Organizar la fiesta de bodas pone a prueba el amor

Organizar la fiesta de bodas pone a prueba el amor

Las novias, en general, sueñan con una noche de película, un vestido que las haga sentirse una reina y un decorado que deje con la boca abierta a los invitados. Los novios, en cambio, piensan en los gastos y en una despedida de soltero en libertad.

14 Mayo 2013

"Es el momento de poner las cartas sobre la mesa; hay que formalizar y quedan explícitos muchos acuerdos que antes eran tácitos. Entonces, es lógico que surjan diferencias", sostiene el psicólogo y especialista en terapia de pareja Maximiliano Jozami al ser consultado sobre el estrés que causa en hombres y mujeres la decisión de casarse.

"En general, ante el casamiento aparecen dos temas generadores de conflictos: la fiesta en sí -que puede parecer superficial, pero eso es relativo- y la de emprender una relación que, al menos es lo que uno espera, será para toda la vida", explica Jozami.

El psicólogo recuerda que el estrés es un mecanismo de alerta normal del organismo, por lo tanto, en un nivel leve, hasta puede ser favorable para generar la energía y la lucidez necesarias para organizar las fiestas. "Pero si se vuelve disfuncional, si llega al extremo, puede ser patológico", advierte.

"De acuerdo con el estereotipo más difundido, la mujer es la más interesada en la fiesta. Sin embargo, los hombres también tienen interés, ya sea porque quieren quedar bien o por una cuestión de prestigio social, de manera que a ambos les genera estrés", añade.

Este punto de vista es totalmente compartido por Jorge G., quien se casó hace un mes y medio, y por Marcelo, que va a casarse en menos de un año y que está en plena organización del festejo.

"Si bien nosotros (los varones) no demostramos tanto, vivimos la preparación del casamiento con el mismo sentido y con las mismas ganas", afirma Marcelo. "Yo tiendo a controlar mis emociones y por eso parezco poco demostrativo, pero los nervios estuvieron", aporta Jorge.

Ellas están de acuerdo. La charla fue por separado, una con los chicos y otra con las chicas. Sin embargo, se destacan las coincidencias. "Ellos creen que es simple, pero requiere mucho trabajo", afirma Rocío Abad, de 30 años, que se casó en septiembre del año pasado y pasó más de un año organizando la fiesta. "Como lo hicimos con mucho tiempo de anticipación, estuvimos de acuerdo en todo, y si surgía algún problema, buscábamos la solución. Eso sí, él dejó que yo me encargara de los detalles de la fiesta, decoración souvenirs, torta, etcétera", dice.

Todo por el vestido Luciana Ardiles, de 31 años, vivió una experiencia similar. "Con mi marido habíamos decidido que la organización del casamiento tenía que servir para unirnos, no para separarnos. Y me dio libertad total. Me dijo 'elegí lo que vos quieras'. Y fue una suerte, porque yo tenía la idea de la fiesta de boda desde que era chiquitita", cuenta riéndose.

Con todo, ambas admiten que se viven momentos de muchos nervios y tensión. "Yo el mismo día del casamiento, a las seis de la tarde, estuve recorriendo el salón para cerciorarme de que todo estuviera como había planeado", recuerda Rocío.

Luciana evoca las noches que lloraba de angustia porque no encontraba la tela adecuada para el vestido que soñaba. "Mi marido tomó la iniciativa de viajar a Córdoba para que buscáramos la tela. Fue un viaje relámpago, pero volvimos con la tela y los zapatos. Yo estaba feliz. Cuando volvíamos llovía muchísimo, y mi marido bromeaba con que podíamos tener un accidente, y yo le decía 'no me importa; ya tengo el vestido y los zapatos", confiesa.

El primer proyecto
Para Marcelo, la fiesta no es una cuestión menor. "Es el primer proyecto de la pareja. Y las decisiones que tomás y cómo vas llevando las cosas son una muestra de lo que va a ser tu vida en pareja", asegura. "Por ejemplo, yo no quiero saber nada con la decoración ni con elegir el salón. Para el hombre el sentido de la fiesta es compartir el momento con amigos y familiares. La mujer, en cambio, busca el detalle, que sea una fiesta inolvidable. Por mí, que no haya fotos ni videos. Lo único que me importa es el precio para ver cómo afronto el gasto. Pero lo cierto es que si nosotros (los varones) organizáramos el festejo, al momento del casamiento no estarían todas las cosas listas. Ahí se ve cómo nos complementamos el uno con el otro", explica.

