Soja, dólar, inflación; una década para no reírse

Soja, dólar, inflación; una década para no reírse

25 Mayo 2013

Marcelo Bátiz - DyN

Aunque la década kirchnerista finaliza con cierto estancamiento productivo, hay un hecho que suele pasarse por alto: Néstor Kirchner fue el primer presidente desde la restauración de la democracia que asumió con el país en crecimiento. Después de cuatro años de caída ininterrumpida de la actividad, el tándem Duhalde-Lavagna le entregó el poder al santacruceño con una suba del PIB de 5,4% y 7,7% en los dos primeros trimestres de 2003. Ninguno de sus predecesores tuvo esa suerte.

El viento a favor de entonces se explicaba por la combinación del "trabajo sucio" realizado en 2002 -devaluación, Emergencia Económica, cesación de pagos, pesificación asimétrica, reducción del salario real a niveles mínimos y caída de la tasa anual de inflación del 40,9% al 14%- y la aparición de China en el mercado mundial, con la demanda de lo que sería la estrella de la década: la soja y sus derivados, que entre 2003 y 2012 proporcionaron divisas de exportación por U$S 170.560 millones.

Ese combustible fue el impulso principal para que las reservas subieran en cuatro años de 11.000 millones a 52.654 millones de dólares. Lo que aparentaba cerrar el círculo virtuoso se completaba con una reestructuración de la deuda pública por el equivalente a unos 62.500 millones de dólares, una inflación que en marzo de 2004 llegó al mínimo de 2,3% anual e ingresos corrientes que aumentaron en el decenio 613%.

La inflación volvió a los dos dígitos en 2006, en el paso previo a la destrucción del sistema estadístico nacional que hoy impide contar con una medición oficial confiable. Si se toman los índices privados, aquel 2,3% original por lo menos se duplicó. Pero si en las filas oficiales se sigue desconociendo el problema, ¿cómo admitir los efectos inflacionarios de expandir la base monetaria 850%?

Pese a la mala relación kirchnerista con el campo, los ingresos de la soja que dieron mucho aire al modelo ya resultan insuficientes para compensar el déficit de la balanza energética. El matrimonio Kirchner ostenta el dudoso privilegio de haber recibido un país autoabastecido de hidrocarburos y en menos de una década haberlo sometido a una importación anual de U$S 12.000 millones.

La suba de los ingresos corrientes -sustentada en una estructura tributaria regresiva que el kirchnerismo nunca intentó corregir- fue insuficiente ante un alza del gasto superior a 653%. En 2012, a pesar de haber incorporado importantes cantidades de fondos provenientes del Banco Central y la ANSeS, el déficit financiero fue de más de $ 55.000 millones.

Todo lo señalado dio lugar, en especial a partir de 2007, a una creciente desconfianza en el valor de la moneda local y la consiguiente fuga de capitales. Fue así que, luego de las elecciones de 2011, comenzaron a aplicarse una sucesión de restricciones a la adquisición de moneda extranjera, en el marco del denominado "cepo".

Como en los casos anteriores, los resultados no fueron los esperados. Quizás Hernán Lorenzino pueda responderle al fallecido Mario Benedetti, quien hace cuatro décadas preguntaba: "Seré curioso/ señor ministro/ ¿de qué se ríe?"

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