Por Leo Noli
06 Mayo 2013
NINGÚN "PANCHO". Dutari, que sigue el balón ante la persecución de Scifo, fue uno de los puntales de la zaga "decana".
Atlético tiene un pacto con la angustia y no sabe cómo divorciarse de ella. Lo suyo es como una relación enfermiza repleta de tira y aflojes, de idas y vueltas que entrelazan satisfacciones y pesares todo el tiempo. Pero ayer, no bien Díaz había liberado el partido contra Chicago, los enemigos propios se despedazaron en minutos. Bustamante combinaba un gran centro de Montiglio con un cabezazo certero para el 1 a 0, y después Barone hacía lo propio ante otro centro de "Monti" y una pésima cobertura de la zaga y de Monllor.
El 2 a 0 en apenas 8' era una sinfonía libertadora. De hecho, era el partido perfecto, el ideal para cauterizar la herida de la Copa Argentina. Y, sin más que ir al frente, los goles habían hecho acto de presencia gracias a dos cabezas convertidas en brazas. Atlético era fuego en 25 y Chile. Un incendio imposible de controlar para un "matador" sin armas ni memoria ni matafuegos.
Era un lujo ver al anfitrión hacerse de los tres puntos cuando todavía faltaba tanto tiempo en el reloj. Era una bendición, una bendición traicionera que comenzó cambiar de carril. Uno que otro error defensivo apuntaló una idea: el partido estaba vivo. Otra, la peor, quizás: la cantidad de situaciones desperdiciadas por Maidana. "Jopo" vivió peinándose para la foto, sin embargo, si él la definía bien, algún viento traicionero le desviaba el curso del festejo. Y cuando nada parecía interponerse entre su grito y la red, tomaba una decisión apresurada. Bustamante, de lo mejor en la actualidad "decana" le sirvió el 3-0. Enzo buscó suavidad y no ferocidad.
Maidana era el Becerra de Chicago, porque el nueve tuvo tres (hubo un palo de Scifo) y también las despilfarró en el primer tiempo. En el segundo, los cambios alteraron el orden del ordenado Atlético y a Becerra, que cambió por gol una corrida a lo Montiglio de Peyran. Entre tanto candombe, hubo cierres milagrosos de Dutari, Barone y de Lucchetti, que a los 43' le tapaba a Scifo el 2 a 2. La angustia, aquella tormentosa enemiga, metía la cola justo antes del ingreso al paraíso.
Lo positivo: La victoria al fin dijo presente en casa, después de tanto tiempo. Atlético supo encender el partido temprano gracias a un Montiglio aplicado por derecha y a dos buenas definiciones de Bustamante y Barone.
Lo malo: dormirse ante un rival casi descendido que se juega las últimas fichas en la divisional es un pecado mortal. La suerte fue el escudo del local, aunque también Lucchetti y un palo dijeron presente.
La diferencia: los cambios que metió el "torito" le dieron mejores resultados que los de "RR". El DT puso a Pereyra y a Cobelli, pero nada. Carrizo, en cambio, entregó algunos chispazos de buen fútbol al público.
50 al caer: el objetivo prioritario esta ahí de concretarse. Se viene un viaje importante; se viene una visita a Olimpo. De salir airoso el "decano", luego tendrá tres partidos seguidos de local que, quién dice, pueden catapultarlo a soñar.
El 2 a 0 en apenas 8' era una sinfonía libertadora. De hecho, era el partido perfecto, el ideal para cauterizar la herida de la Copa Argentina. Y, sin más que ir al frente, los goles habían hecho acto de presencia gracias a dos cabezas convertidas en brazas. Atlético era fuego en 25 y Chile. Un incendio imposible de controlar para un "matador" sin armas ni memoria ni matafuegos.
Era un lujo ver al anfitrión hacerse de los tres puntos cuando todavía faltaba tanto tiempo en el reloj. Era una bendición, una bendición traicionera que comenzó cambiar de carril. Uno que otro error defensivo apuntaló una idea: el partido estaba vivo. Otra, la peor, quizás: la cantidad de situaciones desperdiciadas por Maidana. "Jopo" vivió peinándose para la foto, sin embargo, si él la definía bien, algún viento traicionero le desviaba el curso del festejo. Y cuando nada parecía interponerse entre su grito y la red, tomaba una decisión apresurada. Bustamante, de lo mejor en la actualidad "decana" le sirvió el 3-0. Enzo buscó suavidad y no ferocidad.
Maidana era el Becerra de Chicago, porque el nueve tuvo tres (hubo un palo de Scifo) y también las despilfarró en el primer tiempo. En el segundo, los cambios alteraron el orden del ordenado Atlético y a Becerra, que cambió por gol una corrida a lo Montiglio de Peyran. Entre tanto candombe, hubo cierres milagrosos de Dutari, Barone y de Lucchetti, que a los 43' le tapaba a Scifo el 2 a 2. La angustia, aquella tormentosa enemiga, metía la cola justo antes del ingreso al paraíso.
Lo positivo: La victoria al fin dijo presente en casa, después de tanto tiempo. Atlético supo encender el partido temprano gracias a un Montiglio aplicado por derecha y a dos buenas definiciones de Bustamante y Barone.
Lo malo: dormirse ante un rival casi descendido que se juega las últimas fichas en la divisional es un pecado mortal. La suerte fue el escudo del local, aunque también Lucchetti y un palo dijeron presente.
La diferencia: los cambios que metió el "torito" le dieron mejores resultados que los de "RR". El DT puso a Pereyra y a Cobelli, pero nada. Carrizo, en cambio, entregó algunos chispazos de buen fútbol al público.
50 al caer: el objetivo prioritario esta ahí de concretarse. Se viene un viaje importante; se viene una visita a Olimpo. De salir airoso el "decano", luego tendrá tres partidos seguidos de local que, quién dice, pueden catapultarlo a soñar.