02 Junio 2013
MASCARILLA. Movilizados cubren su nariz para aliviar el efecto de los gases. REUTERS
ESTAMBUL.- Por segundo día consecutivo, Estambul fue escenario de duros enfrentamientos entre la Policía y más de 10.000 opositores al primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que comenzaron manifestando contra la construcción de un centro comercial en el parque público de Taksim para luego reclamar directamente la renuncia del Gobierno.
Ante la ausencia de información oficial sobre la cantidad de heridos, fuentes de los hospitales señalaron que atendieron a unos 1.000 heridos y que hubo un muerto. Al menos 80 manifestantes fueron detenidos. El levantamiento social es comparado a una reacción registrada en la primavera árabe de hace dos años en países del Magreb y del Cercano Oriente, para acabar con sus dictaduras.
Las calles de la ciudad parecieron ayer una zona de guerra y reinaba la sensación de que el Gobierno perdió el control de la situación. Erdogan justificó la firme represión al sostener: "la Policía está haciendo su trabajo y seguirá cumpliendo su misión". Sin embargo, por momentos los efectivos parecían desbordados ante la resistencia de los movilizados, que soportaron gases lacrimógenos, balas de goma y carros hidrantes.
El descontrol fue tal que llegaron a cortar el puente sobre el río Bósforo, que es el límite entre el continente europeo con el asiático.
El premier turco ratificó la concreción del proyecto inmobiliario, pese a la resistencia social. Erdogan cargó contra Estados Unidos y la Unión Europea, a quienes criticó por lo que consideró mensajes de apoyo a los manifestantes emitidos desde Washington y Bruselas; y amenazó con que la oposición "puede reunir a 100.000 personas en el lugar, pero con mi partido puedo reunir a un millón".
Símbolo de unidad
Las primeras protestas comenzaron el miércoles, para impedir que continúe la tala de árboles en la zona. "Eran un símbolo que nos unían a todos de una forma apolítica. Esto no tiene un color político concreto. La gente explotó contra el Gobierno, que durante una década se comportó de manera autoritaria", argumentó Gokhan Yilmaz, un estudiante de filosofía.
Luego de la situación en Estambul, las protestas callejeras se reprodujeron en más de 40 ciudades del país. Incluso votantes del Partido para la Justicia y el Desarrollo y de Erdogan, un islamista moderado, criticaron al mandatario a través de las redes sociales. El líder de la oposición, Kemal Kilicdaroglu, exigió el retiro de la Policía de Taksim, que ayer se concretó. También hubo marchas en Europa.
Uno de los cuestionamientos al Gobierno es haber comenzado a legislar (incluso en aspectos de la vida privada) partiendo únicamente de la perspectiva religiosa musulmana. "Estamos hartos de Erdogan y su fascismo islámico", gritó un joven en el parque cercado, en defensa de la Turquía liberal y diversa. (Télam-DPA-Reuters)
Ante la ausencia de información oficial sobre la cantidad de heridos, fuentes de los hospitales señalaron que atendieron a unos 1.000 heridos y que hubo un muerto. Al menos 80 manifestantes fueron detenidos. El levantamiento social es comparado a una reacción registrada en la primavera árabe de hace dos años en países del Magreb y del Cercano Oriente, para acabar con sus dictaduras.
Las calles de la ciudad parecieron ayer una zona de guerra y reinaba la sensación de que el Gobierno perdió el control de la situación. Erdogan justificó la firme represión al sostener: "la Policía está haciendo su trabajo y seguirá cumpliendo su misión". Sin embargo, por momentos los efectivos parecían desbordados ante la resistencia de los movilizados, que soportaron gases lacrimógenos, balas de goma y carros hidrantes.
El descontrol fue tal que llegaron a cortar el puente sobre el río Bósforo, que es el límite entre el continente europeo con el asiático.
El premier turco ratificó la concreción del proyecto inmobiliario, pese a la resistencia social. Erdogan cargó contra Estados Unidos y la Unión Europea, a quienes criticó por lo que consideró mensajes de apoyo a los manifestantes emitidos desde Washington y Bruselas; y amenazó con que la oposición "puede reunir a 100.000 personas en el lugar, pero con mi partido puedo reunir a un millón".
Símbolo de unidad
Las primeras protestas comenzaron el miércoles, para impedir que continúe la tala de árboles en la zona. "Eran un símbolo que nos unían a todos de una forma apolítica. Esto no tiene un color político concreto. La gente explotó contra el Gobierno, que durante una década se comportó de manera autoritaria", argumentó Gokhan Yilmaz, un estudiante de filosofía.
Luego de la situación en Estambul, las protestas callejeras se reprodujeron en más de 40 ciudades del país. Incluso votantes del Partido para la Justicia y el Desarrollo y de Erdogan, un islamista moderado, criticaron al mandatario a través de las redes sociales. El líder de la oposición, Kemal Kilicdaroglu, exigió el retiro de la Policía de Taksim, que ayer se concretó. También hubo marchas en Europa.
Uno de los cuestionamientos al Gobierno es haber comenzado a legislar (incluso en aspectos de la vida privada) partiendo únicamente de la perspectiva religiosa musulmana. "Estamos hartos de Erdogan y su fascismo islámico", gritó un joven en el parque cercado, en defensa de la Turquía liberal y diversa. (Télam-DPA-Reuters)
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