Ni primero, ni segundo; tercero
Dentro de 36 días -22 de junio- deberán presentarse las listas de candidatos a diputados nacionales. Sin embargo, en Tucumán, los movimientos y las "rarezas" electorales ya están a la hora del día. Por ejemplo, en la boleta del Frente para la Victoria los puestos más importantes son el tercero, el cuarto y el primer suplente, ya que el primero y el segundo serán rellenos testimoniales. O una gran mentira, o un engaño al electorado. Aunque parezca insólito, la pelea en el oficialismo pasa por ser tercero, ni siquiera segundo. ¿Nombres? Hay tantos que se pueden armar cinco o seis nóminas alperovichistas, con apellidos de funcionarios, de legisladores o familiares de políticos. En la metralla de nombres hasta aparece Sarita Alperovich, la hija del gobernador, quien está dando sus primeros pasos en la política desde una línea peronista denominada "El Ateneo". Casualidad, lleva el mismo nombre de la agrupación radical que integró su padre -antes de sumarse a las filas del PJ de la mano de Julio Miranda- junto a Alfredo Neme Scheij, José Ricardo Ascárate y Carlos Courel. Más allá de la trivial anécdota, la danza ya empezó, y los codazos por los lugares también. Y además la treta usual: que los interesados arrojen a la parrilla el nombre de los contrincantes para "quemarlos" en el camino.

En el oficialismo, la idea que viene ganando espacios es que ni el puesto de primer suplente, ni del segundo, será para la Nación. ¿Por qué? Porque el Gobierno nacional habría optado por no "incomodar" a José Alperovich con una lista que no resulte de su agrado y antojo, impuesta o digitada desde el poder central con candidatos que no le sumen votos. La meta es que gane "tranquilo", sin lastre. En esa línea, más allá de los posibles pataleos de camporistas o kirchneristas no alperovichistas, la intención de Alperovich sería incorporar a referentes de las tres secciones electorales, parlamentarios o no, pero de su riñón; más leales a él que a la Presidenta, con un sólido trabajo territorial y con trayectoria política. Quedan casi cinco semanas para las definiciones, pero como bien se dice lo que vale hoy, mañana no sirve. La dinámica de la política obliga a bruscos cambios y replanteos.

Por ejemplo, el alperovichismo no puede dejar de desatender la afirmación de Cristina en cuanto a que no va a proponer que se reforme la Constitución nacional. La lectura inmediata es que ella renuncia a la re-reelección y que el cristinismo tendrá que acomodarse a esa bajada de línea. Si embargo, es ella la que no quiere proponerla, afuera del cerco quedan los paladares negros que promueven la Cristina eterna y que son capaces de presentar la iniciativa reformista. Claro, todo depende del resultado de las primarias del 11 de agosto. Porque sobre los números de esas PASO se subirán -o no- los cristinistas para sostener la reforma con re-reelección. En el Congreso, la oposición entiende que es imposible que se acompañen posibles cambios porque los números no le darían al PJ.

¿Cómo influye esa definición en la política tucumana? Si la jefa de Estado nacional "renuncia" a una reforma para no seguir en el poder, mal podría hacer Alperovich en insistir ese camino vedado "éticamente" por Cristina. Entonces, ¿para qué tratar de ganar con contundencia los comicios a los fines de sostener con los números una nueva iniciativa reformista si el pulgar señala hacia abajo? Alperovich necesita una victoria abrumadora porque no desea atravesar sus dos últimos años de gestión con debilidad política. Debe hacer la "gran Menem": mantener hasta último momento la incertidumbre sobre si quiere continuar o no, aunque todavía no lo haya decidido. El problema es que con muy poco -tres bancas- debe calmar a muchos que asoman pensando en 2015: los post-alperovichistas.

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