"Ella lava, yo plancho"
"Yo sentí presiones por lo económico, pero también por el cambio que significa casarse -cuenta Jorge-. Estuve acostumbrado a vivir solo. Hacía lo que quería cuando quería y como quería. Pero no fue tan duro el cambio. Es cuestión de adaptarse. Nosotros nos complementamos. Por ejemplo, a ella no le gusta a cocinar y a mí sí, entonces yo cocino y ella limpia: ella lava la ropa y yo plancho..."

Marcelo, que ya está conviviendo con su novia, comparte el concepto. "A mí me ayudó a madurar. Yo jamás había tendido la cama y ahora no puedo verla destendida, así como no puedo ver nada sucio en la mesa", comenta.

Tanto Rocío como Luciana habían convivido con sus actuales maridos antes de casarse, de manera que no sintieron un cambio tan brusco.

"En lo que nosotros cambiamos fue en vernos menos. Antes íbamos a todos lados juntos. Pero después de casarnos sentimos que era bueno hacer algunas actividades por separado. Por ejemplo, muchos domingos cada uno se va por su lado a visitar a sus padres. Eso nos hace bien", afirma Rocío.

Para Luciana hubo una modificación fundamental. "Antes, si discutíamos, a veces me iba a la casa de mis padres uno o dos días. En cambio ahora, sé que si nos peleamos, tenemos que quedarnos en la casa, hablando o en silencio, pero quedarnos hasta que se resuelva el problema", diferencia.

CON LOS NERVIOS A MIL

- Miedos.- "Cuando nosotros decidimos casarnos, ya está. Ellas empiezan con ¿Dónde vamos a vivir? ¿Cambiará la relación? ¿Vas a seguir siendo afectuoso? ¿Vas a mantener el buen humor? Y uno también teme que la mujer se vuelva intolerante, y que de casados no acepte que vayás a un asado con amigos..." (Marcelo)

- Promesas.- "Te hacen prometer que no las vas a hacer pasar vergüenza, que vas a ayudar con los chicos..." (Jorge)

- La despedida.- "Mi señora me pedía que le prometa que iba a poder llamarme a cualquier hora y que le iba a decir dónde estaba, y yo no sabía que habían preparado mis amigos". (Jorge) 

- La ropa.- Ambos coinciden en que es motivo de preocupación, pero lo resolvieron de manera sencilla. Eligieron usar un traje.

- El anuncio.- Para Jorge fue difícil darle la noticia al suegro, aunque finalmente este lo tomó muy bien. Marcelo no tuvo problemas cuando anunció el casamiento, pero sí cuando dijeron que iban a convivir antes. "La familia influye mucho", reflexiona.

- Regalo sorpresa.- "Mi marido me veía tan estresada que no tuvo mejor idea que regalarme un cachorro para que me distraiga. El perrito no dormía y yo tampoco". (Luciana)

- "Retirada".- "Una amiga estaba tan estresada que se quedó en un hotel dos días antes de casarse a ". (Luciana)

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PUNTO DE VISTA

El dinero, motivo de discordia

Maximiliano Jozami - psicólogo, especialista en terapia de parejas

En mi experiencia clínica, la mayoría de las parejas se casa con una experiencia previa de convivencia. De manera que pensar en cómo será la convivencia no es tan estresante. Pero sí lo es el hecho de que ya es definitivo compartir, por ejemplo, las cuestiones económicas. Muchas veces sucede que el hombre tiene un ingresos superior al de la mujer, y va a tener que compartirlo, lo cual puede resultarle difícil de sobrellevar. Va a pasar de tener un manejo personal de las finanzas a hacerlo de a dos. Por otra parte, si bien ha habido avances sociales, todavía hay machismo en la sociedad, y cuando el hombre gana menos que la mujer, para él es una herida narcisista muy grande. Pesa mucho en los hombres ver que las mujeres llevan la casa. Me ha tocado tratar en el consultorio a parejas que estaban por casarse y tenían diferencias serias. Recuerdo un caso en el que habían logrado un acuerdo respecto de la fiesta. Pero las desavenencias surgieron acerca de cómo iban a invertir el dinero que tenían. Uno quería hacerlo en una vivienda, y el otro prefería tener una luna de miel importante. Para ellos se transformó en un gran elemento de conflicto y los llevó a plantearse si realmente querían casarse o no y si tenían la misma perspectiva de pareja.

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