Alperovichismo: cero ideología
El "fin de ciclo", en boga en el plano nacional, puede analizarse desde lo ideológico -como lo hace el kirchnerismo- o desde lo pragmático -como lo intenta hacer aparecer la oposición-. El Gobierno nacional interpreta que con este concepto se cuestiona su política social y evidencia que los que vengan harán tabla rasa con sus conquistas y reivindicaciones populares. Una especie de "arrasemos con todo" de una oposición vengativa. Para los K, la derecha reniega y se molesta por la redistribución de la riqueza que beneficiaría a los pobres. Es un argumento nacido de las entrañas de la ideología. La oposición niega y afirma que el fin de ciclo se debe a que la Constitución le pone una traba a Cristina para aspirar a otro período, u otra década. Si no media una reforma, claro. Es decir, esa oposición "derechosa", macrista o peronista disidente, personaliza: habla sólo de la suerte de la Presidenta. Entiende que sin ella, esta etapa cristinista del kirchnerismo no pasa de 2015.

En ese marco, en Tucumán también hay fin de ciclo. La Carta Magna le impide a Alperovich postularse para un cuarto mandato consecutivo. En este caso, ¿valen las lecturas nacionales? ¿Se pueden hacer lecturas ideológicas o pragmáticas? Las preguntas llevan a otra que puede ser más interesante para plantear, y para contestar: ¿existe el alperovichismo? Y si es así, ¿cómo se lo puede caracterizar? Antes de responder cabe señalar, para el análisis, que al menemismo y al kirchnerismo se los puede clasificar ideológicamente dentro de la concepción movimientista del peronismo, cada cual en su extremo. Ahora bien, tanto el primero como el segundo tienen como referentes a figuras nacidas en el peronismo y reivindicatorias, a su manera, de Perón y de Evita. El alperovichismo no puede hacer gala de lo mismo, ya que su principal cabeza recorrió un camino inverso: primero llegó al poder y luego abrazó al peronismo; o lo "alquiló", como dijo de manera irónica un veterano del PJ. Entonces, ¿cabe mirar al alperovichismo desde lo ideológico? La respuesta, claramente, es "no". Bajo ese concepto, la ideología aparece disgregada en la dirigencia peronista que se subió al pragmático barco alperovichista. ¿Espera sacar la cabeza después de 2015?

Dirigentes de cuna peronista, que están a la sombra del paraguas alperovichista y otros que están en la periferia de este grupo, coinciden en que carece de ideología. Básicamente lo califican -en tono acusatorio y despectivo- de totalmente pragmático y absolutamente vacío de contenido ideológico. Hay unanimidad sobre esto, aunque con reservas para confesarlo con nombre y apellido. No es vergüenza, es precaución. Uno se animó a señalar, con una cuota de broma, que el alperovichismo "es más de derecha, porque lo aprendió de (Julio) Miranda". En suma, desde la óptica del peronismo hay cero compromiso doctrinario en el alperovichismo. "Pero existe", aclaran. Cómo se lo puede encasillar entonces: de verticalista, con poder concentrado en una persona y de gestor del día a día. Alguien mencionó, para justificar que la ideología no tiene cabida en el alperovichismo, que incorporó a la gestión a bussistas (Pablo Baillo y Miguel Brito) y a presos políticos (Humberto Rava).

¿Sirven estas consideraciones para anticipar si finalmente Alperovich será un candidato testimonial? Bueno, es un pragmático por excelencia; hará lo que más le convenga a su propósito personal: ¿quedar bien con Cristina? o ¿buscar votos la reforma para ser "eterno? Con la Presidenta debe quedar bien, está presionado y obligado a ganar, y de forma contundente. Sólo él sabe si tiene ganas de seguir y ser eterno. Por lo pronto, no apareció una "Diana Conti" alperovichista que lo promueva for ever.

Comentarios