Se respira la proximidad del fin de era
La gran narradora colombiana -autora de Delirio y de Olor a rosas invisibles- vuelve con Hot Sur, un thriller atrapante. La novela se centra en la historia de María Paz, una joven latina que llega a los Estados Unidos persiguiendo el "sueño americano", utopía que pronto se convierte en pesadilla. Restrepo define a América latina como un continente de "sobrevivientes".
Por Ezequiel Martínez -Para LA GACETA - Buenos Aires
La autora de Demasiados héroes despliega un fresco de personajes -lleno de pliegues y contradicciones- que construyen una novela coral, es decir, narrada por sus propios protagonistas a través de cartas, correspondencias, libros, pero también a partir de recuerdos íntimos y testimonios. Como señala Restrepo, "esta es una novela donde el escritor no quiere escribir, sino que son los propios personajes quienes cuentan su historia". Relatos de violencias múltiples, choques culturales, asesinatos raciales, rituales religiosos, amores prohibidos, historias de cárceles y fronteras infranqueables. Una novela actual, urgente, que explora la condición humana. "Todos los personajes del libro reflexionan sobre ello sin darse cuenta, más preocupados por cómo van a narrar su propias vivencias", afirma.
Dialogamos con la autora durante su visita a Buenos Aires, en el marco de la Feria del libro.
- ¿Hot Sur es una novela sobre la otredad? Es decir, la mirada que tenemos del otro social y culturalmente distinto…
- Sí, porque finalmente la gran aventura es el encuentro con el otro y la posibilidad de encuentros momentáneos. Es decir, todo depende de que se produzca ese pequeño encuentro con el otro que quizás no tenga nada que ver contigo. Y cuanto más lejanos sean los que se encuentran, más placer para mí como escritora, porque más complicado es juntarlos.
- ¿El libro también puede leerse como una crítica del "sueño americano"?
Bolivia -la madre de María Paz- llega a América convencida del "sueño americano". Ella pertenece a esa generación donde el sueño americano era incuestionable, un credo. La realidad social de su propia Patria la excluye. Ahora, en el caso de María Paz la situación cambia. Entiende que aunque viva allí no puede entrar a América, percibe la existencia de barreras -culturales, sociales, simbólicas- que no le permiten abrir la puerta de todo eso. Creo que su frase "Adiós América, me voy, aunque realmente no sé si alguna vez estuve acá…" refleja la carnadura del sueño americano para María Paz.
- ¿Por qué entonces ese discurso de prosperidad que promete sigue funcionando?
Si bien esta es una novela, la gente me pregunta si hubo mucha investigación. Hubo un poco, pero no mucha. Esta es una ficción que no intenta ser un tratado de Antropología ni de Etnografía. De todas maneras, yo creo que toda novela debe partir de algún tipo de hipótesis histórica, y a mí se me ocurrió una a partir de una frase de Oscar Wilde que dice "cuando uno se va es porque ya se ha ido". Cuando un Imperio se cae es porque ya ha caído. Como bien dices, los latinos siguen emigrando a Estados Unidos, pero en la novela yo me refiero al sueño americano como relato a nivel global, el que hemos construido en cada uno de nuestros países y el que predomina en el mundo. Este relato aún no se desploma, pero los personajes del libro demuestran sus fisuras y sus grietas. Cómo este "sueño" ya no constituye la suma de ansiedades, deseos, ha dejado de significar la felicidad para la gente que está metida en él. Esto ya está sucediendo a pesar de que existe mucha gente que continúa emigrando. Aparecen pequeños síntomas, como el caso de las familias mexicanas que antes vivían de la plata que les enviaban desde Estados Unidos y ahora tienen que mandar dinero para allá. Al latinoamericano le fascina su casa, su comida, sus olores, y quiere estar con su mamita y sus amigos de la infancia. En la novela hay muchos que se cuelan -hay un personaje que ha entrado y salido 17 veces- y esto no es inventado, es la realidad. Entonces, la gente quiere ir a hacer unos pesos y volver, porque el sueño vuelve a estar en otro lado. La inspiración de la gente no es quedarse allí para siempre.
- En esta novela abordas la violencia de género, el choque cultural, las fronteras como problemática social, lo particular en tensión con lo universal… ¿se trata de una novela que indaga la condición humana?
- Bueno, cualquier cosa en ese sentido sería pretencioso. Mi intención fue ir escribiendo varias novelas, que las veía como capas y dimensiones diferentes de un mismo relato. Siento que estamos viviendo una época de crisis, pero también de epifanías y revelaciones que abren a una nueva etapa. Esta es una novela muy actual y esa fue mi intención; tratar de amarrar los hilos que nos permitan ubicarnos en esta época y decodificar qué es lo que está cambiando, porque el cambio se siente por todos lados, la proximidad del fin de era se respira. Cuestiones elementales como el agotamiento de los recursos del planeta, hasta multitudes que viven en condiciones infrahumanas. El desplazamiento, es decir, el fin de las naciones, el destierro como condición humana fundamental; gente que viene y va pero que no está marcada por el territorio. El piso que tienes bajo los pies ya no es lo que te contiene y determina. Luego, ese sentimiento de proximidad del fin…
- ¿Sentimiento que refleja el personaje de Sleepy Joe?
