27 Abril 2013
Se ha cumplido un siglo del nacimiento de esa distinguida personalidad de nuestro medio que fue el doctor León Rougés. Había nacido el 26 de abril de 1913, en el tradicional hogar del doctor León Rougés, político e industrial azucarero, y de doña Mercedes Heller.
Tras graduarse de abogado en la Universidad de Buenos Aires, tendría una larga y trascendente actuación en su ciudad natal. Fue juez en lo Civil y Comercial de nuestro foro, catedrático de la Facultad de Derecho de la UNT, director de la Caja Popular de Ahorros y presidente del Colegio de Abogados de Tucumán, entre otras funciones que desempeñó con notable espíritu de servicio, y en todas las cuales dejaría su sello.
Fue un abogado de gran capacidad. Amaba su profesión, que ejerció toda la vida con eficacia y con energía. Grandes y sonados pleitos se confiaron a su competencia. Hombre de acción y de carácter resuelto, en su amenísima conversación relucían su vasta cultura y su peculiar sentido del humor. Era un activo deportista, lleno de entusiasmo por la naturaleza tucumana. Así lo demostró durante su recordada presidencia de la Fundación Miguel Lillo, que desempeñó hasta el fin de sus días.
Formó un cristiano hogar con doña María Elvira Frías, y fueron padres de siete hijos, prolongados en numerosos nietos. Una breve enfermedad puso fin a su vida, el 17 de octubre de 1975. El centenario del nacimiento trae, a la memoria de quienes lo conocieron y valoraron, el recuerdo de la inconfundible figura del doctor León Rougés.
Tras graduarse de abogado en la Universidad de Buenos Aires, tendría una larga y trascendente actuación en su ciudad natal. Fue juez en lo Civil y Comercial de nuestro foro, catedrático de la Facultad de Derecho de la UNT, director de la Caja Popular de Ahorros y presidente del Colegio de Abogados de Tucumán, entre otras funciones que desempeñó con notable espíritu de servicio, y en todas las cuales dejaría su sello.
Fue un abogado de gran capacidad. Amaba su profesión, que ejerció toda la vida con eficacia y con energía. Grandes y sonados pleitos se confiaron a su competencia. Hombre de acción y de carácter resuelto, en su amenísima conversación relucían su vasta cultura y su peculiar sentido del humor. Era un activo deportista, lleno de entusiasmo por la naturaleza tucumana. Así lo demostró durante su recordada presidencia de la Fundación Miguel Lillo, que desempeñó hasta el fin de sus días.
Formó un cristiano hogar con doña María Elvira Frías, y fueron padres de siete hijos, prolongados en numerosos nietos. Una breve enfermedad puso fin a su vida, el 17 de octubre de 1975. El centenario del nacimiento trae, a la memoria de quienes lo conocieron y valoraron, el recuerdo de la inconfundible figura del doctor León Rougés.
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