29 Mayo 2013
Chris Wright es afroamericano. Nació en 1989 y el básquet es su pasión. Se hizo conocido jugando en la prestigiosa Universidad de Georgetown. Está a punto de firmar contrato con los Dallas Mavericks, de la NBA Hasta aquí, nada fuera de lo común, pero un detalle lo cambia todo: Chris sufre esclerosis múltiple (EM).
Un día, durante un entrenamiento, su pie izquierdo falló. A las pocas horas, la mano, el brazo y la pierna derecha habían perdido la sensibilidad. Cuenta que cuando recibió el diagnóstico no entendía nada. Los médicos pronosticaron el final de la carrera. Los hechos demuestran lo contrario.
"El mejor mensaje que se puede dar a la gente es lo que casos como el de Chris Wright muestran: la esclerosis múltiple aún no tiene cura (se investiga intensamente para lograrla), pero no tiene por qué significar una condena a la discapacidad", señaló el neurólogo Jorge Blanche, que desde hace muchos años se dedica a tratar pacientes que sufren EM. "Con la enfermedad atacada a tiempo puede frenarse sensiblemente el deterioro. Conozco casos de mujeres que han podido tener hijos, y una paciente capaz de recorrer los Valles en bicicleta", añadió.
En qué consiste
La EM es una enfermedad crónica que suele afectar a personas jóvenes (entre 20 y 40 años). Se produce cuando células del propio sistema inmunológico, llamadas linfocitos T, dañan la mielina que recubre los axones de las neuronas y, con ello, sus conexiones. Las lesiones son irreversibles, por ahora. "Se está investigando cómo lograr la remielinización, pero mientras tanto hay mucho que se puede hacer", resaltó Blanche.
En los comienzos de la forma más común, la de "recaídas y remisiones", se alternan brotes y períodos en los que los síntomas remiten. Lo que se busca es disminuir la frecuencia y la intensidad de los brotes del problema, porque cada brote significa nuevas lesiones.
La clave
La mayor eficacia del tratamiento depende el diagnóstico temprano. "Está científicamente probado que la medicación actúa mejor en la primera etapa de la enfermedad. Por eso es importantísimo atacarla apenas aparece el primer evento clínico", advirtió Blanche.
Allí pueden surgir las primeras dificultades: los síntomas observables son inespecíficos, pues dependen de la zona del sistema nervioso central (SNC) donde se haya producido la lesión. Pero hay algunos observables que deberían llamar la atención de pacientes y de médicos (ver "Cuáles señales hay que atender").
"El actual panorama terapéutico es muy alentador, si se tiene en cuenta que en 125 años no tuvimos nada para ofrecerles a los pacientes. En los últimos 20 años aparecieron siete u ocho alternativas de tratamiento; posiblemente el año que viene tengamos al menos tres drogas más, y existen más de 300 alternativas en estudio. El panorama sin duda es promisorio" destacó Jorge Correale, jefe del área de Enfermedades Desmielinizantes del Instituto FLENI, de Buenos Aires.
El diagnóstico
Como el tiempo es clave, hay que consultar en cuanto aparecen los primeros síntomas "extraños". "Es preferible hacer las pruebas y descubrir que no pasa nada grave, y no suponer que no es nada, y perder meses de tratamiento que son preciosos", insistió Blanche.
Para confirmar si se trata de EM, lo habitual es aplicar dos pruebas: el potencial evocado, que evalúa la función del sistema sensorial, y la resonancia magnética, que permite observar si existen lesiones en el SNC, y si las hay, qué características tienen.
El tratamiento
Al ser una enfermedad crónica, la EM requiere ser tratada de por vida. Eso exige una "conducta intachable" por parte del paciente, porque puede ser desgastante. Algunas de las drogas son inyectables, y eso a veces hace obstáculo. Y en la mayoría de los casos, la falta de una respuesta positiva, lo que se conoce como "respuesta sub-óptima", se debe a la baja adhesión al tratamiento, sostuvo Blanche (ver el infograma "Caraterísticas de la enfermedad").
"Por eso es fundamental un abordaje multidisciplinario", señaló el doctor Oscar Iguzquiza (h). Que el paciente logre aceptar que sufre la enfermedad y encuentre cómo convivir con ella y "mantenerla a raya", puede requerir apoyo psicológico. Y cuando el cuerpo acusa las primeras discapacidades, la fisioterapia es importantísima.
Por otra parte, es importante tener claro que no cualquier droga sirve para tratar a cualquier enfermo.
