Por Florencia Bringas
26 Abril 2013
La diseñadora española Dolores Cortés seleccionó para imagen de su colección de trajes de baño a Valentina Guerrero, una niña de casi 10 meses y con Síndrome de Down. La campaña -muy tierna por cierto- fue un éxito.
La modelo británica Kelly Knox nació sin su brazo izquierdo. Luego ganó una competencia organizada por la BBC que buscaba a la más bella modelo británica con discapacidades físicas. Como premio, Knox ganó un contrato con una agencia de modelos y una sesión de fotos para la revista Marie Claire. Kelly prefiere no usar una prótesis y afirma -en todas las entrevistas- que nunca se ha sentido discapacitada.
A la modelo y atleta estadounidense Aimée Mullns le amputaron ambas piernas cuando tenía 1 año. Eso no le impidió desfilar en 1999 en las pasarelas londinenses para el diseñador Alexander McQueen (usó prótesis de madera de fresno confeccionadas y talladas por el modisto inglés), o ser la tapa de la revista Dazed and Confused o colaborar con una importante muestra en el Museo Metropolitano de Nueva York. En esa exposición el debate sobre pasarela y discapacidad no se centró en pequeñeces: se habló sobre el cambio de actitudes e ideales en lo que respecta al cuerpo, el futuro de la prótesis y su lugar dentro de la moda contemporánea.
Esos casos son excepcionales (aunque hay otros ejemplos como el de Connor Boss, una modelo ciega estadounidense). Por ello resulta difícil pensar que una persona promedio con una discapacidad pueda tener ese espacio en Argentina, en Tucumán. Una semana atrás en nuestra provincia hubo un intento de mostrar que la pasarela puede ser inclusiva: modelos de la agencia de Jorge Testa y jóvenes con diferentes discapacidades se animaron a desfilar. ¿Podría repetirse esa experiencia en una pasarela a gran escala?
La idea de achicar las diferencias y celebrar la diversidad es un concepto que no puede dejar de ser considerado. Se puede.
La modelo británica Kelly Knox nació sin su brazo izquierdo. Luego ganó una competencia organizada por la BBC que buscaba a la más bella modelo británica con discapacidades físicas. Como premio, Knox ganó un contrato con una agencia de modelos y una sesión de fotos para la revista Marie Claire. Kelly prefiere no usar una prótesis y afirma -en todas las entrevistas- que nunca se ha sentido discapacitada.
A la modelo y atleta estadounidense Aimée Mullns le amputaron ambas piernas cuando tenía 1 año. Eso no le impidió desfilar en 1999 en las pasarelas londinenses para el diseñador Alexander McQueen (usó prótesis de madera de fresno confeccionadas y talladas por el modisto inglés), o ser la tapa de la revista Dazed and Confused o colaborar con una importante muestra en el Museo Metropolitano de Nueva York. En esa exposición el debate sobre pasarela y discapacidad no se centró en pequeñeces: se habló sobre el cambio de actitudes e ideales en lo que respecta al cuerpo, el futuro de la prótesis y su lugar dentro de la moda contemporánea.
Esos casos son excepcionales (aunque hay otros ejemplos como el de Connor Boss, una modelo ciega estadounidense). Por ello resulta difícil pensar que una persona promedio con una discapacidad pueda tener ese espacio en Argentina, en Tucumán. Una semana atrás en nuestra provincia hubo un intento de mostrar que la pasarela puede ser inclusiva: modelos de la agencia de Jorge Testa y jóvenes con diferentes discapacidades se animaron a desfilar. ¿Podría repetirse esa experiencia en una pasarela a gran escala?
La idea de achicar las diferencias y celebrar la diversidad es un concepto que no puede dejar de ser considerado. Se puede.
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