19 Mayo 2013
Toda nación tiene hitos históricos que son celebrados por su injerencia en su destino y desarrollo, especialmente cuando cumplen cincuentenarios, sesquicentenarios o más siglos. La independencia de un país tal vez sea el más importante acontecimiento de un país. Generalmente, la celebración suele ser preparada con bastante anticipación y en muchos casos, se aprovecha para estrenar obras significativas. Por ejemplo, en el primer centenario de la Revolución Francesa, tuvo lugar en París la Exposición Universal y se inauguró la Torre Eiffel que se convirtió en un ícono de Francia. En 1989, la Ciudad Luz estrenó, entre otras cosas, el Gran Arco de la Fraternidad, conocido como el Arco de la Defensa, en el distrito de La Défense, que está poblado de rascacielos y grandes construcciones con vuelo futurista.
Restan tres años y cincuenta días para el Bicentenario de la Declaración de la Independencia y no se conocen aún propuestas y acciones concretas con motivo del magno aniversario, que podría ser aprovechado para concretar obras indispensables para la provincia, con el apoyo de la Nación.
Se evitaría tal vez repetir de ese modo la historia del centenario. En 1916, era presidente Victorino de la Plaza -el vice de Roque Sáenz Peña y al morir este en 1914, lo reemplazó-, pero no simpatizaba con Tucumán, tanto que a los actos centrales no vino; envió al ministro de Instrucción Pública. El Gobierno nacional no le brindó ningún apoyo a la administración de Ernesto Padilla, que, sin embargo, se las ingenió para inaugurar varias obras. Se habilitó el tranvía rural que unía la ciudad con el pie del cerro, y en el campo de la cultura, trajo al célebre compositor francés Camille Saint-Saëns, al filósofo español José Ortega y Gasset, que vino con padre, y al barítono italiano Titta Ruffo. Un año antes, Padilla había creado la Caja Popular de Ahorros y había traído a Enrico Caruso, el rey de los tenores.
Tal vez anticipadamente pero consciente de la importancia del Bicentenario de 2016, a fines de junio de 2005, nuestro diario organizó un debate en la Casa Histórica con tucumanos destacados que analizaron las fortalezas y debilidades de la provincia. Preocupados por la corrupción, por la falta de equidad, de identidad cultural y de planificación, expresaron que el futuro de Tucumán iba a depender de cambios esenciales.
En abril de 2009, el Gobierno provincial anunció que convocaría a más de 150 instituciones de la provincia para discutir y consensuar un documento final sobre los objetivos y metas en los aspectos sociales, económicos y productivos, en vista del Bicentenario de 2016. El punto de partida del diálogo iba a ser un documento elaborado por la Secretaría de Planeamiento, en conjunción con todas las áreas del Poder Ejecutivo. El documento preliminar se apoyaba sobre tres ejes: económico-productivo, social y ambiental. Curiosamente, en las propuestas de debate no figuraban las culturales ni las urbanísticas ni las turísticas.
Si bien no es mucho el tiempo que queda hasta el aniversario, algo digno aún podría hacerse. Sería penoso si el festejo se redujera al tradicional acto en nuestra Casa Histórica de la Independencia y al consabido recital folclórico en la plaza. Una vez con la fecha encima, y acorralados por los tiempos, se corre el riesgo de caer en la improvisación, rasgo que suele caracterizarnos. No se sabe si en 2016 seguirán siendo gobierno las actuales administaciones nacional y provincial, pero ello no debería ser un impedimento para elaborar propuestas y comenzar a cristalizarlas cuanto antes. Creemos que la trascendencia del aniversario debe ir más allá de esa circunstancia. "¡Tucumanos, a las cosas!", nos diría Ortega y Gasset.
Restan tres años y cincuenta días para el Bicentenario de la Declaración de la Independencia y no se conocen aún propuestas y acciones concretas con motivo del magno aniversario, que podría ser aprovechado para concretar obras indispensables para la provincia, con el apoyo de la Nación.
Se evitaría tal vez repetir de ese modo la historia del centenario. En 1916, era presidente Victorino de la Plaza -el vice de Roque Sáenz Peña y al morir este en 1914, lo reemplazó-, pero no simpatizaba con Tucumán, tanto que a los actos centrales no vino; envió al ministro de Instrucción Pública. El Gobierno nacional no le brindó ningún apoyo a la administración de Ernesto Padilla, que, sin embargo, se las ingenió para inaugurar varias obras. Se habilitó el tranvía rural que unía la ciudad con el pie del cerro, y en el campo de la cultura, trajo al célebre compositor francés Camille Saint-Saëns, al filósofo español José Ortega y Gasset, que vino con padre, y al barítono italiano Titta Ruffo. Un año antes, Padilla había creado la Caja Popular de Ahorros y había traído a Enrico Caruso, el rey de los tenores.
Tal vez anticipadamente pero consciente de la importancia del Bicentenario de 2016, a fines de junio de 2005, nuestro diario organizó un debate en la Casa Histórica con tucumanos destacados que analizaron las fortalezas y debilidades de la provincia. Preocupados por la corrupción, por la falta de equidad, de identidad cultural y de planificación, expresaron que el futuro de Tucumán iba a depender de cambios esenciales.
En abril de 2009, el Gobierno provincial anunció que convocaría a más de 150 instituciones de la provincia para discutir y consensuar un documento final sobre los objetivos y metas en los aspectos sociales, económicos y productivos, en vista del Bicentenario de 2016. El punto de partida del diálogo iba a ser un documento elaborado por la Secretaría de Planeamiento, en conjunción con todas las áreas del Poder Ejecutivo. El documento preliminar se apoyaba sobre tres ejes: económico-productivo, social y ambiental. Curiosamente, en las propuestas de debate no figuraban las culturales ni las urbanísticas ni las turísticas.
Si bien no es mucho el tiempo que queda hasta el aniversario, algo digno aún podría hacerse. Sería penoso si el festejo se redujera al tradicional acto en nuestra Casa Histórica de la Independencia y al consabido recital folclórico en la plaza. Una vez con la fecha encima, y acorralados por los tiempos, se corre el riesgo de caer en la improvisación, rasgo que suele caracterizarnos. No se sabe si en 2016 seguirán siendo gobierno las actuales administaciones nacional y provincial, pero ello no debería ser un impedimento para elaborar propuestas y comenzar a cristalizarlas cuanto antes. Creemos que la trascendencia del aniversario debe ir más allá de esa circunstancia. "¡Tucumanos, a las cosas!", nos diría Ortega y Gasset.