14 Mayo 2013
"GREMLINS". La película de Joe Dante combina comedia con terror.
No hay recetas para la inmortalidad. No hay fórmula, no hay ruta segura. Pero pareciera que sí hay modos de cazarla temporalmente, al menos en un manotazo ilusorio. Ese es uno de los propósitos de "Martes para antes de morir", un ciclo de cine que devuelve a la pantalla grande películas clásicas o pioneras de un nuevo género, cuya cuarta temporada comienza hoy en el Cine del Solar (avenida Aconquija 1.300).
El cronograma del ciclo está basado en un criterio amplio, existencialista y conmovedor: no puede uno morirse sin haber visto estos filmes, sin haber explorado las maravillas de Tim Burton, sin haberse estremecido de horror ante las escenas de "El exorcista", entre otros impactos y sensaciones obligatorios. "En un principio la idea era pasar clásicos, pero en las últimas temporadas incluimos películas de culto, bizarras o de clase B, porque queremos mostrar obras que marcaron tendencia o que fueron importantes para una época determinada", explicó Martín Falci, coordinador de la iniciativa.
Con este objetivo en miras, antes de cada función se explicará al público en qué contexto apareció la película y qué relevancia o cambios implicó. "Es una breve introducción para dar un marco, no para adelantar el contenido -aclaró Falci-. También es posible que pasemos cortos sobresalientes de los alumnos de la Escuela de Cine de la UNT, pero esto sería más adelante porque aún no empezaron a producirlos. Así que esperamos que el proyecto se extienda durante varios martes. Ya están garantizados al menos cuatro".
Vínculo especial
¿Por qué ir al cine a ver una película que se puede alquilar en un videoclub o, más fácil aún, descargar en internet? Falci reconoce que ese era el miedo de los organizadores antes de impulsar el ciclo, aunque luego el temor quedó desterrado por la convocatoria que mantuvieron a lo largo de las funciones. "Se nota que todavía hay un vínculo especial entre el público y la pantalla grande. Incluso hubo películas como 'The wall' o 'Yellow submarine' para la que llegaron tantos espectadores que debieron sentarse en los pasillos".
La iniciativa es también una oportunidad para que la gente se tome un tiempo para sí misma en medio de la rutina de la semana, agregó. "Y para que, después de la función, comente lo que vio, piense, sonría... Con una cerveza de por medio, por qué no".
El cronograma del ciclo está basado en un criterio amplio, existencialista y conmovedor: no puede uno morirse sin haber visto estos filmes, sin haber explorado las maravillas de Tim Burton, sin haberse estremecido de horror ante las escenas de "El exorcista", entre otros impactos y sensaciones obligatorios. "En un principio la idea era pasar clásicos, pero en las últimas temporadas incluimos películas de culto, bizarras o de clase B, porque queremos mostrar obras que marcaron tendencia o que fueron importantes para una época determinada", explicó Martín Falci, coordinador de la iniciativa.
Con este objetivo en miras, antes de cada función se explicará al público en qué contexto apareció la película y qué relevancia o cambios implicó. "Es una breve introducción para dar un marco, no para adelantar el contenido -aclaró Falci-. También es posible que pasemos cortos sobresalientes de los alumnos de la Escuela de Cine de la UNT, pero esto sería más adelante porque aún no empezaron a producirlos. Así que esperamos que el proyecto se extienda durante varios martes. Ya están garantizados al menos cuatro".
Vínculo especial
¿Por qué ir al cine a ver una película que se puede alquilar en un videoclub o, más fácil aún, descargar en internet? Falci reconoce que ese era el miedo de los organizadores antes de impulsar el ciclo, aunque luego el temor quedó desterrado por la convocatoria que mantuvieron a lo largo de las funciones. "Se nota que todavía hay un vínculo especial entre el público y la pantalla grande. Incluso hubo películas como 'The wall' o 'Yellow submarine' para la que llegaron tantos espectadores que debieron sentarse en los pasillos".
La iniciativa es también una oportunidad para que la gente se tome un tiempo para sí misma en medio de la rutina de la semana, agregó. "Y para que, después de la función, comente lo que vio, piense, sonría... Con una cerveza de por medio, por qué no".