29 Mayo 2013
La miseria, el analfabetismo, la mala alimentación, entre otras causas, son las madres de la desnutrición que influye en más de una tercera parte en las muertes infantiles, aunque rara vez se la menciona como causa directa, según la Organización Mundial de la Salud. Una estadística difundida en julio pasado, señalaba que alrededor de 25 niños morían por día antes de cumplir un año por causas evitables, y la mayoría de ellos, por desnutrición. También se indicaba como causas, la falta de hospitales y medicamentos para tratar enfermedades curables. El informe señalaba que en Buenos Aires fallecían ocho por día por esas causas, y 200, de entre 8 y 12 años, se prostituían para poder comer. Mientras los datos oficiales medían la mortalidad infantil en 12,9 por mil nacidos vivos, los de la Unicef indicaban que eran del 14 por mil.
La semana pasada estuvo en Tucumán el doctor Abel Albino, mentor de la Fundación Conin (Cooperadora para la Nutrición Infantil), uno de los infatigables luchadores contra esta "enfermedad" social. El profesional y humanista, que estudió en la Facultad de Medicina de la UNT, dijo que la desnutrición que afecta a los menores de seis años depende de terceros, no tienen medios o no tienen la educación o formación suficiente y puso la educación como punto de partida para transformar la realidad. "Cuando hay educación, hay trabajo. Es la única salida que tiene el país. Una persona que tiene cabeza para resolver conflictos tuvo un buen alimento, el mimo, el afecto, la contención, todo eso que recibió le ha dado una seguridad y una suficiencia en la vida que le permite salir a la calle con el pie derecho, porque su cerebro está en condiciones de ser educado", aseveró.
Mientras en Chile la mortalidad infantil asciende al 7 por mil, en la Argentina, el índice promedio es de 15 por mil. "¡Esto es un papelón para la Argentina! Tenemos un país rico y grande, poderoso; no deberíamos tener pobreza", manifestó y agregó que si un chico tiene desarrollado su cerebro entre un 10 y un 50% tendrá una posibilidad limitada de educarse. "Aprenderá a sumar y restar, pero no a multiplicar ni a dividir, jamás entenderá el Teorema de Pitágoras ni irá a la universidad", señaló.
Respecto de la ayuda social a los sectores más desfavorecidos, el "Doctor Solidaridad" -como suelen llamarlo- manifestó que los planes sociales son buenos, siempre y cuando estimulen el trabajo. "En la emergencia estamos de acuerdo, ¡pero no pueden permanecer de por vida! ¡La gente tiene que tener la posibilidad de educarse y, educada, obtener trabajo! Si estas políticas fueran muy buenas yo no tendría razón de existir, ¿para qué crear centros Conin?", se preguntó.
En otras ocasiones, hemos señalado la importancia de que se elabore una política de Estado integral, surgida del aporte de las universidades y de las instituciones civiles, para combatir con eficacia la desnutrición y otros males de la sociedad. Debería haber, por ejemplo, equipos de alfabetizadores que fueran a las villas miseria y educaran in situ a los adultos, porque difícilmente estos irán a la escuela. La ayuda social debe estar acompañada de educación, de salud, de condiciones de vida dignas, de capacitación en oficios, indispensable para poder conseguir luego un empleo. Si se aborda el problema en forma coordinada y desde diferentes ángulos, es posible que pueda erradicarse la desnutrición infantil, que debería avergonzarnos en este país con tantas riquezas naturales.
La semana pasada estuvo en Tucumán el doctor Abel Albino, mentor de la Fundación Conin (Cooperadora para la Nutrición Infantil), uno de los infatigables luchadores contra esta "enfermedad" social. El profesional y humanista, que estudió en la Facultad de Medicina de la UNT, dijo que la desnutrición que afecta a los menores de seis años depende de terceros, no tienen medios o no tienen la educación o formación suficiente y puso la educación como punto de partida para transformar la realidad. "Cuando hay educación, hay trabajo. Es la única salida que tiene el país. Una persona que tiene cabeza para resolver conflictos tuvo un buen alimento, el mimo, el afecto, la contención, todo eso que recibió le ha dado una seguridad y una suficiencia en la vida que le permite salir a la calle con el pie derecho, porque su cerebro está en condiciones de ser educado", aseveró.
Mientras en Chile la mortalidad infantil asciende al 7 por mil, en la Argentina, el índice promedio es de 15 por mil. "¡Esto es un papelón para la Argentina! Tenemos un país rico y grande, poderoso; no deberíamos tener pobreza", manifestó y agregó que si un chico tiene desarrollado su cerebro entre un 10 y un 50% tendrá una posibilidad limitada de educarse. "Aprenderá a sumar y restar, pero no a multiplicar ni a dividir, jamás entenderá el Teorema de Pitágoras ni irá a la universidad", señaló.
Respecto de la ayuda social a los sectores más desfavorecidos, el "Doctor Solidaridad" -como suelen llamarlo- manifestó que los planes sociales son buenos, siempre y cuando estimulen el trabajo. "En la emergencia estamos de acuerdo, ¡pero no pueden permanecer de por vida! ¡La gente tiene que tener la posibilidad de educarse y, educada, obtener trabajo! Si estas políticas fueran muy buenas yo no tendría razón de existir, ¿para qué crear centros Conin?", se preguntó.
En otras ocasiones, hemos señalado la importancia de que se elabore una política de Estado integral, surgida del aporte de las universidades y de las instituciones civiles, para combatir con eficacia la desnutrición y otros males de la sociedad. Debería haber, por ejemplo, equipos de alfabetizadores que fueran a las villas miseria y educaran in situ a los adultos, porque difícilmente estos irán a la escuela. La ayuda social debe estar acompañada de educación, de salud, de condiciones de vida dignas, de capacitación en oficios, indispensable para poder conseguir luego un empleo. Si se aborda el problema en forma coordinada y desde diferentes ángulos, es posible que pueda erradicarse la desnutrición infantil, que debería avergonzarnos en este país con tantas riquezas naturales.