"Hoy sabemos, gracias a los avances en medicina, que la manera de expresarse clínicamente de la EM, tanto en su evolución como en la capacidad de respuesta al tratamiento, es cada vez más individualizada; la enfermedad se comporta diferente de un paciente a otro, explicó Andrés Villa, jefe de Neuroinmunología del Hospital Ramos Mejía.
Un día, durante un entrenamiento, su pie izquierdo falló. A las pocas horas, la mano, el brazo y la pierna derecha habían perdido la sensibilidad. Cuenta que cuando recibió el diagnóstico no entendía nada. Los médicos pronosticaron el final de la carrera. Los hechos demuestran lo contrario.
"El mejor mensaje que se puede dar a la gente es lo que casos como el de Chris Wright muestran: la esclerosis múltiple aún no tiene cura (se investiga intensamente para lograrla), pero no tiene por qué significar una condena a la discapacidad", señaló el neurólogo Jorge Blanche, que desde hace muchos años se dedica a tratar pacientes que sufren EM. "Con la enfermedad atacada a tiempo puede frenarse sensiblemente el deterioro. Conozco casos de mujeres que han podido tener hijos, y una paciente capaz de recorrer los Valles en bicicleta", añadió.
En qué consiste
La EM es una enfermedad crónica que suele afectar a personas jóvenes (entre 20 y 40 años). Se produce cuando células del propio sistema inmunológico, llamadas linfocitos T, dañan la mielina que recubre los axones de las neuronas y, con ello, sus conexiones. Las lesiones son irreversibles, por ahora. "Se está investigando cómo lograr la remielinización, pero mientras tanto hay mucho que se puede hacer", resaltó Blanche.
En los comienzos de la forma más común, la de "recaídas y remisiones", se alternan brotes y períodos en los que los síntomas remiten. Lo que se busca es disminuir la frecuencia y la intensidad de los brotes del problema, porque cada brote significa nuevas lesiones.
La clave
La mayor eficacia del tratamiento depende el diagnóstico temprano. "Está científicamente probado que la medicación actúa mejor en la primera etapa de la enfermedad. Por eso es importantísimo atacarla apenas aparece el primer evento clínico", advirtió Blanche.
Allí pueden surgir las primeras dificultades: los síntomas observables son inespecíficos, pues dependen de la zona del sistema nervioso central (SNC) donde se haya producido la lesión. Pero hay algunos observables que deberían llamar la atención de pacientes y de médicos (ver "Cuáles señales hay que atender").
"El actual panorama terapéutico es muy alentador, si se tiene en cuenta que en 125 años no tuvimos nada para ofrecerles a los pacientes. En los últimos 20 años aparecieron siete u ocho alternativas de tratamiento; posiblemente el año que viene tengamos al menos tres drogas más, y existen más de 300 alternativas en estudio. El panorama sin duda es promisorio" destacó Jorge Correale, jefe del área de Enfermedades Desmielinizantes del Instituto FLENI, de Buenos Aires.
El diagnóstico
Como el tiempo es clave, hay que consultar en cuanto aparecen los primeros síntomas "extraños". "Es preferible hacer las pruebas y descubrir que no pasa nada grave, y no suponer que no es nada, y perder meses de tratamiento que son preciosos", insistió Blanche.
Para confirmar si se trata de EM, lo habitual es aplicar dos pruebas: el potencial evocado, que evalúa la función del sistema sensorial, y la resonancia magnética, que permite observar si existen lesiones en el SNC, y si las hay, qué características tienen.
El tratamiento
Al ser una enfermedad crónica, la EM requiere ser tratada de por vida. Eso exige una "conducta intachable" por parte del paciente, porque puede ser desgastante. Algunas de las drogas son inyectables, y eso a veces hace obstáculo. Y en la mayoría de los casos, la falta de una respuesta positiva, lo que se conoce como "respuesta sub-óptima", se debe a la baja adhesión al tratamiento, sostuvo Blanche (ver el infograma "Caraterísticas de la enfermedad").
"Por eso es fundamental un abordaje multidisciplinario", señaló el doctor Oscar Iguzquiza (h). Que el paciente logre aceptar que sufre la enfermedad y encuentre cómo convivir con ella y "mantenerla a raya", puede requerir apoyo psicológico. Y cuando el cuerpo acusa las primeras discapacidades, la fisioterapia es importantísima.
Por otra parte, es importante tener claro que no cualquier droga sirve para tratar a cualquier enfermo.
"Hoy sabemos, gracias a los avances en medicina, que la manera de expresarse clínicamente de la EM, tanto en su evolución como en la capacidad de respuesta al tratamiento, es cada vez más individualizada; la enfermedad se comporta diferente de un paciente a otro, explicó Andrés Villa, jefe de Neuroinmunología del Hospital Ramos Mejía.
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