí debe pensarse en reutilizar la vinaza como una fuente de recurso", agregó.
¿Cuál será el escenario si no hay cambios? Según González, se potenciará la disminución de los cauces de ríos y arroyos; se afectará la recarga de acuíferos o de las aguas subterráneas; habrá mayor mortandad de peces; se avanzará sobre la vegetación; la atmósfera contendrá más partículas contaminantes, ya que no se producirán lluvias suficientes para "lavar" el ambiente; se registrará fuerte impacto sobre los cultivos, desde efectos sobre crecimiento de plantas y de los rendimientos hasta la emergencia; habrá mayor probabilidad de incendios en bosques y un cambio de las condiciones bioclimáticas: la combinación de temperaturas altas y baja disponibilidad de agua generará altos niveles de estrés en las personas.
"Todo lo que es agua, es oro en estos momentos. Y así debió considerarse en el pasado desde una visión estratégica. La última presa importante que tuvo Tucumán fue El Cadillal. Pero es un problema cultural, ya que en Argentina no se ha tomado demasiada atención a la falta de este recurso", dijo Juan Leonidas Minetti, director del Laboratorio Climatológico Sudamericano.
El doctor en Ciencias Meteorológicas lanzó así la advertencia pública, dejando abierto a la incógnita sobre la reacción social y desde la gestión política sobre el problema que ya llegó, y se quedará mucho tiempo.
"Están avisados, habrá que ver desde ahora cuál será la capacidad de reacción. Lo que puede pasar con la sequía (por el impacto), depende de la capacidad de los recursos que existen y de la posibilidad de movilizar capitales... aunque no hay que esperar que se arme una presa en dos días o dos años", recalcó Minetti.
La información que dio a conocer Minetti describió que la región NOA se convirtió en un oasis húmedo, presionada "fuertemente" por los desiertos de Atacama y de la zona semiárida chaqueña. Y el camino llevará a la "asfixia".
"En el norte argentino debió plantarse un dique en cada río, por decirlo de alguna manera (...) No hay política de Estado sobre el agua. Los hechos extremos, las sequías y las inundaciones, han demostrado que hubo fallas en la gestión del agua", enfatizó el experto en una charla que mantuvo con LA GACETA.
¿Cuál es la solución? "Estamos metidos hasta el cuello en esta historia", agregó.
Junto a Minetti, Juan González, doctor en Ciencias Biológicas, dejó en claro que la alternativa apunta a mitigar lo que viene. "Se debe elaborar un plan de mitigación: trabajar a nivel ciudadano, industria y agropecuario. No queda otra solución", expresó.
Tucumán tiene una de las tasas más altas de consumo del planeta. El derroche en los grandes centros urbanos, como Nueva York o Tokio, es de 200 litros de persona por día. Mientras que en Tucumán llega a los 400 litros -el doble-.
González hizo hincapié en la educación en torno de la racionalización del agua. "Regamos con agua potable, lavamos autos con agua potable. En algunos países de Europa existen inodoros diferenciados: dos botones según el tiempo de uso y se utiliza agua reciclada, no potable. Los baños tienen sensores infrarrojo, artículo que es barato comprarlo en Tucumán. Hay tecnología para racionalizar", recalcó.
"A nivel industria, estábamos convencidos de que siempre habría agua. Pero la abundancia no será tal con el tiempo. En el agro, hay más perdidas de agua por evaporación; el riego es más una costumbre", comentó González, apuntando al sector productivo. "Estamos tirando millones y millones de litros en cada zafra. Aquí debe pensarse en reutilizar la vinaza como una fuente de recurso", agregó.
¿Cuál será el escenario si no hay cambios? Según González, se potenciará la disminución de los cauces de ríos y arroyos; se afectará la recarga de acuíferos o de las aguas subterráneas; habrá mayor mortandad de peces; se avanzará sobre la vegetación; la atmósfera contendrá más partículas contaminantes, ya que no se producirán lluvias suficientes para "lavar" el ambiente; se registrará fuerte impacto sobre los cultivos, desde efectos sobre crecimiento de plantas y de los rendimientos hasta la emergencia; habrá mayor probabilidad de incendios en bosques y un cambio de las condiciones bioclimáticas: la combinación de temperaturas altas y baja disponibilidad de agua generará altos niveles de estrés en las personas.