- El personaje de Sleepy Joe es un "limpiador", es lo extremo, el gran purificador. El comete estos rituales sangrientos, tan payasos y tan atroces. Es un personaje que me encantó narrarlo, es como el místico frustrado, una suerte de San Juan de la Cruz "de pacotilla", con sus botas de piel de culebra, sus abdominales y su bronceado. Su anhelo es limpiar esta cosa que según él representa el otro -el latino, el diferente- porque ya no se puede vivir con esa "suciedad".
- Hay una cuestión de hibridez cultural presente en los personajes… y pienso en el "spanglish" propio de los inmigrantes latinos en Estados Unidos.
- María Paz -la protagonista de la novela- no tiene el anhelo de regresar porque no sabría bien a dónde volver. Yo quería un título muy "pop" que definiera la mezcla, una novela de frontera también en el terreno del lenguaje, y marcarlo desde el título. El tema del destierro -gente que no pertenece a ningún lado- se contrapone con la movilidad. Individuos que están siempre en el camino, se montan de arriba para abajo y se recorren Estados Unidos de punta a punta. También está el tema de los muros que separan a América Latina de América del Norte, pero yo necesitaba más muros. Por eso está el muro del apartamento donde se encuentra todo el horror de Sleepy Joe, la cárcel (llamada Manninpox) que es "el" muro: una especie de gran muralla disfrazada de castillo medieval, una alegoría de todo lo que se encierra para intentar dejar afuera lo peligroso, lo indeseable, al otro. Entonces María Paz es un personaje que básicamente atraviesa muros, como una mujer araña, ella tiene ese don.
- ¿Esta es una novela que habla también sobre la dignidad?
- Para decírtelo en términos ramplones, a mí el ser humano me gusta. Yo creo en su fuerza. Creo en el poder que tiene de transformar las cosas. Viniendo de un continente apaleado como el nuestro, lo que veo es gente con capacidad de cambiar y de sobrevivir. Yo creo que es un continente de "sobrevivientes", no en un sentido peyorativo, sino de gente que puede lidiar con la vida, y de mujeres que saben lidiar con la vida. Me gustaba que María Paz tuviera una montaña de problemas encima totalmente inmanejable, trabajando ilegalmente, casada por interés con un policía blanco, con una madre inasible, una hermana con un problema mental grave y, por último, acusada de matar a su marido. María Paz no se da mucha cuenta de los problemas que tiene encima, y cada día supera el poquito que puede, recorre ese pequeñísimo trecho. Es la idea de la superación -siendo una mujer del montón- porque no es culta, no está formada, pero tiene unas ganas de vivir tremendas. Eso es dignidad.
- ¿Crees que existen divisiones entre la denominada literatura culta y la literatura popular? El libro está lleno de referencias a autores como Dostoievski, Truman Capote, Dante Alighieri, pero también del Hombre Araña, Juanes o Shakira…
- Todo lo que se escribe parece clasificado de antemano. Esto es serio, esto no es serio, esto corresponde a la gran literatura y esto a la literatura comercial. Son categorías prefijadas donde nada se escapa, se le marca el recorrido y los posibles públicos lectores antes de empezar. Siempre me hace gracia que cada nuevo autor europeo que surge se lo clasifica como "el nuevo Dostoievski", o "el nuevo Proust", "el nuevo Tolstoi", pero nunca se lo atribuyen a un autor latinoamericano. Esa es una herencia que se la pasan entre ellos. Y lo que está fuera de ese círculo de prestigio parece quedar en un segundo plano. Nada más anti-literario que esos prejuicios de tipo "prestigista", que además es una enorme tontería; muchos de los mitos contemporáneos vienen de esa base de la literatura popular, ¡pensemos en el Quijote! Esta es una novela de frontera también en ese sentido, que puede saltar de lo más bajo a lo más alto con total libertad y encontrar sustancia de lado a lado.
© LA GACETA
Laura Restrepo nació en Bogotá, en 1950. En 1986 publicó Historia de un entusiasmo, su primer libro. Le siguieron novelas como Leopardo al sol, Dulce compañía, La multitud errante yOlor a rosas invisibles. Delirio obtuvo el Premio Alfaguara de Novela y fue uno de los libros más vendidos en la historia de los galardones. Su obra fue traducida a más de 20 idiomas y le ha acarreado distinciones, entre las que se cuentan el Premio Sor Juana Inés de la Cruz; el Prix France Culture (premio de la crítica francesa a la mejor novela extranjera publicada en Francia) y el premio Grinzane Cavour (a la mejor novela extranjera publicada en Italia). Es columnista del diario El País de España y profesora de la Universidad de Cornell en Estados Unidos.